sábado, 11 de agosto de 2007

EL SECRETO PARA LA LONGEVIDAD. Extractado de National Geographic.

Hace unos días me encontraba en las oficina, y mientras esperaba ser atendido, tomo una revista National Geographic, bajo el titulo “The Secrets of the Long Life” (de noviembre del 2005 y en la edición en español salio el titulo “En busca de la eterna Juventud”). Articulo central escrito por Dan Buettner y con unas excelentes fotografías de David Mclain.

Me recordó que tenía un post que había comenzado a escribir hacia mucho tiempo ya que uno de los artículos hablaba de los adventistas entre otros pueblos que se destacan por su longevidad. Aquí comparto con ustedes parte del mismo, en especial el que habla de los Adventistas. Como así también los accesos para que puedan acceder directamente a más información brindada por la revista National Geographic. MF

ADVENTISTAS.

El año pasado, cuando cumplió 100 años, Marge Jetton renovó su licencia de conducir por cinco años más. Pero lo que realmente la mantiene activa, según nos dice, es su fe cristiana. Ella, al igual que otros Adventistas del Séptimo Día- que evitan la comida chatarra y la cafeína- tienden a vivir entre cuatro y diez años más que el promedio de los californianos. “Necesitamos alguien que nos guíe en esta vida, y necesitamos tener grandes esperanzas”. Dice Marge. “Dios es un buen amigo”

Es viernes por la mañana y Marge Jetton conduce por la autopista de San Bernardino en su Cadillac Seville color malva. Escudriña el pasaje a través de sus anteojos oscuros, mientras su cabeza apenas sobrepasa el volante.

Marge, quien en septiembre cumplió 101 años, va retrasada para uno de los varios trabajos voluntarios que tiene el día de hoy y conduce rápidamente. Esta mañana ya ha caminado un kilómetro y medio, ha levantado pesas y ha desayunado su avena. “No sé bien por qué el Señor me ha concedido el privilegio de vivir tanto”, dice, señalándose a sí misma. “Pero mire lo que ha hecho”. Puede que Dios tenga o no tenga que ver con la vitalidad de Martge, pero su religión, seguro que sí.

Marge es una Adventista del Séptimo Día. Estamos en Loma Linda, California, a medio camino entre Palm Springs y Los Angeles. Aquí, rodeada de naranjos y normalmente cubierta por un smog color mostaza, vive una muy estudiada comunidad de Adventistas Séptimo Día.

La Iglesia Adventista siempre ha predicado y practicado un mensaje de salud: prohíbe expresamente fumar, consumir alcohol y la ingestión de alimentos bíblicamente “contaminantes”. “La dieta que el Creador escogió para nosotros está constituida por granos, frutas, nueces y vegetales”, escribió Ellen White, una lider influyente que ayudó a conformar la Iglesia Adventista.

Los adventistas también cumplen con el Shabat, interactuando socialmente con otros miembros de la iglesia y disfrutando de un “tiempo de sacralizad” que les ayuda a liberar el estrés. En la actualidad, la mayoría de los adventistas sigue el estilo de vida prescrito, un testimonio quizás de lo saludable que resulta mezclar la salud con la religión.

Entre 1976 y 1988, los institutos nacionales para la Salud de Estados Unidos patrocinaron un estudio de 34 mil adventistas de California, para ver si su estilo de vida, orientado hacia la salud, incidía en sus expectativas de vida y en los riesgos de enfermedades del corazón y de cáncer. El estudio encontró que el hábito de los adventistas de comer habichuelas, leche de soya, tomates y otros frutos disminuía su riesgo de contraer ciertos tipos de cáncer. También sugería que consumir pan de trigo entero, tomar cinco vasos de agua al día, y, lo más sorprendente, el consumo de cuatro porciones de nueces por semana, reducía el riesgo de contraer enfermedades del corazón. Otra conclusión fue que no comer carnes rojas había coadyuvado para evitar tanto el cáncer como las enfermedades del corazón.

Al final, el estudio llegó a una asombrosa conclusión, afirma Gary Fraser de la Universidad de Loma Linda: el adventista vegetariano promedio vive entre cuatro y 10 años más que el californiano promedio.

Me reúno con Marge en un salón de belleza en Redlands. Cada viernes, en los últimos 20 años, no ha faltado a su cita de las 8 a.m. con su estilista, Barbara Millar.

Cuando llego, Marge hojea una copia del Reader’s Digest, mientras Bárbara le alisa un mechón de cabellos plateados. “¡Llegas tarde!”, me grita.

“Somos un montón de dinosaurios aquí”, me susurra Bárbara. “Eso lo serás tu”, le contesta, enérgica, Marge. “Yo no.”

Media hora más tarde, con el cabello luciendo como un copo de algodón, Marge me lleva hasta su coche. No camina, sino que sale pitando con un aire de autosuficiencia. “Súbete, me ordena, Me puedes ayudar”. Vamos hacia Loma Linda, a un hogar de atención diurna para ancianos, muchos de los cuales son varias décadas más jóvenes que Marge.

Marge abre la cajuela del coche y carga cuatro montones de revistas que reunión durante la semana. “Los ancianitos de aquí las leen y recortan las fotografías para hacer manualidades”, me explica. ¿Ancianitos?

Próxima parada: entregar botellas reciclables a una mujer que vive de la asistencia social y quien luego las cambiará por el dinero de los depósitos. En el camino, Marge me cuenta que ella nació pobre, hija de un criador y domador de mulas y de una ama de casa de Yuba City, en California. Trabajó como enfermera, mantuvo a su marido para que estudiara medicina, y crió a dos hijos. Su esposo James murió dos días antes de cumplir 77 años de casados. “Por supuesto que de vez en cuando me siento sola, pero para mi eso siempre ha sido un signo de que debo levantarme e ir a ayudar a alguien”

Como muchos adventistas, Marge pasa la mayor parte de su tiempo con otros correligionarios. “Es difícil tener amigos que no sean adventistas”, dice. “¿Dónde los puede conocer uno? No hacemos las mismas cosas.” Como resultado de esto, según afirman los investigadores, los adventistas aumentan sus posibilidades de longevidad al asociarse con personas que refuerzan sus costumbres saludables.

Al atardecer ya de regreso en Linda Valley Villa, la comunidad de adventistas retirados donde vive, Marge me invita a almorzar. Nos sentamos aparte, pero una serie de vecinos se acercan a saludar. Mientras comemos un guisado de tofu y una ensalada verde mixta, le pido a Marge que comparta conmigo su sabiduría de longevidad.

“No he comido carne en 50 años y no como nunca entre comidas”, me dice, mientras le da unos golpecitos a sus dientes perfectos. “Son todos míos”. Su trabajo voluntario le ayuda a sobrellevar la soledad que sufren los adultos mayores y le brinda, a la vez, una fuente de motivación, que también es algo de lo que están imbuidas las vidas de otros centenarios exitosos. “Hace mucho tiempo me di cuenta que tenía que salir al mundo”, me dice. “El mundo no iba a venir a mi”.

Tengo una última pregunta para Marge. Después de haber entrevistado a más de 50 centenarios en tres continentes, los encontré a todos muy agradables. No hallé ni un gruñón en el grupo. ¿Cuál es el secreto para un siglo de simpatía?

“Bueno, me gusta hablar con la gente. Veo a los extraños como amigos a los que aún no he conocido”. Hace una pausa meditativa. “Aunque quizás, la gente me pueda mirar y decirse: ¿Por qué esa mujer no se queda callada?”.

Sobre el articulo bajo el titulo, “The Secrets of the Long Life”, algo que me llamo la atención en la galería de fotos de la la revista National Geographic, es un breve comentario de Dan Buettner y la fotografía de David Mclain donde muestran a una familia adventista orando a la mañana. Y apuntan a la oración y comunión con Dios como uno de los secretos de la longevidad.

¿Creería que usted puede agregarle 10 años a su vida?

POR QUÉ VIVEN MÁS TIEMPO.
Las personas muy longevas en tres regiones muy distantes entre sí comparten un número de hábitos clave, a pesar de tener orígenes y creencias distintas.


La Biblia nos dice que no comamos cerdo”, dice Lidia Newton, quien prefiere las habichuelas, el queso, el pan y una rebanada de pastel de cumpleaños. Lidia, de 112 años, se encuentra entre las 20 personas más longevas del mundo, a sólo tres años de quien encabeza la lista.

Una vida larga y saludable no es un accidente. Comienza con “buenos” genes, pero también depende de los buenos hábitos que se tengan. Según los expertos, si se adopta el estilo de vida correcto, existen muchas probabilidades de que se pueda vivir un decenio más. En los últimos años, los investigadores han escudriñado el mundo para buscar los secretos de una larga vida. En Cerdeña, Italia, un equipo de demógrafos encontrón un foco de longevidad en los pueblos montañeses, donde los hombres llegan a los 100 años en una proporción asombrosa. En las islas de Okinawa, Japón, otro equipo examinó a un grupo de personas que se encuentra entre quienes más han vivido en la Tierra. Y en Loma Linda, California, los investigadores estudiaron a un grupo de Adventistas del séptimo Día que se distinguía por su longevidad. Los habitantes de estos tres lugares producen el porcentaje más alto de centenarios, padecen una fracción de las enfermedades que normalmente matan a las personas en otras partes del mundo industrialmente avanzado y disfrutan de una mayor cantidad de años de vida saludable.


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EL MITO DEL VEGETARIANISMO*, por Keith Lockhart**.

En las interesantes reminiscencias de su crecimiento en un hogar adventista en la década de los 70, Andy Nash cuenta de un almuerzo a la canasta celebrado un sábado en su iglesia. Entre los concurrentes había una familia no adventista. Deseosos de contribuir al almuerzo, los visitantes fueron apresuradamente a un Kentucky Fried Chicken cercano y regresaron con un balde grande de piernas de pollo que depositaron en la mesa común. Los miembros, no sabiendo cómo actuar, al principio pasaron por alto las presas de pollo y se sirvieron del plato que aparece regularmente en tales ocasiones entre adventistas: el rollo de pechuga de pavo vegetariano. Entonces, el pastor local, sin miramientos, se sirvió del jugoso pollo frito. Según se cuenta, un gran silencio se dejó sentir entre los presentes, "parecido al que precede una avalancha". De pronto, como una sola persona, todos se apresuraron a servirse del pollo frito. (1)

Puede que sea una anécdota elaborada, pero hace resaltar un falso concepto que perdura en la iglesia: la idea que los adventistas son vegetarianos. Es un mito que se repite tanto en la mayoría de las obras de referencia como en el Internet cuando se informa acerca de los adventistas. La última edición de la Encyclopedia of Christianity dice que los adventistas "embrace vegetarianism" (han adoptado el vegetarianismo). (2) Un artículo acerca de la iglesia en la página web Movimientos Religiosos informa que "una grande proporción" de los adventistas practican el vegetarianismo, y en las páginas cibernéticas sobre comidas en la sección interactiva de CNN simplemente se afirma que los adventistas del séptimo día "son vegetarianos". (3)

No es motivo de sorpresa que los no adventistas digan tal cosa cuando la iglesia se empeña en propagar esa imagen. En un libro que la iglesia preparó para promover el "estilo de vida adventista" entre los nuevos conversos, se les informa que "muchos adventistas elijen ser vegetarianos". (4) Un nuevo miembro de iglesia que escribió a la Adventist Review (La revista adventista) está bajo la impresión que "casi todos los adventistas son vegetarianos", mientras que la página SDAToday.net declara que "la mayoría de los adventistas son vegetarianos". (5) La imagen es recalcada por el hecho que en las cafeterías de instituciones adventistas, con la excepción de hospitales que atienden pacientes no adventistas, sólo se sirve comida vegetariana.

Un vistazo ligero a la historia del adventismo, sin embargo, revela que, como estilo de vida, el vegetarianismo nunca obtuvo mayor éxito entre los adventistas. Cuando el doctor John Harvey Kellogg estudió el progreso de la reforma pro salud en la denominación hasta 1891, encontró que entre los miembros de iglesia el vegetarianismo prácticamente no existía. Según Kellogg, los adventistas habían llegado a la conclusión opuesta: "un buen bife de res es necesario para la buena salud". Además, en las asambleas anuales las casetas de comida ofrecían "carne seca, arenque ahumado, bacalao, hipogloso ahumado", y "diversos anillos de chorizo". Con obvio desánimo concede él que, entre "las familias de la denominación, probablemente se pueda encontrar muy pocas que no se congregan diariamente junto a las ollas de carne". (6)

El sanatorio de Battle Creek, que Kellogg administraba, también servía carne. Un menú del sanatorio fechado en 1888 ofrece bife de res y cordero asado entre otras cosas. (7) Elena White, que introdujo el vegetarianismo a la denominación con sus visiones sobre la salud, a través de los años continuó comiendo venado, pato, pollo, ostras y arenque. (8)

En la última década del siglo diecinueve se hizo un gran esfuerzo por convertir a los adventistas al vegetarianismo, dirigido principalmente por Kellogg. A comienzos de la década él eliminó las carnes del menú del sanatorio, y en 1894 Elena White finalmente quitó la carne de su dieta. (9) La mayoría de los adventistas, sin embargo, decidieron no seguir su ejemplo, inclusive la esposa de Kellogg.

La Sra. Kellogg, la directora de "una cocina experimental y una escuela de cocina" en el sanatorio de Battle Creek, publicó un libro de recetas de cocina en 1893. (10) Si bien en la introducción admite que los ingredientes de origen animal no son "necesarios para el debido mantenimiento de la vida y la salud vigorosas", una amplia sección está dedicada a la selección, preservación y preparación de carnes. Muchas recetas informan cómo preparar carne de res, capón, pollo, aves silvestres, pescados, mariscos, langostas y cangrejos. (11)

La señora Kellogg específicamente omite el cerdo, mucho antes que S. N. Haskell presentara su interpretación de las leyes levíticas sobre la alimentación en 1903 (el primer adventista que lo hiciera), y que la iglesia decidiera proscribir las carnes "impuras". (12) La causa del vegetarianismo fue perdida definitivamente mas tarde en esa década cuando Kellogg, quien hubiera podido convencer a la iglesia, fue desfraternizado por la denominación en 1907, y en 1908 el presidente de la Asociación General, A. G. Daniells, se declaró exitosamente en contra de que el vegetarianismo fuera una prueba de discipulado, a pesar de que la Hna. White era quien había apoyado la idea. (13)

Lo que produjo ese resultado no fue sólo que el Pastor Daniells, el presidente de la iglesia con el mayor número de años en ese puesto, era conocido por todos como carnívoro. Aparentemente él tenía mejor conocimiento que la profetisa de la membresía de la iglesia. Si ella hubiera prevalecido, y el vegetarianismo se hubiera convertido en un requisito de membresía, una gran proporción de adventistas, incluyendo algunos altos dirigentes, hubieran sido desfraternizados inmediatamente.

Uno de los factores que pudo haber militado en contra del vegetarianismo fue que los adventistas, en su mayoría, eran pobladores del campo. Al comienzo del siglo veinte, muchos adventistas eran agricultores, y probablemente estaban acostumbrados a comer carne de animales domésticos. (14) A medida que la proporción de adventistas agricultores menguó, la proporción de miembros vegetarianos aumentó. Esta tendencia fue reforzada en las décadas de los 20 y los 30 por adventistas como T. A. Van Gundry, quien elaboró nuevos productos a base de habichuelas soja, y Jethro Kloss, autor del famoso libro de recetas vegetarianas, Back to Eden (Retornando al Edén). (15)

Ya para la década de los 40, fábricas adventistas como Loma Linda Foods y Worthington Foods comenzaron a producir sustancias que imitan a las carnes, facilitando así el abandono de la carne como alimento por algunos adventistas. (16) Sin embargo, una encuesta de alumnos de escuelas primarias adventistas en California, realizada en 1958, encontró que sólo un 27 por ciento practicaban el vegetarianismo. Respondiendo a la demanda que eligieran su plato favorito en una lista que incluía platos de carne y platos vegetarianos, la mayoría de los niños eligieron el pollo frito. El plato menos preferido fue la hamburguesa vegetariana. (17)

En la década de los 90, las investigaciones de Monte Sahlin demostraron consistentemente que sólo un 28 por ciento de los miembros de iglesia son vegetarianos, y sólo un 27 por ciento consideran que se le debe dar "gran énfasis" al tema. (18) Una encuesta sobre la salud llevada a cabo entre los delegados a la conferencia general del 2000 reveló que 30 por ciento de ellos eran vegetarianos, ciertamente un porcentaje muy bajo siendo que se trataba de mayormente administradores, pastores y otros empleados de la iglesia—en otras palabras, las personas más comprometidas con la denominación. (19) Entre los miembros de etnias minoritarias los vegetarianos son aún más escasos. (20) Entre los hispanos, sólo un 7 por ciento de los miembros adultos se abstienen de las carnes. (21)

Las únicas investigaciones que contradicen estos resultados son el Adventist Mortality Study (AMS, Estudio de la mortalidad entre los adventistas), que rastreó adventistas en la década de los 60, y el Adventist Health Study (AHS, Estudio de la salud entre los adventistas), que hizo lo mismo en las décadas de los 70 y los 80. Estos informan que alrededor del 50 por ciento de la membresía es vegetariana. (22)

Estos estudios, sin embargo, incluyen en sus resultados a aquellos que comen carne ocasionalmente. El porcentaje de los que nunca la comen es mucho más bajo—menos del 30 por ciento. (23) Esta cifra, probablemente, todavía es demasiado optimista acerca del número de vegetarianos en la población adventista alrededor del mundo, puesto que ambos estudios fueron llevados a cabo entre adventistas blancos con un alto grado de educación académica en California. Las probabilidades de ser vegetariano son más altas en un adventista blanco, no—hispano, con una buena educación que en un blanco con menos educación, o un negro o un hispano no importa su grado de educación.

También hay que tomar en cuenta (aunque probablemente sea difícil demostrarlo con la información existente) que los vegetarianos estaban más dispuestos a participar voluntariamente en las encuestas adventistas sobre la salud que los no vegetarianos, y que es posible que el vegetarianismo sea más común en California que en otras partes.

Por lo tanto, los resultados obtenidos por los estudios de la mortalidad y la salud, que reflejan el estilo de vida adventista de las décadas de los 60 y los 70, concuerdan con los resultados de los estudios más recientes y sugieren que los vegetarianos son menos del 30 por ciento. Sin embargo, dado que las encuestas auspiciadas por la iglesia normalmente incluyen el 60 por ciento de la membresía que mantiene un contacto firme con la denominación, la proporción de vegetarianos dentro de la membresía adventista mundial es probablemente aún menor.

En efecto, no hay razones que le hagan a uno pensar que la proporción de vegetarianos dentro de la iglesia sea más que el 20 por ciento. La proporción de vegetarianos de toda la vida debe ser aún menor. Más de la mitad de la población adventista consiste de conversos. Si los adventistas de nacimiento son más propensos a ser vegetarianos que los conversos, pareciera ser que los adventistas que son vegetarianos por toda la vida no son mas que el 10 por ciento.

Desde la publicación de los resultados del AMS y del AHS ha quedado la impresión, tanto fuera como dentro de la denominación, que los adventistas gozan de más años de vida que el resto de la humanidad, y que esto se debe a que los miembros practican el vegetarianismo. La publicidad dada a la longevidad de los adventistas en Nacional Geographic, citando los resultados del AHS, es sólo la última expresión de esta relación. (24)

Puede ser que, indudablemente, el vegetarianismo sea beneficioso para el ser humano, pero siendo que los que participaron en estos estudios no representan fielmente a la población adventista en general, y que tan pocos adventistas son en verdad vegetarianos, como Gary Fraser indica en su reciente libro, (25) es muy difícil demostrar la relación de causa y efecto entre la aparente mayor longevidad de los adventistas y la carencia de carne en sus dietas.

La verdad es que los adventistas no han adoptado el vegetarianismo, y a través de los años nunca lo hicieron. Muy pocos miembros de la iglesia son vegetarianos. El mundo adventista es un mundo de carnívoros donde por lo menos de un 70 a un 80 por ciento come carne. La iglesia come platos vegetarianos sólo en público. Proyecta al mundo una imagen de salud basada en el vegetarianismo, cuando la gran mayoría de sus miembros no lo practican.

* Articulo extraído de SPECTRUM, revista online de Association of Adventist Forums (AAF). Traducido por Herold Weiss.

** Keith Lockhart acaba de terminar, con Malcolm Bull, la preparación de la segunda edición de su libro, Seeking a Sanctuary: Seventh-day Adventism and the American Dream (Buscando un santuario: El adventismo del séptimo día y el sueño de los norteamericanos). Fue publicado por Indiana University Press, en el otoño de 2006.

+ Recomiendo leer tambien articulo estractado de National Geographic mencionado. EL SECRETO ADVENTISTA PARA LA LONGEVIDAD.

Referencias. 1. Andy Nash, Growing Up Adventist: A Fond Look Back at the Church that Taught Me Faith, Love and Laughter (Creciendo adventista: Una afectuosa mirada retrospective a la iglesia que me enseñó a creer, a amar, y a reir) (Nampa, Idaho: Pacific Press, 1997), 73-74. 2. John Bowden, ed., Encyclopedia of Christianity (New York: Oxford University Press, 2005),1. 3. religiousmovements.lib.virginia.edu/nrms/sevn.html; y www.cnn.com/FOOD/resources/food.for.thought/veggies/vegetarianism.
4. Fannie L. Houck, Beyond Baptism: What the New Believer Should Know About the Adventist Lifestyle (Después del bautismo: Lo que el recién convertido debe saber acerca del
estilo de vida adventista) (Hagerstown, Maryland: Review and Herald, 1987), 69. 5. Ver la sección de preguntas contestadas por Allan R. Handysides and Peter N. Landless en "The Truth of the Matter" (La verdad de lacuestión) Adventist Review, 24 de abril, 2003, 22; y "Why Be SDA?" ("¿Por qué ser adventista?") en www.sdatoday.net. 6. Boletín cotidiano de la Conferencia General, 9 de marzo, 1891, 42. 7. Ver la figura 18 en Patsy Gerstner, "The Temple of Health: A Pictorial History of The Battle Creek Sanitarium" (El templo de la salud: historia fotográfica del sanatorio de Battle Creek), número especial de Caduceos: A Humanities Journal for Medicine and the Health Sciences 12:2 (1996): 17. 8. Que la profetisa comió de esto está documentado en Roger W. Coon, Ellen White and Vegetarianism: Did She Practice What She Preached? (Elena White y el vegetarianismo: practicó ella lo que predicaba?) (Boise, Idaho: Pacific Press, 1986), que también ofrece explicaciones de su conducta. 9. Gerstner, "Temple of Health", 17, y Ronald L. Numbers, Prophetess of Health: Ellen G. White and the Origins of Seventh-day Adventist Health Reform (Profetisa de la salud: Elena G. de White y los orígenes de la reforma pro salud de los adventistas del séptimo día), edición revisada (Knoxville: University of Tennessee Press, 1992), 172. 10. Mrs. E. E. Kellogg, Science in the Kitchen (La ciencia en la cocina) (Chicago: Modern Medicine, 1893), 3. 11. Ibid., 391, 389–416, 392.
12. Ver Ron Graybill, "The Development of Adventist Thinking on Clean and Unclean Meats" (El desarrollo del pensamiento adventista sobre las carnes puras e impuras) (E. G. White Estate pamphlet, 1981), 5. Debe notarse que si bien la iglesia aparentemente adoptó esta legislación al comienzo del siglo pasado, y los adventistas en general la siguen con más determinación que al vegetarianismo, ésta no forma parte de las creencias fundamentales adoptadas en 1980. 13. Acerca de lo segundo, ver Numbers, Prophetess of Health, 173–74.
14.
Hasta 1930 en muchas regions de los Estados Unidos la mayoría de los adventistas eran agricultores. Ver Walter R. Goldschmidt, "Class Denominationalism in Rural California Churches" (Denominacionalismo y clases sociales en las iglesias rurales de California) American Journal of Sociology 49, no. 4 (1944): 348–55.15. Ver Karen Iacobbo y Michael Iacobbo, Vegeterian America: A History (Norteamérica vegetariana: una historia) (Wesport: Praeger, 2004), 157. 16. La SDA Enciclopedia da información sobre Loma Linda Foods. En el internet se puede encontrar información sobre la historia del vegetarianismo en la página de la Soyfoods Center, donde Loma Linda Foods y Worthington Foods aparecen en un capítulo sobre el adventismo. 17. Irma Bachmann Vyhmeister, "A Survey of Children’s Food Attitudes and Habits in Five Southern California Seventh-day Adventist Schools" (Una investigación de las actitudes y hábitos alimenticios de los niños en cinco escuelas de la Asociación del Sur de California de los adventistas del séptimo día) (tésis de maestría, College of Medical Evangelists School of Graduate Studies, 1958), 57, 14, y figura 4. 18. Monte Sahlin, Trends, Attitudes, and Opinions: The Seventh-day Adventist Church in North America (Tendencias, actitudes y opiniones: la iglesia adventista del séptimo día en Norteamérica) (Lincoln, Nebr.: Center for Creative Ministry, 1998), 120, 80. 19. "Health Survey Shows that Adventists Should Practice More of What they Preach" (La encuesta sobre la salud muestra que los adventistas debieran practicar más lo que predican), Adventist News Network Bulletin, 15 de marzo, 2001. 20. Sahlin, Trends, Attitudes, and Opinions, 120, y Gary E. Fraser, Diet, Life Expectancy, and Chronic Disease: Studies of Seventh-day Adventists and Other Vegetarians (La dieta, la expectativa de vida, y las enfermedades crónicas: Estudios de adventistas del séptimo día y otros vegetarianos) (New York: Oxford University Press, 2003), 15, acerca de los adventistas negros. 21. Johnny Ramírez-Johnson and Edwin I. Hernández, AVANCE, A Vision for a New Mañana: Report of the Study of the Hispanic Seventh-day Adventist Church in North America (AVANCE: Resultados del estudio de la iglesia adventista del séptimo día hispana en Norteamérica) (Loma Linda, Calif.: Loma Linda University Press, 2003), 88. 22. Los resultados del AMS y del AHS pueden verse en Roland L. Phillips, "Role of Life-style and Dietary Habits in Risk of Cancer among Seventh-day Adventists" (El rol del estilo de vida y los hábitos dietéticos en el riesgo de cancer entre los adventistas del séptimo día), Cancer Research 35, no. 11 (1975): 3513, y W. Lawrence Beeson, et al., “Chronic Disease Among Seventh-day Adventists, A Low-Risk Group” (Enfermedades crónicas entre los adventistas del séptimo día: un grupo con bajo riesgo), Cancer 64, no.3 (1989): 570. Para más información acerca de cómo fueron diseñados el AMS y el AHS, ver Fraser, Diet, Life Expectancy, and Chronic Disease, 279–87. 23.Ver tabla 2 en Phillips, "Role of life-style and Dietary Habits," 3514, y Fraser Diet, Life Expectancy, and Chronic Disease, 12. 24. Dan Buettner, "The Secrets of Long Life" (Los secretos de la longevidad), National Geographic, Nov. 2005, 22–27. 25. Fraser, Diet, Life Expectancy, and Chronic Disease, 9, 12–13.

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