Sea una simple radio o una compleja y enorme pantalla para un televisor estereofónico, una batidora o el último automóvil, todo lo que tú compras viene con un manual del dueño. El fabricante espera que tú leas el manual antes de que empieces a usar tu nueva adquisición. Tú acudirás al manual tan frecuentemente como sea necesario a fin de comprender el mecanismo y el funcionamiento del producto y para asegurarte de que sirva mejor y dure más tiempo.
Si eso es así con una batidora o un automóvil, ¿cuánto más deberíamos cuidar de nuestro cuerpo, quizá el sistema más complejo que jamás hayamos conocido?
La Biblia nos informa que "Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente" (Génesis 2:7). El Creador también nos ha dado su manual para el debido cuidado y tratamiento de nuestro cuerpo. Este manual es la Biblia y se nos anima a leerla para una mejor comprensión del cuidado del cuerpo. Pablo dice: "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo...? Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo" (1 Corintios 6:19-20). En adición a otros significados que este pasaje pueda encerrar, uno relevante para nuestro estudio es la cuestión de qué habremos de comer y de beber.
La epidemiología de los adventistas
Durante las últimas décadas, diversas organizaciones relacionadas con la salud dentro y fuera de los Estados Unidos (por ejemplo, los Institutos Nacionales de Salud, la Sociedad Americana de Cáncer, la Asociación Americana del Corazón, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, la Organización Mundial de la Salud, etc.) han provisto evidencias epidemiológicas en cuanto a qué características del estilo de vida promueven la salud y frenan el proceso de la enfermedad. Parte de esa evidencia proviene de investigaciones de salud sobre los adventistas del séptimo día. Dichas investigaciones se han concentrado en los adventistas por dos razones. Primero, ellos tienden a ser más homogéneos en muchas de sus elecciones relacionadas con el estilo de vida, tales como el evitar el alcohol y el tabaco. Segundo, los adventistas son más heterogéneos en sus hábitos nutricionales: varían desde vegetarianos estrictos (dieta sin productos animales) hasta lacto-ovovegetarianos (dieta que incluye productos lácteos y huevos, pero no carne) y omnívoros (consumidores de todo, incluso carne). Se han publicado más de 250 artículos alrededor del mundo sobre las ventajas de salud de los adventistas. La mayor parte de lo que se describe a continuación se refiere a investigaciones conducidas por investigadores de la Universidad de Loma Linda sobre los adventistas en California. Pero se han informado hallazgos similares respecto a los adventistas en Noruega, Holanda, Polonia, Dinamarca, Japón, Australia y otros países.
El Estudio de Mortalidad Adventista (EMA)
El primer estudio epidemiológico importante de adventistas comenzó en 1958. Se lo conoce como el Estudio de Mortalidad Adventista (EMA) e implicó a 22.940 adventistas blancos no hispanos en California.1 Los hallazgos de este estudio sobre adventistas fue comparado con un estudio similar de no adventistas conducido por la Sociedad Americana de Cáncer durante el mismo período. Ambos estudios utilizaron a personas voluntarias en California que eran relativamente bien educadas en comparación con el californiano promedio. Ambos estudios obtuvieron copias de certificados de defunción de participantes en el estudio que habían muerto durante los años consecutivamente subsiguientes. Las similitudes entre los grupos eran importantes porque se había encontrado que los individuos que se prestan como voluntarios para tales estudios tienden a ser más sanos que la población en general, y aquellos que se encuentran en las clases económicas superiores por lo general tienden a tener índices inferiores de enfermedad. De esta manera, el Estudio de Mortalidad Adventista y el estudio de la Sociedad Americana de Cáncer proveyeron una comparación razonablemente imparcial entre adventistas y no adventistas.
La comparación reveló lo siguiente: Si la mortalidad por cáncer en el Estudio de la Sociedad Americana de Cáncer era de 100, la mortalidad para los adventistas era de 60 para los hombres y de 76 para las mujeres. Esto significa que después de hacer los ajustes por diferencias en distribuciones de edad en los dos estudios, los hombres adventistas tenían un índice de muerte por cáncer significativamente más bajo para un grupo de edad dada en comparación de lo que podría esperarse para un grupo comparable. Esto significa que los hombres adventistas todavía morían de cáncer, pero a una edad mucho más avanzada que los hombres no adventistas. Lo mismo puede decirse de las mujeres adventistas. Puesto que no hay una razón a priori para creer que los adventistas de California son genéticamente diferentes de los no adventistas, la hipótesis es que una o más de las características del estilo de vida o de las influencias ambientales pueden ser responsables del retraso en la muerte por cáncer.
Puesto que se ha demostrado que el hábito de fumar es un factor principal para causar el cáncer, los investigadores del EMA compararon los índices de mortalidad de los no fumadores de ambas poblaciones. Como podría esperarse, los índices de mortalidad de estos no adventistas se aproximaban más a los de los adventistas. Sin embargo, en términos generales persistía una ventaja para los adventistas, la que ahora no podía atribuirse a las diferencias en el uso de tabaco en el pasado. De esta manera, otras características de los adventistas, aparte de su condición de no fumadores, tales como la dieta y quizás el apoyo social, son también claramente importantes en la reducción del riesgo de enfermedad.
Los adventistas también parecían tener un retraso en muertes por problemas cardiovasculares. Si el índice de muerte por enfermedades cardíacas coronarias en el estudio de la Sociedad Americana de Cáncer es considerado como el 100 por ciento, los hombres adventistas tenían sólo 66 por ciento de lo que se esperaba. Las mujeres adventistas mostraban solamente una pequeña reducción, con 98 por ciento. Los hombres adventistas también morían de apoplejía (embolia cerebral) pero su índice de muerte era de sólo 72 por ciento en comparación de sus contrapartes no adventistas. Para las mujeres adventistas, su índice de muerte por embolia era 82 por ciento de lo que ocurría entre las no adventistas.
De este modo, de acuerdo con estos estudios, se evidencia con claridad que el estilo de vida adventista provee cierta protección contra el cáncer y otras enfermedades fatales. Pero las diferencias en los índices de mortalidad entre los adventistas y los otros pueden deberse por lo menos a dos escenarios: (1) Los adventistas pueden contraer una enfermedad particular en la misma proporción que los otros, pero alcanzan a sobrevivir más tiempo con la enfermedad a causa de un mejor acceso a atención médica o a un sistema inmune mejorado o a un mejor estilo de vida; y/o (2) los adventistas en realidad contraen la enfermedad en un porcentaje de incidencia más bajo que los no adventistas. Podría ser que estas dos posibilidades contribuyeran a los índices de mortalidad inferiores observados entre los adventistas. Pero los estudios de mortalidad como el EMA no pudieron resolver este asunto. El Estudio de Mortalidad Adventista suscitó una serie de preguntas interesantes. ¿Qué hay en su estilo de vida que capacita a los adventistas para vivir más? ¿Las diferencias en el estilo de vida adventista producirían en sí mismas diferentes riesgos para contraer enfermedades específicas, tanto fatales como no fatales?
El Estudio de Salud Adventista (ESA)
El ESA es otro estudio importante de adventistas de California, fundado por el Instituto Nacional de Cáncer y el Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre. Comenzó en 1974 y fue conducido por investigadores de la Universidad de Loma Linda. El estudio incorporó la incidencia (esto es, nuevos casos) de cáncer y enfermedades del corazón en la investigación siempre extensible sobre las características del estilo de vida adventista que capacitaba a los adventistas para tener una "ventaja de salud". Similarmente al estudio de EMA, se obtuvieron certificados de defunción para documentar la causa subyacente de muerte de los miembros que murieron durante el estudio. Se usaron registros de los hospitales para todos los casos no fatales. El índice de respuesta de los sujetos blancos no hispanos al cuestionario sobre estilo de vida enviado por correo fue el más alto de cualquier grupo étnico y totalizó 34.198 respuestas. Este grupo se convirtió en la porción de "estudio de incidencia" del ESA2 en esos nuevos casos (incidencia) de cáncer fatal o no fatal y de infarto del miocardio diagnosticados después que se verificó que se había completado la parte básica del cuestionario sobre el estilo de vida.
El ESA y el EMA tenían algunas diferencias básicas. Una de ellas consistía en que el ESA fue diseñado para descubrir qué componentes del estilo de vida adventista ofrecen protección contra la enfermedad. No ha sido un objetivo principal del ESA comparar los índices de incidencia de enfermedad o de mortalidad entre adventistas y no adventistas, sino que el ESA fue primariamente diseñado para observar variaciones en el estilo de vida entre los mismos adventistas y ver cómo esas variaciones se reflejaron en cambios en el riesgo de enfermedad.
El ESA también añadió una investigación más detallada de la dieta en comparación con el cuestionario de la Sociedad Americana del Cáncer de 1960 usado por el EMA. Más aún, el cuestionario del ESA incluía preguntas sobre la historia médica previa, terapia de drogas, actividad física y una variedad de preguntas psicosociales. Cuando se completó el acopio de la información de seguimiento, fueron auto-informadas 32.000 hospitalizaciones (debidas a diversas causas), representando a más de 18.000 diferentes participantes. De los hospitales involucrados, 698 eran de California y 960 eran de fuera de dicho estado. Estos hospitales fueron contactados en un seguimiento de seis años de todos aquellos que completaron la información básica del cuestionario sobre el estilo de vida.
Un perfil básico de la población del ESA mostró una edad promedio de 51 años para los hombres y 53 para las mujeres. La proporción de sujetos que habían sido diagnosticados por un médico como hipertensos era cercana a lo que podía esperarse de una población adulta. Aunque un modesto número de sujetos admitieron haber fumado en el pasado —generalmente antes de unirse a la Iglesia Adventista—, virtualmente en la actualidad no había fumadores en la población. Una proporción relativamente grande informó que hacía ejercicio con una frecuencia por lo menos moderada. La población del estudio, formada de un 60 por ciento de mujeres, tendía a tener buena educación. Un poco más de la mitad de los participantes del ESA dijeron que comían carne menos de una vez por semana, pero la mayoría de ellos eran lacto-ovovegetarianos.
Influencia del estilo de vida
¿Qué revelaron estos estudios en cuanto a la influencia del estilo de vida sobre la reducción de incidencias de enfermedad y sobre la mortalidad?
Cáncer del pulmón. El factor de riesgo mayor para el cáncer del pulmón es por lejos la exposición crónica al humo del tabaco, tanto por fumar activamente como en forma pasiva ("fumar de segunda mano"). Se ha comprobado que el trabajar o vivir con un fumador aumenta las posibilidades de desarrollar cáncer en el tracto respiratorio. El ESA demostró3 que los individuos podían ulteriormente reducir sus posibilidades de desarrollar cáncer del pulmón no sólo al minimizar su exposición al humo del tabaco, sino también incorporando en su dieta una variedad de frutas, muchas de las cuales contienen componentes (por ejemplo, vitaminas antioxidantes) que se cree que habilitan al cuerpo para rechazar el cáncer. Los adventistas que consumían fruta dos veces por día o más tenían sólo 25 por ciento de probabilidad de desarrollar cáncer de pulmón en comparación con los individuos que consumían fruta menos de tres veces por semana, hecho que se observó en adventistas que previamente habían dejado de fumar como también en adventistas que nunca habían fumado. 10
Cáncer de la próstata. De acuerdo con un cálculo,4 29 por ciento de todos los nuevos cánceres que fueron diagnosticados entre los varones de los Estados Unidos en 1998 tuvieron que ver con la glándula de la próstata, y la incidencia de esta enfermedad ha estado aumentando durante las últimas décadas. Se han observado fuertes relaciones protectoras5 en los hombres adventistas que consumían cantidades moderadas de legumbres (tales como frijoles o porotos, lentejas, arvejas), fruta cítrica fresca, fruta seca (por ejemplo, pasas de uva y dátiles) y tomates.
Cáncer del seno. A mediados de la década de 1980, el cáncer del pulmón sobrepasó al cáncer del seno como el cáncer más comúnmente diagnosticado en las mujeres de los Estados Unidos.6 Sin embargo, en poblaciones de no fumadores, como es el caso de los adventistas, el cáncer del seno todavía es el cáncer recién diagnosticado que está a la cabeza. Los factores de riesgo conocidos para el cáncer del seno incluyen: creciente exposición a hormonas de estrógeno y/o progesterona, monarquía temprana, menopausia tardía y obesidad en mujeres que están en el período postmenopáusico. Los factores que pueden proteger contra el desarrollo del cáncer del seno incluyen: exposición reducida a las hormonas de estrógeno y/o progesterona, embarazo temprano de primer término, lactancia y actividad física. En el ESA, las mujeres que practicaron ejercicio vigorosamente tuvieron una reducción del 21 por ciento en el riesgo de por vida de cáncer del seno y un retraso de 6,6 años, como promedio, de la edad en la cual se diagnostica este cáncer en comparación de las mujeres que practican ejercicio infrecuentemente.7 La inactividad física tuvo su efecto más importante sobre la edad de diagnosis más bien que sobre el riesgo de por vida. El efecto protector de la actividad física sobre el riesgo de cáncer del seno puede ser particularmente pronunciado en edades tempranas, en tanto que los beneficios del ejercicio no se vieron claramente en mujeres postmenopáusicas.
Cáncer de la vejiga. El hábito de fumar es un gran factor de riesgo para contraer cáncer de la vejiga. Los adventistas que habían fumado antes de unirse a la iglesia tenían un riesgo más de dos veces mayor de sufrir cáncer de la vejiga que aquellos que nunca habían fumado. Las investigaciones mostraron que las personas que tienen un alto índice de consumo de productos animales tienen un riesgo mayor de contraer cáncer de la vejiga. Aproximadamente 50 por ciento de los participantes en el ESA eran lacto-ovovegetarianos. Los adventistas que evitaban la carne vacuna, de aves y de pescado tuvieron menos de la mitad de riesgo de contraer cáncer de la vejiga, en comparación con aquellos que consumían estos alimentos tres veces por semana o más.8
Cáncer del páncreas. El ESA observó que un mayor consumo de legumbres, frutas secas y productos con proteínas vegetarianas (tales como la soja, el gluten y productos basados en nueces) se asociaba con una relación protectora altamente significativa respecto al riesgo de tener cáncer del páncreas.9
Otros cánceres. El ESA ha investigado otros cánceres (cáncer del colon,10 tumores del cerebro y meninges craneales,11 y leucemia y mieloma12) y ha observado que los que siguen el "estilo de vida adventista" con más fidelidad son los que también tienen una posibilidad más reducida de adquirir cualquiera de las enfermedades crónicas investigadas.
Enfermedad del corazón. El ESA no sólo investigó la relación entre una variedad de prácticas del estilo de vida y la incidencia de cánceres y cánceres fatales, sino que también estudió los factores que se relacionan con las enfermedades del corazón. Un hallazgo fascinante del ESA que ha sido repetido por investigadores en otras poblaciones fue que el consumo frecuente de frutas oleaginosas (nueces, almendras, avellanas, etc.) cinco veces por semana o más (aproximadamente un puñado cada vez), se asociaba con una cantidad sustancial de menos eventos definidamente fatales de enfermedades coronarias del corazón y definidos infartos del miocardio no fatales (ataques del corazón), en comparación con aquellos que consumían oleaginosas menos de una vez por semana.13 Pero puesto que las oleaginosas son generalmente muy altas en grasa, el consumirlas en grandes cantidades puede no ser tan beneficioso.
Los adventistas que comían principalmente pan integral experimentaron una reducción del 40 por ciento en el riesgo de tener un ataque al corazón, en comparación con los que comían mayormente pan blanco. También hubo un riesgo más del doble mayor de sufrir un ataque al corazón entre los hombres que consumían carne de res (de vaca) por lo menos tres veces por semana, en comparación con los vegetarianos. Los adventistas que practicaban ejercicio regularmente 15 minutos o más por lo menos tres veces por semana, redujeron significativamente el riesgo de morir de un ataque al corazón.
Pirámide nutricional vegetariana
Basadas en la evidencia epidemiológica internacional de las últimas décadas, que incluye los resultados de estudios sobre los adventistas, diversas organizaciones del mundo entero relacionadas con la salud han abogado por un estilo de vida dietético que busca reducir el riesgo de cáncer, enfermedades del corazón y otras enfermedades crónicas. La pirámide de la guía nutricional (ver figura adjunta) ilustra la contribución relativa de estos diferentes elementos alimenticios. En la base de la pirámide se encuentran los panes integrales y los cereales. Luego están las frutas y los vegetales. Muchas personas no comen suficientemente de estos alimentos que tienen muchos elementos protectores como las vitaminas. El siguiente nivel de la pirámide nos da los alimentos que proveen proteínas y minerales. Necesitamos menos porciones de estos alimentos. Finalmente, en la cúspide de la pirámide están los dulces, las grasas y los aceites, de los cuales necesitamos muy poco.
Si estas recomendaciones son en realidad útiles para reducir las enfermedades crónicas, entonces parece lógico que debiéramos observar una reducción de estas enfermedades en una población que ha estado siguiendo estos principios por más de 100 años. Y esto es exactamente lo que encontramos en los estudios que se han hecho de los adventistas.
Es tu turno
Hace más de cien años Elena White, cofundadora de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, hizo la siguiente observación: "La salud es un tesoro. De todas las posesiones temporales es la más preciosa. La riqueza, el saber y el honor se adquieren a un precio elevado, cuando se obtienen a costa de la pérdida del vigor de la salud. Pero ninguna de estas cosas puede asegurar la felicidad, si la salud llega a faltar".14 La prevención de la enfermedad tiene mucho más sentido que su tratamiento. No permitas que tu Biblia se cubra de polvo. Lee el "manual del dueño" que está en tus manos y descubre lo que el Diseñador Maestro ha planeado para ti.
Fuente: Diálogo Adventista
Autor: Larry Beeson (doctorado en Salud Pública, Loma Linda University) enseña epidemiología y bioestadística en la Escuela de Salud Pública y en la Escuela de Medicina de la Universidad de Loma Linda. Ha formado parte del equipo de investigación del Estudio de Salud Adventista desde su comienzo.
Si eso es así con una batidora o un automóvil, ¿cuánto más deberíamos cuidar de nuestro cuerpo, quizá el sistema más complejo que jamás hayamos conocido?
La Biblia nos informa que "Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente" (Génesis 2:7). El Creador también nos ha dado su manual para el debido cuidado y tratamiento de nuestro cuerpo. Este manual es la Biblia y se nos anima a leerla para una mejor comprensión del cuidado del cuerpo. Pablo dice: "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo...? Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo" (1 Corintios 6:19-20). En adición a otros significados que este pasaje pueda encerrar, uno relevante para nuestro estudio es la cuestión de qué habremos de comer y de beber.
La epidemiología de los adventistas
Durante las últimas décadas, diversas organizaciones relacionadas con la salud dentro y fuera de los Estados Unidos (por ejemplo, los Institutos Nacionales de Salud, la Sociedad Americana de Cáncer, la Asociación Americana del Corazón, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, la Organización Mundial de la Salud, etc.) han provisto evidencias epidemiológicas en cuanto a qué características del estilo de vida promueven la salud y frenan el proceso de la enfermedad. Parte de esa evidencia proviene de investigaciones de salud sobre los adventistas del séptimo día. Dichas investigaciones se han concentrado en los adventistas por dos razones. Primero, ellos tienden a ser más homogéneos en muchas de sus elecciones relacionadas con el estilo de vida, tales como el evitar el alcohol y el tabaco. Segundo, los adventistas son más heterogéneos en sus hábitos nutricionales: varían desde vegetarianos estrictos (dieta sin productos animales) hasta lacto-ovovegetarianos (dieta que incluye productos lácteos y huevos, pero no carne) y omnívoros (consumidores de todo, incluso carne). Se han publicado más de 250 artículos alrededor del mundo sobre las ventajas de salud de los adventistas. La mayor parte de lo que se describe a continuación se refiere a investigaciones conducidas por investigadores de la Universidad de Loma Linda sobre los adventistas en California. Pero se han informado hallazgos similares respecto a los adventistas en Noruega, Holanda, Polonia, Dinamarca, Japón, Australia y otros países.
El Estudio de Mortalidad Adventista (EMA)
El primer estudio epidemiológico importante de adventistas comenzó en 1958. Se lo conoce como el Estudio de Mortalidad Adventista (EMA) e implicó a 22.940 adventistas blancos no hispanos en California.1 Los hallazgos de este estudio sobre adventistas fue comparado con un estudio similar de no adventistas conducido por la Sociedad Americana de Cáncer durante el mismo período. Ambos estudios utilizaron a personas voluntarias en California que eran relativamente bien educadas en comparación con el californiano promedio. Ambos estudios obtuvieron copias de certificados de defunción de participantes en el estudio que habían muerto durante los años consecutivamente subsiguientes. Las similitudes entre los grupos eran importantes porque se había encontrado que los individuos que se prestan como voluntarios para tales estudios tienden a ser más sanos que la población en general, y aquellos que se encuentran en las clases económicas superiores por lo general tienden a tener índices inferiores de enfermedad. De esta manera, el Estudio de Mortalidad Adventista y el estudio de la Sociedad Americana de Cáncer proveyeron una comparación razonablemente imparcial entre adventistas y no adventistas.
La comparación reveló lo siguiente: Si la mortalidad por cáncer en el Estudio de la Sociedad Americana de Cáncer era de 100, la mortalidad para los adventistas era de 60 para los hombres y de 76 para las mujeres. Esto significa que después de hacer los ajustes por diferencias en distribuciones de edad en los dos estudios, los hombres adventistas tenían un índice de muerte por cáncer significativamente más bajo para un grupo de edad dada en comparación de lo que podría esperarse para un grupo comparable. Esto significa que los hombres adventistas todavía morían de cáncer, pero a una edad mucho más avanzada que los hombres no adventistas. Lo mismo puede decirse de las mujeres adventistas. Puesto que no hay una razón a priori para creer que los adventistas de California son genéticamente diferentes de los no adventistas, la hipótesis es que una o más de las características del estilo de vida o de las influencias ambientales pueden ser responsables del retraso en la muerte por cáncer.
Puesto que se ha demostrado que el hábito de fumar es un factor principal para causar el cáncer, los investigadores del EMA compararon los índices de mortalidad de los no fumadores de ambas poblaciones. Como podría esperarse, los índices de mortalidad de estos no adventistas se aproximaban más a los de los adventistas. Sin embargo, en términos generales persistía una ventaja para los adventistas, la que ahora no podía atribuirse a las diferencias en el uso de tabaco en el pasado. De esta manera, otras características de los adventistas, aparte de su condición de no fumadores, tales como la dieta y quizás el apoyo social, son también claramente importantes en la reducción del riesgo de enfermedad.
Los adventistas también parecían tener un retraso en muertes por problemas cardiovasculares. Si el índice de muerte por enfermedades cardíacas coronarias en el estudio de la Sociedad Americana de Cáncer es considerado como el 100 por ciento, los hombres adventistas tenían sólo 66 por ciento de lo que se esperaba. Las mujeres adventistas mostraban solamente una pequeña reducción, con 98 por ciento. Los hombres adventistas también morían de apoplejía (embolia cerebral) pero su índice de muerte era de sólo 72 por ciento en comparación de sus contrapartes no adventistas. Para las mujeres adventistas, su índice de muerte por embolia era 82 por ciento de lo que ocurría entre las no adventistas.
De este modo, de acuerdo con estos estudios, se evidencia con claridad que el estilo de vida adventista provee cierta protección contra el cáncer y otras enfermedades fatales. Pero las diferencias en los índices de mortalidad entre los adventistas y los otros pueden deberse por lo menos a dos escenarios: (1) Los adventistas pueden contraer una enfermedad particular en la misma proporción que los otros, pero alcanzan a sobrevivir más tiempo con la enfermedad a causa de un mejor acceso a atención médica o a un sistema inmune mejorado o a un mejor estilo de vida; y/o (2) los adventistas en realidad contraen la enfermedad en un porcentaje de incidencia más bajo que los no adventistas. Podría ser que estas dos posibilidades contribuyeran a los índices de mortalidad inferiores observados entre los adventistas. Pero los estudios de mortalidad como el EMA no pudieron resolver este asunto. El Estudio de Mortalidad Adventista suscitó una serie de preguntas interesantes. ¿Qué hay en su estilo de vida que capacita a los adventistas para vivir más? ¿Las diferencias en el estilo de vida adventista producirían en sí mismas diferentes riesgos para contraer enfermedades específicas, tanto fatales como no fatales?
El Estudio de Salud Adventista (ESA)
El ESA es otro estudio importante de adventistas de California, fundado por el Instituto Nacional de Cáncer y el Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre. Comenzó en 1974 y fue conducido por investigadores de la Universidad de Loma Linda. El estudio incorporó la incidencia (esto es, nuevos casos) de cáncer y enfermedades del corazón en la investigación siempre extensible sobre las características del estilo de vida adventista que capacitaba a los adventistas para tener una "ventaja de salud". Similarmente al estudio de EMA, se obtuvieron certificados de defunción para documentar la causa subyacente de muerte de los miembros que murieron durante el estudio. Se usaron registros de los hospitales para todos los casos no fatales. El índice de respuesta de los sujetos blancos no hispanos al cuestionario sobre estilo de vida enviado por correo fue el más alto de cualquier grupo étnico y totalizó 34.198 respuestas. Este grupo se convirtió en la porción de "estudio de incidencia" del ESA2 en esos nuevos casos (incidencia) de cáncer fatal o no fatal y de infarto del miocardio diagnosticados después que se verificó que se había completado la parte básica del cuestionario sobre el estilo de vida.
El ESA y el EMA tenían algunas diferencias básicas. Una de ellas consistía en que el ESA fue diseñado para descubrir qué componentes del estilo de vida adventista ofrecen protección contra la enfermedad. No ha sido un objetivo principal del ESA comparar los índices de incidencia de enfermedad o de mortalidad entre adventistas y no adventistas, sino que el ESA fue primariamente diseñado para observar variaciones en el estilo de vida entre los mismos adventistas y ver cómo esas variaciones se reflejaron en cambios en el riesgo de enfermedad.
El ESA también añadió una investigación más detallada de la dieta en comparación con el cuestionario de la Sociedad Americana del Cáncer de 1960 usado por el EMA. Más aún, el cuestionario del ESA incluía preguntas sobre la historia médica previa, terapia de drogas, actividad física y una variedad de preguntas psicosociales. Cuando se completó el acopio de la información de seguimiento, fueron auto-informadas 32.000 hospitalizaciones (debidas a diversas causas), representando a más de 18.000 diferentes participantes. De los hospitales involucrados, 698 eran de California y 960 eran de fuera de dicho estado. Estos hospitales fueron contactados en un seguimiento de seis años de todos aquellos que completaron la información básica del cuestionario sobre el estilo de vida.
Un perfil básico de la población del ESA mostró una edad promedio de 51 años para los hombres y 53 para las mujeres. La proporción de sujetos que habían sido diagnosticados por un médico como hipertensos era cercana a lo que podía esperarse de una población adulta. Aunque un modesto número de sujetos admitieron haber fumado en el pasado —generalmente antes de unirse a la Iglesia Adventista—, virtualmente en la actualidad no había fumadores en la población. Una proporción relativamente grande informó que hacía ejercicio con una frecuencia por lo menos moderada. La población del estudio, formada de un 60 por ciento de mujeres, tendía a tener buena educación. Un poco más de la mitad de los participantes del ESA dijeron que comían carne menos de una vez por semana, pero la mayoría de ellos eran lacto-ovovegetarianos.
Influencia del estilo de vida
¿Qué revelaron estos estudios en cuanto a la influencia del estilo de vida sobre la reducción de incidencias de enfermedad y sobre la mortalidad?
Cáncer del pulmón. El factor de riesgo mayor para el cáncer del pulmón es por lejos la exposición crónica al humo del tabaco, tanto por fumar activamente como en forma pasiva ("fumar de segunda mano"). Se ha comprobado que el trabajar o vivir con un fumador aumenta las posibilidades de desarrollar cáncer en el tracto respiratorio. El ESA demostró3 que los individuos podían ulteriormente reducir sus posibilidades de desarrollar cáncer del pulmón no sólo al minimizar su exposición al humo del tabaco, sino también incorporando en su dieta una variedad de frutas, muchas de las cuales contienen componentes (por ejemplo, vitaminas antioxidantes) que se cree que habilitan al cuerpo para rechazar el cáncer. Los adventistas que consumían fruta dos veces por día o más tenían sólo 25 por ciento de probabilidad de desarrollar cáncer de pulmón en comparación con los individuos que consumían fruta menos de tres veces por semana, hecho que se observó en adventistas que previamente habían dejado de fumar como también en adventistas que nunca habían fumado. 10
Cáncer de la próstata. De acuerdo con un cálculo,4 29 por ciento de todos los nuevos cánceres que fueron diagnosticados entre los varones de los Estados Unidos en 1998 tuvieron que ver con la glándula de la próstata, y la incidencia de esta enfermedad ha estado aumentando durante las últimas décadas. Se han observado fuertes relaciones protectoras5 en los hombres adventistas que consumían cantidades moderadas de legumbres (tales como frijoles o porotos, lentejas, arvejas), fruta cítrica fresca, fruta seca (por ejemplo, pasas de uva y dátiles) y tomates.
Cáncer del seno. A mediados de la década de 1980, el cáncer del pulmón sobrepasó al cáncer del seno como el cáncer más comúnmente diagnosticado en las mujeres de los Estados Unidos.6 Sin embargo, en poblaciones de no fumadores, como es el caso de los adventistas, el cáncer del seno todavía es el cáncer recién diagnosticado que está a la cabeza. Los factores de riesgo conocidos para el cáncer del seno incluyen: creciente exposición a hormonas de estrógeno y/o progesterona, monarquía temprana, menopausia tardía y obesidad en mujeres que están en el período postmenopáusico. Los factores que pueden proteger contra el desarrollo del cáncer del seno incluyen: exposición reducida a las hormonas de estrógeno y/o progesterona, embarazo temprano de primer término, lactancia y actividad física. En el ESA, las mujeres que practicaron ejercicio vigorosamente tuvieron una reducción del 21 por ciento en el riesgo de por vida de cáncer del seno y un retraso de 6,6 años, como promedio, de la edad en la cual se diagnostica este cáncer en comparación de las mujeres que practican ejercicio infrecuentemente.7 La inactividad física tuvo su efecto más importante sobre la edad de diagnosis más bien que sobre el riesgo de por vida. El efecto protector de la actividad física sobre el riesgo de cáncer del seno puede ser particularmente pronunciado en edades tempranas, en tanto que los beneficios del ejercicio no se vieron claramente en mujeres postmenopáusicas.
Cáncer de la vejiga. El hábito de fumar es un gran factor de riesgo para contraer cáncer de la vejiga. Los adventistas que habían fumado antes de unirse a la iglesia tenían un riesgo más de dos veces mayor de sufrir cáncer de la vejiga que aquellos que nunca habían fumado. Las investigaciones mostraron que las personas que tienen un alto índice de consumo de productos animales tienen un riesgo mayor de contraer cáncer de la vejiga. Aproximadamente 50 por ciento de los participantes en el ESA eran lacto-ovovegetarianos. Los adventistas que evitaban la carne vacuna, de aves y de pescado tuvieron menos de la mitad de riesgo de contraer cáncer de la vejiga, en comparación con aquellos que consumían estos alimentos tres veces por semana o más.8
Cáncer del páncreas. El ESA observó que un mayor consumo de legumbres, frutas secas y productos con proteínas vegetarianas (tales como la soja, el gluten y productos basados en nueces) se asociaba con una relación protectora altamente significativa respecto al riesgo de tener cáncer del páncreas.9
Otros cánceres. El ESA ha investigado otros cánceres (cáncer del colon,10 tumores del cerebro y meninges craneales,11 y leucemia y mieloma12) y ha observado que los que siguen el "estilo de vida adventista" con más fidelidad son los que también tienen una posibilidad más reducida de adquirir cualquiera de las enfermedades crónicas investigadas.
Enfermedad del corazón. El ESA no sólo investigó la relación entre una variedad de prácticas del estilo de vida y la incidencia de cánceres y cánceres fatales, sino que también estudió los factores que se relacionan con las enfermedades del corazón. Un hallazgo fascinante del ESA que ha sido repetido por investigadores en otras poblaciones fue que el consumo frecuente de frutas oleaginosas (nueces, almendras, avellanas, etc.) cinco veces por semana o más (aproximadamente un puñado cada vez), se asociaba con una cantidad sustancial de menos eventos definidamente fatales de enfermedades coronarias del corazón y definidos infartos del miocardio no fatales (ataques del corazón), en comparación con aquellos que consumían oleaginosas menos de una vez por semana.13 Pero puesto que las oleaginosas son generalmente muy altas en grasa, el consumirlas en grandes cantidades puede no ser tan beneficioso.
Los adventistas que comían principalmente pan integral experimentaron una reducción del 40 por ciento en el riesgo de tener un ataque al corazón, en comparación con los que comían mayormente pan blanco. También hubo un riesgo más del doble mayor de sufrir un ataque al corazón entre los hombres que consumían carne de res (de vaca) por lo menos tres veces por semana, en comparación con los vegetarianos. Los adventistas que practicaban ejercicio regularmente 15 minutos o más por lo menos tres veces por semana, redujeron significativamente el riesgo de morir de un ataque al corazón.
Pirámide nutricional vegetariana
Basadas en la evidencia epidemiológica internacional de las últimas décadas, que incluye los resultados de estudios sobre los adventistas, diversas organizaciones del mundo entero relacionadas con la salud han abogado por un estilo de vida dietético que busca reducir el riesgo de cáncer, enfermedades del corazón y otras enfermedades crónicas. La pirámide de la guía nutricional (ver figura adjunta) ilustra la contribución relativa de estos diferentes elementos alimenticios. En la base de la pirámide se encuentran los panes integrales y los cereales. Luego están las frutas y los vegetales. Muchas personas no comen suficientemente de estos alimentos que tienen muchos elementos protectores como las vitaminas. El siguiente nivel de la pirámide nos da los alimentos que proveen proteínas y minerales. Necesitamos menos porciones de estos alimentos. Finalmente, en la cúspide de la pirámide están los dulces, las grasas y los aceites, de los cuales necesitamos muy poco.
Si estas recomendaciones son en realidad útiles para reducir las enfermedades crónicas, entonces parece lógico que debiéramos observar una reducción de estas enfermedades en una población que ha estado siguiendo estos principios por más de 100 años. Y esto es exactamente lo que encontramos en los estudios que se han hecho de los adventistas.
Es tu turno
Hace más de cien años Elena White, cofundadora de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, hizo la siguiente observación: "La salud es un tesoro. De todas las posesiones temporales es la más preciosa. La riqueza, el saber y el honor se adquieren a un precio elevado, cuando se obtienen a costa de la pérdida del vigor de la salud. Pero ninguna de estas cosas puede asegurar la felicidad, si la salud llega a faltar".14 La prevención de la enfermedad tiene mucho más sentido que su tratamiento. No permitas que tu Biblia se cubra de polvo. Lee el "manual del dueño" que está en tus manos y descubre lo que el Diseñador Maestro ha planeado para ti.
Fuente: Diálogo Adventista
Autor: Larry Beeson (doctorado en Salud Pública, Loma Linda University) enseña epidemiología y bioestadística en la Escuela de Salud Pública y en la Escuela de Medicina de la Universidad de Loma Linda. Ha formado parte del equipo de investigación del Estudio de Salud Adventista desde su comienzo.
Es lamentable que como pueblo depositario de tan valiosa advertencia todavia estemos en las estadisticas de muerte por las plagas de este mundo. El Senor ha prometido que seremos librados de las plagas de Egipot SI obedecemos a sus ensenanzas ruego a Dios que las estadistiscas cambien antes de su segunda venida.
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