jueves, 26 de agosto de 2010

Cómo influye la religión en los médicos

La fe religiosa de un médico tiene una "fuerte influencia" en las decisiones que toma con sus pacientes terminales, revela una investigación.Los médicos ateos o agnósticos -dice el estudio publicado en Journal of Medical Ethics (Revista de Ética Médica)- tienen más probabilidades de tomar decisiones que aceleren el fin de la vida de un paciente terminal que los médicos profundamente religiosos.

Y es menos probable que éstos últimos discutan con sus pacientes muy graves las opciones de tratamientos paliativos, descubrió la investigación llevada a cabo por la Universidad de Londres.

Los expertos afirman que estos resultados son "preocupantes" y revelan que es necesario poner más atención en cómo las creencias religiosas influyen en el cuidado médico.

Los investigadores llevaron a cabo una encuesta con más de 8.500 médicos en el Reino Unido, de los cuales respondieron unos 4.000.

Aunque los entrevistados practicaban una amplia gama de especialidades, la encuesta se centró en particular en los que estaban involucrados en la toma de decisiones de fin de vida, por ejemplo, en cuidados paliativos y con ancianos.

Se preguntó a los médicos sobre el tratamiento aplicado a su último paciente fallecido, si habían ofrecido una sedación profunda continua -o sedación terminal- hasta la muerte y si habían discutido con su paciente decisiones que, a su juicio, podrían acortar la vida.

También se les preguntó sobre sus creencias religiosas, origen étnico y su opinión sobre eutanasia y muerte asistida.

Aunque en el Reino Unido es ilegal suministrar medicamentos con la intención deliberada de poner fin a la vida de una persona, los médicos pueden administrar morfina y otros fármacos para aliviar el dolor o sufrimiento, pero este procedimiento -llamado sedación profunda terminal- puede tener un efecto para acortar la vida.

El Consejo Médico General (GMC, por sus siglas en inglés) -que regula la profesión en ese país- recomienda que las discusiones con el paciente terminal sobre su cuidado paliativo, que incluye la alimentación por sonda, hidratación y resucitación (los cuales pueden causar sufrimiento innecesario), deben iniciarse lo más temprano posible.

El GMC establece que aunque los médicos deben partir sobre la base de que la vida debe ser prolongada, esto no debe perseguirse a cualquier precio.

Comunicación con el paciente

Los resultados mostraron que los médicos que se calificaron a sí mismos como "muy o extremadamente no religiosos" mostraron 40% más probabilidades de practicar la sedación que los médicos religiosos.

Por otro lado, los que se describieron como "muy o extremadamente religiosos" mostraron menos probabilidades de haber discutido con sus pacientes las decisiones sobre su tratamiento paliativo.

Más de 12% de los médicos encuestados se describieron como "muy o extremadamente religiosos", pero sólo uno de cada cinco se descubrió como "muy o extremadamente no religioso".

Se encontró que los médicos dedicados al cuidado de ancianos tenían más probabilidades de ser hindúes o musulmanes, y los médicos dedicados al cuidado paliativo mostraron más probabilidades de ser cristianos, blancos y de describirse como "religiosos".

Pero en general, los médicos de raza blanca, que representaban el mayor grupo étnico de la encuesta, mostraron menos probabilidades de descubrirse con fuertes creencias religiosas.

Como señala el doctor Clive Seale, quien dirigió el estudio, las actitudes que muestra la encuesta reflejan el apoyo que existe actualmente para la legislación sobre eutanasia y muerte asistida ya que los especialistas dedicados al cuidado paliativo y los que tienen una fuerte fe religiosa se muestran más opuestos a ella.

Los médicos de origen asiático y de raza blanca se muestran menos opuestos a esa legislación que los médicos de otros grupos étnicos.

"Es necesario que haya un mayor reconocimiento sobre la relación entre los valores de los médicos y las decisiones que toman en la clínica" expresa el autor.

Preocupante

El profesor Mayur Lakhani, presidente del Consejo Nacional para el Cuidado Paliativo, afirma que estos resultados son "preocupantes".

"El entrenamiento básico para el cuidado paliativo debe ser obligatorio para asegurarnos de que hay una coherencia en la toma de decisiones, basadas en la mejor práctica y la evidencia actual", dice el experto.

"Las decisiones deben tomarse conjuntamente con las personas que están cerca de la muerte y sus seres cercanos".

Por su parte, la doctora Ann McPherson de la organización Dignity in Dying (Dignidad al Morir) afirma que aunque este estudio demuestra que todavía "hay mucho por hacer" para que los médicos tomen en cuenta los deseos de sus pacientes.

"El hecho de que por sus creencias religiosas algunos médicos no discutan con sus pacientes las posibles opciones para el fin de la vida es profundamente preocupante", señala la experta.

"Aunque tienen derecho de sus propias creencias, los médicos no deberían dejar que estás se interpongan en las decisiones para ofrecer un tratamiento paliativo centrado en el paciente", expresa.


-Ver "The role of doctors' religious faith and ethnicity in taking ethically controversial decisions during end-of-life care" / Journal of Medical Ethics



Fuente: BBC Mundo
Fotografía: Guardian.co.uk / Atheist doctors 'more likely to hasten death'

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lunes, 23 de agosto de 2010

Ser un fumador pasivo puede llegar a alterar los genes

Un estudio practicado por científicos norteamericanos a 121 pacientes determinó que la exposición al humo aumenta el riesgo de padecer enfisemas y cáncer de pulmón
La razón por la que los fumadores pasivos tienen un alto riesgo de desarrollar enfermedades pulmonares está en que el humo al que se exponen puede cambiar su actividad genética, según reveló un reciente estudio elaborado por un equipo de científicos de la Universidad Médica Weill Cornell, en Nueva York.

El estudio concluye que el humo del tabaco que llega a los fumadores pasivos afecta a los genes que transportan las células de sus vías respiratorias, lo que aumenta sus posibilidades de padecer enfisemas o cáncer de pulmón.

Bajo la hipótesis de que el deterioro de los pulmones asociado con el cáncer debía originarse necesariamente en las células situadas entre la tráquea y los alveolos, los investigadores tomaron muestras de 121 voluntarios, fumadores y no fumadores.

Con la ayuda de un broncoscopio, los científicos extrajeron células de las vías respiratorias y examinaron los 25.000 genes humanos que pudieron identificar en ellas para determinar cuáles respondían al humo de los cigarrillos y cuáles no, según el estudio.

Finalmente, redujeron la investigación a 372 genes que estaban activos en el caso de los fumadores pero no en las células de los no fumadores.

Gracias a las muestras de orina que tomaron, los investigadores también dividieron a los voluntarios en tres grupos: fumadores, cuyas células presentaban la mayor parte de los metabolitos del tabaco; no fumadores, que no presentaban ninguno, y un grupo que mostraba niveles intermedios.

La comparación de los 372 genes seleccionados mostró que ese último grupo, formado tanto por fumadores ocasionales como por personas que nunca habían encendido un cigarrillo, compartía el 11 por ciento de sus genes activos con los fumadores.

Los científicos concluyeron que los cambios genéticos entre este último grupo, cuya exposición al tabaco es pasiva, son similares a aquellos de los fumadores y representan "los primeros pasos moleculares hacia el desarrollo de enfermedades pulmonares".

"Es interesante lo sensibles que son las células pulmonares al humo del tabaco", dijo en un comunicado el autor principal del estudio, Ronald Crystal.

"No importa si estás en una fiesta en la que otra gente fuma o si tú mismo fumas un cigarrillo a la semana. No importa el nivel de exposición que tengas, las células de tus pulmones lo detectan cambiando los genes que activan y desactivan en respuesta a esa situación de estrés", explicó.


Ver Study Finds Even a Little Cigarette Smoke Harms Airway / U.S.News & World Report



Fuente: LaNacion.com
Fotografia: Rico Ploeg "Smoking kills" / Copyright © 2007 Rico Ploeg, Netherlands - All Rights Reserved

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domingo, 15 de agosto de 2010

¿Soy adicto al sexo?

- El 6% de la población sufre un trastorno de hipersexualidad
- El tratamiento combina la terapia cognitiva con fármacos y asesoramiento sexológico
- Los afectados dedican cada vez más tiempo a planear sus encuentros sexuales

¿Existe la adicción al sexo o no es un problema real? Lo que hasta ahora era para muchos un mito o un cuento chino, la excusa perfecta en la que se escudaban famosos como el actor Michael Douglas o el golfista Tiger Woods para justificar sus infidelidades, es, desde este mes, una enfermedad reconocida por la literatura científica. La nueva edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM 5)1, la 'biblia' de la siquiatría mundial, ha incluido por primera vez en sus páginas la adicción al sexo, a la que denomina clínicamente como trastorno de la hipersexualidad2, y da las claves para identificarla.

Un reconocimiento que llevaban mucho tiempo esperando los afectados por este problema -aproximadamente un 6% de la población, según la cifra que manejan los sexólogos- que saben desde hace años que su adicción no es un invento, que la vergüenza que se dan a sí mismos por la búsqueda insaciable de placer, de tratar de satisfacer rápidamente sus continuos deseos a través de una conducta reprochable ante los ojos de la mayoría y los suyos propios, no es algo imaginario.

Lo que establece el manual psiquiátrico es que "se trata de un trastorno obsesivo compulsivo"3. Quienes lo padecen no pueden controlar sus pensamientos ni sus actos repetitivos", explica a ELMUNDO.es el psiquiatra Luis Rojas Marcos, afincado en Nueva York. "Cualquier tipo de obsesión que interfiera en la capacidad de la persona para llevar una vida normal, que le perjudique en sus relaciones personales y laborales, es una patología. En este caso la obsesión se canaliza a través del sexo de forma tan intensa que el propio afectado es consciente de que tiene un problema", añade este experto.

Esta definición de la hipersexualidad da la razón al doctor Patrick Carnes, uno de los mayores defensores de la adicción sexual como problema, que siempre ha mantenido que "al igual que un alcohólico es incapaz de dejar de beber, estas personas son incapaces de parar su comportamiento sexual autodestructivo". Propietario de la clínica Pine Grove Behavioural Centre de Misisipí (EEUU), donde Tiger Woods se está sometiendo a una terapia para curar su adicción y redimir sus pecados, Carnes afirma que "los sexoadictos pueden provenir de todas las clases sociales. Afecta tanto a políticos y empresarios como a los trabajadores de una fábrica".

Y no es algo solamente masculino. "También se da en las mujeres y acuden a consulta por ello, aunque en menor proporción que los varones", reconoce la doctora Rosario Castaño, psicóloga clínica y sexóloga del Instituto Palacios.

A pesar de su inclusión en el DSM 5, sigue sin haber consenso sobre el tema en la profesión. "Respecto a la adicción al sexo hay mucha más especulación que ciencia", confirma Rosa Abenoza, sexóloga del Instituto de Medicina Sexual. "Es muy difícil determinar cuánto es demasiado, cuándo una vida sexual muy activa puede considerarse una adicción", explica Iván Rotella, de la Asociación Española de Profesionales de Sexología. Opinión que comparte Vicent Bataller, del Instituto Valenciano de Sexología y Psicoterapia Analítica. "En cuestión de sexo, no hay límites. Si tienes muchas relaciones, pero te sientes bien contigo mismo y no sufres por ello, no hay problema", argumenta.

"Se trata de uno de los trastornos psiquiátricos más serios pero más olvidados", recoge el manual de referencia. Hace 200 años que la literatura médica habla de casos de sexoadictos. Según Rojas Marcos, "esto ha existido siempre, lo que ocurre es que hoy en día hay menos tabú al respecto".

Los síntomas

¿Cómo se distingue a un adicto al sexo? Aunque cada caso es particular, tienen características comunes. Necesitan satisfacer sus deseos carnales más que cualquier otra cosa, aunque después se sienten mal. Para dar rienda suelta a sus fantasías no dudan en masturbarse de forma compulsiva y consumir mucha pornografía -en revistas, televisión o internet-. Son promiscuos y aficionados a los encuentros de una sola noche, ya sea con personas a las que conocen en algún local o bien recurriendo a la prostitución. Y, en muchas ocasiones, no se protegen, por lo que tienen más riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual y de provocar un embarazo no deseado.

El exhibicionismo y el voyeurismo son otras de las aficiones de estos pacientes que, en último extremo, pueden incluso llegar a cometer una violación, aunque son los menos. Todas estas conductas tienen consecuencias negativas para el afectado, que van desde un divorcio hasta la pérdida del trabajo.

Existen algunos test para facilitar el diagnóstico. El manual psiquiátrico incluye uno, pero antes la prueba de referencia era el SAST (Test de la Adicción Sexual)4, una herramienta desarrollada por un consorcio de hospitales, terapeutas y voluntarios consistente en 45 preguntas para responder sí o no. Entre ellas figuran: ¿Tienen tus padres problemas con el sexo y la sexualidad? ¿Te ha creado tu actitud sexual algún problema familiar? ¿Ocultas a los demás tus actos sexuales? ¿Crees que controlas tu deseo? ¿Es el sexo lo más importante de tu vida? ¿Has utilizado internet para buscar citas? ¿Has pagado para tener sexo?, ¿Has mantenido varias relaciones amorosas al tiempo? ¿Después de una relación, reniegas del sexo algunos meses?

El tratamiento

Una vez reconocido el trastorno, que es el primer paso para curarlo, hay que buscar ayuda. Existen múltiples opciones, desde los centros privados y carísimos que abundan en Estados Unidos, la alternativa preferida por los famosos, hasta las asociaciones que dan apoyo de forma gratuita. Es el caso de Sexólicos Anónimos o Sexoadictos Anónimos (su homóloga en EEUU), creadas a imagen y semejanza de Alcohólicos Anónimos. "No hay cuotas ni honorarios. No fijamos un número fijo de personas que pueden acudir a las reuniones ni distinguimos por género. Tampoco analizamos las causas personales de la adicción. Lo único que ofrecemos es el programa de recuperación de los 12 pasos, el mismo que se emplea para dejar la bebida", explican a desde esta última, que se fundó en 1977.

¿En qué consiste el tratamiento? Aunque cada maestrillo tiene su librillo, lo más común es combinar la terapia cognitiva conductual, tanto individual como en grupo, para ayudar al paciente a controlar sus impulsos, con el asesoramiento sexológico y algunos fármacos, como los parches antitestosterona o pastillas para calmar la ansiedad.

No obstante, los especialistas admiten que todavía se conoce muy poco sobre cómo el cerebro reacciona ante un trastorno de hipersexualidad. "Parece que hay estudios neurobiológicos que apuntan a que podría haber algún tipo de disfunción de los neurotransmisores -dopamina y del sistema opiáceo- que daría lugar a algún tipo de síndrome de la recompensa insuficiente", indica la doctora Abenoza. Pero tal y como recuerda, se trata de un campo "históricamente controvertido", en el que apenas se está empezando a investigar.




Fuente: ElMundo.es
Autor: Isabel F. Lantigua / Madrid
Referencias: 1. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders 2. 'hypersexuality' 3. obsessive compulsive disorder 4. Auto Diagnóstico para la Adicción al Sexo, este es un test basico para calcular la severidad del problema de adicción sexual, ver en Adicciones.org

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lunes, 9 de agosto de 2010

La dieta del cerebro: la alimentación influye en el estado de ánimo

El azúcar nos sirve para controlar los impulsos | Numerosos estudios aconsejan aumentar el consumo de omega-3

Los efectos de la comida sobre nuestras reacciones y emociones han sido ignorados durante mucho tiempo. Sin embargo, científicos de todo el mundo se proponen ahora demostrar que hay una correlación directa entre la dieta y nuestro estado de ánimo.

La relación de las personas con la comida es uno de los elementos que contribuyen a la diversidad cultural del ser humano, a la riqueza gastronómica repleta de sabores, de aromas, de texturas y de matices. La interacción que cada uno tenemos con los alimentos es peculiar y específica, es un regalo para los sentidos, un placer individual que adquiere una dimensión especial cuando se puede compartir alrededor de una buena mesa.

Por desgracia, los alimentos, no sólo aportan los nutrientes necesarios para vivir, sino que también pueden desencadenar o empeorar enfermedades, desde la gota por el consumo excesivo de carne o de marisco, hasta crisis de migraña después de un atracón de chocolate o quesos, pasando por los problemas circulatorios derivados de un consumo elevado de sal o de ingerir cantidades importantes de grasas saturadas. También sabemos que, en ocasiones, el cerebro modifica la relación de las personas con los alimentos, lo que conduce a excesos como la bulimia por falta de control en lo que se ingiere o, en el otro extremo, la anorexia; así, pues, algunas disfunciones cerebrales modifican la forma de comer. Pero ¿es cierta la relación inversa? Los alimentos ¿pueden afectar a la conducta?

Jean Jacques Rousseau afirmaba que "es un hecho que las personas que comen mucha carne son por regla general más crueles y feroces". "Qui menja sopes, se les pensa totes", dice un refrán catalán, refiriéndose a los supuestos efectos beneficiosos de la sopa para ser avispado; "Barriga llena no estudia de buena gana", comentan otros. Néstor Luján, en su Diccionario Luján de gastronomía catalana (La Campana, Barcelona, 1990) recoge la opinión de los médicos medievales sobre las lentejas: provocan epilepsia y locura, y esta creencia ha perdurado a lo largo de los siglos en algunos lugares. El refranero recoge desde antaño los efectos de la alimentación sobre el humor; sin embargo, los científicos han sostenido que era absurdo pensar en una relación entre la dieta y el funcionamiento del cerebro. ¿Sigue siendo así?


Nutrición y salud mental

Isla Mauricio se encuentra en el océano Índico, sobre el trópico de Capricornio, y fue puerto de marineros árabes, portugueses, holandeses, franceses e ingleses, que colonizaron sucesivamente sus escasos 2.000 km2 de superficie. Isla Mauricio es conocida mundialmente por ser el único hábitat natural del extinto pájaro dodo, pero en el ámbito de la salud pública también ostenta la unicidad por ser el lugar donde se está siguiendo una cohorte de 1.795 niños nacidos allí en 1969. Peter Venables y Adrian Raines son los investigadores principales del Mauritius Child Health Project, que estudia los factores asociados a alteraciones mentales, mediante el seguimiento exhaustivo de un grupo muy amplio de niños desde su nacimiento, con la finalidad de poder prevenirlos. Uno de los resultados centrales de este estudio es la identificación de la malnutrición en la infancia como factor de riesgo de algunas alteraciones futuras. La serie de Isla Mauricio ha permitido observar que una dieta mejor reduce la aparición de alteraciones de la conducta en un 53% y la hiperactividad en un 41%.

Numerosos artículos describen asociaciones entre diversos componentes de la dieta –incluyendo micronutrientes como el zinc o derivados de la vitamina B– y alteraciones cognitivas o disfunciones cerebrales. En la actualidad se está tratando de estudiar cuáles de estas asociaciones son puramente casuales y cuáles podrían tener un fundamento causal.

Una de las áreas en las que se ha avanzado más es la posible relación entre la degeneración neuronal, el envejecimiento y los estados depresivos. El auge de este tipo de investigaciones se debe a la idea de que, hacia el año 2050, cerca de un 30% de la población mundial tendrá más de 65 años, y las alteraciones degenerativas serán un problema mucho más importante que en la actualidad. En esta línea, James Joseph, científico del Centro de Investigación sobre Nutrición Humana en el Envejecimiento de la Universidad Tufts en Boston, acaba de publicar una revisión de los estudios existentes sobre la relación entre la degeneración neuronal, el cerebro y la nutrición. Concluye que es importante ingerir regularmente sustancias con efecto antioxidante (como los polifenoles) porque a medida que avanza la edad, nuestro cerebro se vuelve más sensible al estrés oxidativo, de modo que parece recomendable seguir una dieta rica en ácidos grasos poliinsaturados como los que contienen el pescado o los frutos secos. Además, la mayoría de los autores coinciden en recomendar una restricción del aporte diario de calorías para mantener las funciones cerebrales cognitivas en un estado óptimo.


Atentos a los omega-3

El denominado trastorno por déficit de atención/hiperactividad es una entidad controvertida que se describió por primera vez en 1902 bajo el nombre de "disfunción cerebral mínima", a causa de la levedad de los síntomas y la incertidumbre del diagnóstico. Un siglo más tarde el panorama ha cambiado mucho gracias, sobre todo, a dos circunstancias: el hecho de que ese nombre –abreviado a menudo como TDAH– aparece como un diagnóstico en el conocido diccionario de enfermedades DSM desde la versión III de 1980, y también al hecho de que se han comercializado medicamentos costosos específicos para este trastorno.

En la búsqueda de las causas que podrían explicar la dificultad para la concentración, varios autores han investigado factores nutritivos. En este sentido, el psiquiatra Javier Quintero, del Hospital Infanta Leonor de Madrid, y su equipo han analizado el posible efecto de la dieta actual –deficiente en ácidos grasos omega-3 comparada con la dieta previa a la industrialización– sobre el crecimiento, el desarrollo del tejido cerebral o conductas concretas (como rabietas, cambios de humor o alteraciones del sueño). Según estos autores, los estudios actuales apuntan a esa relación, aunque todavía no son concluyentes. En otras palabras, como suscribe la doctora Natalie Sinn, del Centro de Investigación en Fisiología de la Dieta en la Universidad de South Australia, no se trata de empezar a dar suplementos de ácidos grasos omega-3 a los niños inquietos, sino procurar que la dieta cotidiana contenga más ácidos grasos omega-3 de los que ingerimos, algo que sin duda será beneficioso para todos, los niños movidos, a quienes les cuesta mantener la concentración, y también todos los demás.


Glucosa y autocontrol

En Espalda y emociones, el osteópata David Ponce describe las consecuencias de la acumulación de sustancias excitantes que ingerimos a lo largo del día a partir de lo que gráficamente llama "efecto Sue Ellen", en referencia a la protagonista de la serie televisiva Dallas –que siempre tomaba una copa para relajarse antes de irse a dormir–. Tras un día de trabajo intenso y largo, cierta cantidad de alcohol al terminar una cena más o menos copiosa produce un efecto relajante que, a la madrugada siguiente, tiene que revertirse con una buena dosis de café (a menudo potenciada con la nicotina de algún cigarrillo) y el azúcar (en el mismo café, en la bollería que comemos para desayunar, o con la bebida de cola que tomamos a cualquier hora). Para contrarrestar este estado de excitación continuada y poder conciliar el sueño, habrá que ingerir alcohol de nuevo la noche siguiente, y así sucesivamente. Cafeína, nicotina, azúcar y alcohol, cuatro elementos que, cuando dejan de tomarse únicamente para saborearlos, se convierten en malos compañeros.

Especial atención merece la glucosa, un compuesto indispensable para numerosas funciones vitales y que es casi la única fuente de energía del cerebro, adonde llega a través del flujo sanguíneo. El cerebro requiere glucosa para poder llevar a cabo de manera eficiente sus múltiples tareas, desde recibir y procesar la información de los sentidos hasta funciones superiores como pensar, recordar o planificar, pasando por el complejo mantenimiento de la homeostasia de todo el cuerpo. Lo curioso es que hay una tarea que requiere un aporte especial de glucosa: el autocontrol.

Matthew Gaillot y Roy Baumeister, dos psicólogos de la Universidad estatal de Florida, han realizado un exhaustivo estudio de la conducta en centenares de personas que les ha permitido concluir que unos niveles de glucosa adecuados y constantes son fundamentales para poder ejercer el autocontrol –la capacidad de frenar los impulsos y las respuestas automáticas de una manera consciente, algo que resulta esencial para el buen funcionamiento tanto individual como social, para facilitar la cooperación y la armonía entre los grupos humanos–. Esto podría explicar algunas de las conductas que se observan tras reuniones largas en las que la hipoglucemia hace mella en los participantes y aumenta la probabilidad de que aparezcan respuestas fuera de tono o discusiones cuyo origen es a menudo el cansancio mental.

Sin embargo, hay que aclarar de inmediato que glucosa no significa necesariamente hidratos de carbono refinados; debemos recordar que el organismo es capaz de obtener glucosa de otras fuentes, como las proteínas o la fruta.

¿Vamos hacia una neurogastronomía? Por el momento, quizás no se trate tanto de que los chefs tengan una formación en neurociencias ni de que haya restaurantes con menús para moldear el estado de ánimo, sino de ser conscientes del valor de una dieta equilibrada sobre la silueta o la salud cardiovascular, pero también sobre las emociones y el estado de ánimo. Y, mientras tanto, no olvidar que los intestinos y el humor pueden jugar malas pasadas cuando, en lugar de sentarnos a la mesa como se merece una buena comida, lo hacemos como una rutina, de prisa y corriendo, pensando sólo en el trabajo y enfrascados en la ansiedad o en eso que llamamos estrés cotidiano.


¿Y el segundo cerebro?

Michael Gershon es catedrático del Departamento de Anatomía y Biología Celular en la Universidad de Columbia. En su libro "The second brain" aclara: "Éste no sirve para resolver problemas filosóficos ni para escribir bellos poemas; tales actividades están reservadas para el cerebro de la cabeza"; ahora bien, recuerda que hay otra parte del cuerpo humano dotada de una complejísima red de tejido nervioso que, además, contiene gran cantidad de neurotransmisores, como los que también se encuentran en el otro cerebro (por ejemplo, la serotonina). Es el sistemanervioso entérico, que acompaña al tubo digestivo desde el esófago hasta los intestinos, pasando por el estómago.

Hasta hace poco se creía que el sistema nervioso entérico únicamente tenía fines digestivos y de absorción de los nutrientes. Sin embargo, hoy sabemos que el "segundo cerebro" está en estrecha relación con el primero, y contribuye a determinar nuestro estado mental e incluso puede desencadenar síntomas específicos. Eso explicaría el cosquilleo en el estómago que percibimos en situaciones de ansiedad o que algunas personas traduzcan dicha ansiedad en problemas como estreñimiento o diarrea. Varios estudios apuntan al hecho de que parte de nuestras emociones están vehiculizadas por el tejido nervioso entérico. Curiosamente, de nuevo, varias expresiones populares hacen referencia a esta relación desde antaño.




Fuente: LaVanguardia.es
Autor: Albert Figueras. Medico

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