miércoles, 27 de mayo de 2009

Surmenage o Síndrome de la fatiga crónica: cuando más no es mejor

Cómo evitar un colapso intelectual. Estudiar obsesivamente puede tener consecuencias negativas. La autoexigencia y los miedos de la sociedad actual, un cóctel peligroso. Recomendaciones.

Ocho horas diarias de clases en la facultad, más cuatro de estudio, y ocho más de trabajo en dos empresas diferentes, le dejaban a Federico un mínimo margen de tiempo para descansar por día. Todo esto sumado a la presión por haber obtenido una beca de estudio y otra de alojamiento que lo obligaba a mantener un alto promedio generaron en él un cóctel peligroso para su salud mental que terminó diagnosticado como surmenage, un colapso intelectual.

Hoy conocido como "Síndrome de la fatiga crónica", cuadro semejante al famoso burnout, este mal se produce en aquellos que, dominados por una sobrecarga de exigencia laborales e intelectuales, alcanzan un estado de extenuación emocional. En general, las personas que terminan con un cuadro de este tipo están sometidas a problemas emocionales y se sienten obligados a no fallar.

“El surmenage es una forma antigua de llamar a los cuadros de estrés. Son en general crónicos y producen extenuación emocional, un desasosiego de la meta que se ha fijado y una baja de rendimiento”, explica la psiquiatra Elsa Wolfberg, de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

“Se da por sobrecarga, por querer absorber en poco tiempo más de lo que es posible en lugar de graduar y asimilar paulatinamente un cúmulo de conocimiento”, agrega la especialista. Aclara que no todo aquel que se someta a un tiempo extenso de estudio es susceptible de sufrir las consecuencias del surmenage.

Otro factor que en muchas ocasiones resulta central para el desarrollo de este síndrome es la presión social. “La sociedad empuja a esto”, añade la psiquiatra. El temor a perder el trabajo, la competencia, la necesidad de poder alcanzar un futuro laboral próspero puede producir situaciones de este tipo. “El dopaje es la demostración de que hay una exigencia que va por arriba de lo que el sujeto puede rendir”, ejemplifica Wolfberg al hacer referencia a los medicamentos que los jóvenes suelen tomar a la hora de estudiar – por ejemplo, exceso de aspirinas-.

Consecuencias. Federico vivía a base de mate, la ansiedad no le permitía comer y terminó con cosquilleos en brazos y piernas, fuertes dolores de cabeza y dolencias musculares. En ocasiones también padeció alucinaciones.

“El correlato del surmenage es la fatiga, la contractura, el dolor de cabeza y la taquicardia”, comenta Wolfberg en diálogo con Perfil.com. Además, “por la extenuación emocional termina habiendo una defensa espontánea que consiste en querer alejarse y, por lo tanto, la baja del rendimiento y la insatisfacción”. Así, la sobre exigencia termina siendo en vano.

Cómo evadir el surmenage. Para evitar llegar a una situación límite de estrés es necesario tomar conciencia de los riesgos que se corren y poder dar cuenta del nivel de sobrecarga al que la persona se somete una persona. “Regular la cuota de trabajo intelectual, graduarla, repartirla de una manera razonable. Revisar los ideales, que no sean muy tiránicos, y buscar momentos para despejarse”, son algunos de los consejos que ofrece Wolfberg. Además, es importante dedicar tiempo en medio del estudio para tomarse un recreo, distenderse y pensar en otra cosa.

Es fundamental también estar alerta y mantener el contacto con el propio cuerpo. “Generalmente uno esta tan absorbido por la meta que no advierte que va teniendo repercusión en el organismo por el exceso de actividad intelectual”, asegura la psiquiatra. La actividad física es siempre una buena opción para despejar la mente.

Fuente: Perfil.com
Autor: Silvina Fiszer Adler, redactora de Perfil.com

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miércoles, 13 de mayo de 2009

El cerdo nos devuelve el regalo

El H1N1 y el H3N2 se los transfirieron los humanos a los gorrinos - Estos animales los conservan, sin inmutarse, listos para causar la epidemia
Los principales virus de la gripe porcina son H1N1 y H3N2, y los dos son regalos nuestros. El H1N1 se lo transferimos a los cerdos durante la primera gran pandemia del siglo XX, la gripe española de 1918. Y el H3N2 se lo pasamos en la tercera, la gripe de Hong Kong de 1968. Ambos son también hoy las dos grandes categorías de gripe estacional humana. El último informe sobre virus circulantes de influenza A en la población humana, publicado por los CDC de Atlanta (centros norteamericanos para el control de infecciones), determinó en EE UU un 90% de H1N1 y un 10% de H3N2. Y esos dos son los serotipos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda para la vacuna convencional de la temporada 2009/2010. La razón es la misma que en el caso de los cerdos: las pandemias del siglo XX.

El virus de la gripe española era un H1N1. Fue un virus aviar hasta 1918, pero ese año saltó la barrera de las especies con tal ímpetu -infectó a la mitad de la población mundial y mató a 40 millones de personas- que pasada la furia se convirtió en la principal cepa de gripe humana estacional durante décadas.

La reconstrucción de un virus de la gripe española infectivo por Terrence Tumpey, de los CDC de Atlanta, y Adolfo García-Sastre, del Mount Sinai de Nueva York, acaba de permitir demostrar que el virus de 1918 es mortal en todos los mamíferos en que se ha probado -ratones, hurones, macacos- excepto en uno: el cerdo. Esto "refuerza la idea de que el virus se introdujo en la población de cerdos durante la gripe española de 1918, y que dio lugar a las cepas clásicas de H1N1 porcino", señalan los investigadores.

En 1979, un nuevo virus aviar H1N1 contagió a la población de cerdos del norte de Europa y se convirtió en la cepa dominante en las piaras del continente. El mismo subtipo se aisló después en pacientes europeos de gripe.

Las poblaciones de cerdos no sólo suelen tener virus "porcinos", sino también aviares, como el europeo de 1979. Guang-Zhi Tong y sus colegas del Instituto Veterinario de Shanghai acaban de mostrar que también es muy común que porten virus de la gripe humana. Tong ha secuenciado virus aislados de cerdos en las provincias de Guangdong y Henan. Ambos son H1N1. El de Guangdong desciende directamente de la gripe estacional humana de 2000, y el de Henan, de la típica de los primeros años ochenta. "Los virus H1N1 permanecen invariantes durante décadas en el cerdo", afirma Tong. "Los cerdos son reservorios de viejos virus humanos, listos para nuevas pandemias".

Si los cerdos se coinfectan con cepas humanas y aviares pueden servir como una coctelera para la creación de nuevos virus reordenados. Estas mezclas no sólo ocurren en Asia. Se han comprobado repetidamente en Europa y Estados Unidos. En 1998 surgió un virus H3N2 tripartito (humano / aviar / porcino) que desde entonces se ha propagado con éxito entre la cabaña porcina norteamericana. Tiene un derivado de segunda generación, creado por coinfección y reordenamiento con el virus porcino clásico H1N1. El resultado es un virus H1N1 tripartito (humano / aviar / porcino).

El H1N1 del brote mexicano tiene piezas genéticas no ya de tres, sino de cuatro virus donantes: uno humano, uno aviar norteamericano, uno porcino norteamericano y otro porcino euroasiático, una situación calificada de "inusual" por la contraalmirante Anne Schuchat, subdirectora de salud pública de los CDC. "De dónde rayos sacó todos esos genes, no lo sé", comenta en la revista Nature el virólogo Robert Webster, del Hospital Infantil St. Jude de Memphis, Tennessee, y consultor de la OMS, "pero es un verdadero super-barullo de virus". "Se ha andado mezclando por todas partes y su genética es muy complicada", añade otro virólogo, John McCauley, del Medical Research Council británico.

El hecho de que los casos fuera de México hayan sido leves por el momento no tranquiliza a los principales expertos. Tashiro Masato, virólogo del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas en Tokio y consultor de la OMS, recordaba ayer que incluso una mortalidad baja puede resultar fatal si la propagación es alta, como ocurrió en 1918. "Lo terrible es que este virus parece enormemente transmisible", dice Webster. En Nueva York, por ejemplo, hay 28 casos asociados a una sola escuela.

La mortalidad del virus de la gripe aviar H5N1, en los escasos saltos a humanos que se han dado en los últimos seis años, es de las más altas conocidas: del 61% (257 muertos de 421 infectados). El SARS manifestó un 17% (299 muertos de 1.755 infectados) en el brote de Hong Kong de 2003. La mortalidad de la gripe española no pasó del 2,5%, pero mató a 40 millones debido a su altísima propagación.

Las condiciones, sin embargo, son incomparables. El mundo estaba en guerra en 1918, con tropas moviéndose por todas partes, en barcos hacinados, o incubando el virus en hospitales de campaña, sin los actuales fármacos antivirales, ni los sistemas de atención ni de vigilancia epidemiológica.

El virus porcino había saltado a los humanos de vez en cuando. En Europa se han notificado 17 casos desde 1958, algunos en España. Los CDC registraban una persona infectada por virus porcino cada dos años hasta 2006, cuando el ritmo subió por alguna razón a cuatro infecciones anuales. Pero el caso más notable hasta ahora había sido el brote de 1976 en Fort Dix, Nueva Jersey, con 200 infecciones, 12 hospitalizaciones, 4 neumonías y un muerto.

La transmisión asintomática por contacto con los cerdos es probablemente mucho más común. En 1988 murió en EE UU una mujer embarazada de 32 años por un virus porcino H1N1. Al saber que había visitado una feria porcina cuatro días antes, los epidemiólogos tomaron muestras de los participantes y encontraron que el 76% tenía anticuerpos contra el virus porcino, aunque ninguna enfermedad grave. La paciente transmitió el virus a un enfermero, también sin consecuencias.

Fuente: El País.com
Autor: Javier Sampedro, Madrid

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