domingo, 16 de noviembre de 2008

CAFEINA ¿Ha cambiado la posición de la iglesia?

En nuestros hogares, no bebemos o servimos bebidas con cafeína. Mis hijos cuestionan la posición de la Iglesia Adventista sobre el tema porque muchos de sus amigos de la iglesia toman esas bebidas en sus casas y aun en programas de la iglesia. ¿Ha cambiado la posición al respecto?

NO, la iglesia no ha cambiado su posición sobre el té, el café y otras bebidas con cafeína. En los Reglamentos laborales de la Asociación General 2007-2008, página 293, leemos lo siguiente: “Se desalienta el consumo de café, té y otras bebidas con cafeína”. Asimismo, en el Concilio Anual 2007, la administración de la iglesia confirmó que “la atención y los ministerios de salud adventistas solo promoverán prácticas que estén basadas en la Biblia o el Espíritu de Profecía, o los métodos basados en evidencias para la prevención y el tratamiento de las enfermedades, y para la conservación de la salud” (Ibíd., p. 297).

Elena de White nos brinda firmes consejos de evitar las bebidas cafeinadas. Ella jamás se refirió específicamente a la cafeína, pero su descripción de los efectos del té y el café reflejan abiertamente las acciones de la cafeína, por lo que podemos ver claramente que está hablando en contra.

Algunas publicaciones científicas están dando mensajes opuestos al referirse a estudios que muestran aparentes beneficios. Los grupos de presión que apoyan a la cafeína se encargan de comunicarnos con presteza y eficiencia estos informes. Sin embargo, las características farmacológicas básicas de la cafeína no han cambiado. Es la droga activadora psíquica (que produce cambios de ánimo) más popular y se utiliza mucho más que el alcohol y el tabaco. Puede producir dependencia física, que produce el síndrome de abstinencia cuando se interrumpe su ingesta abruptamente. Cuando esto sucede, la persona puede sentir síntomas tales como jaquecas, cansancio, irritabilidad, falta de concentración y náuseas.

Si bien no es común que se produzca la muerte por sobredosis de cafeína, de hecho es posible cuando se la busca intencionalmente, pero es más probable que suceda cuando se la ingiere en forma de comprimidos. Debido a la creciente popularidad de las bebidas gaseosas y energizantes, los médicos a cargo de las salas de emergencia en hospitales y centros de salud y los toxicólogos están notando un incremento de los problemas y síntomas relacionados con la cafeína; esto es especialmente notorio entre los adultos jóvenes.

En 2006, solo en los Estados Unidos se gastaron casi cuatro mil millones de dólares en bebidas energizantes; esto es un indicador de la tendencia mundial. Asimismo, ese año se introdujeron en el mundo quinientas nuevas marcas de bebidas de este tipo que contienen niveles significativamente más elevados de cafeína que las bebidas cafeinadas promedio. El análisis de esta realidad revela la fórmula utilizada para atrapar a los niños y jóvenes: se los expone a bebidas azucaradas, luego se les agrega cafeína, y más tarde son introducidos a las bebidas energizantes. El siguiente paso es adicionar alcohol a las bebidas energizantes que son presentadas y comercializadas de una forma muy similar. Como resultado se produce fácilmente confusión de marcas. A ello contribuye que, estratégicamente, se venden a menor precio las bebidas energizantes con alcohol que las que no lo tienen. Además, el diseño del producto y la comercialización apunta a los jóvenes, y el objetivo final es el “ebrio bien despierto”. ¡Qué parodia! Uno de cada tres adolescentes probablemente haga uso de bebidas energizantes (en comparación con uno de cada diez adultos). Tenemos el deber de informar a los jóvenes, de darles el ejemplo y de luchar contra este mal que ataca a nuestra sociedad.

La cafeína es útil como componente de ciertos analgésicos, para tratar las migrañas y otras afecciones que producen dolor. Para los que creen necesario utilizar estos medicamentos, les hará bien saber que Elena de White menciona que ella misma consumió café (presumiblemente refiriéndose a la cafeína) como medicina. (Véase Mensajes selectos, vol. 2, p. 347, 348.)

Haremos bien en aplicar con oración y de manera consecuente el principio de la temperancia: “La verdadera temperancia nos enseña a abstenernos por completo de todo lo perjudicial, y a usar cuerdamente lo que es saludable” (Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 605).

Fuente: AdventistWorld.com
Autores: Ministerios de Salud de la Asociación General
-Peter N. Landless,
M.B., B.Ch., M.Med., F.C.P.(SA), F.A.C.C., es ejecutivo del ICPA y director asociado de Ministerios de Salud de la Asociación General.

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