martes, 28 de septiembre de 2010

Pandemia de obesidad

El sobrepeso se duplica en gran parte de los países en desarrollo en 30 años
La OCDE, que agrupa a los países desarrollados, habla de ella como "enemigo público número uno". La Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que ha alcanzado cotas de pandemia (no infecciosa) y que afecta a casi todos los países occidentales. La obesidad se ha convertido en uno de los principales problemas sanitarios de los países industrializados. Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) revela que más del 50% de la población de sus países miembros padece sobrepeso, y que uno de cada seis es obeso. Las cifras son aún mayores en Estados Unidos y México, donde uno de cada tres adultos tiene obesidad. En España hay un dato especialmente preocupante: uno de cada tres menores de entre 13 y 14 años está por encima de su peso, un dato que ha convertido a este país en el tercero de la OCDE con mayor sobrepeso infantil. Es alarmante, porque un niño gordo se convertirá, con toda probabilidad, en un adulto enfermo de obesidad.

Y de momento, nada de lo que se está haciendo parece atajar el problema. La OCDE sostiene que las políticas desarrolladas por los gobiernos para frenar la pandemia son "insuficientes". Los ministros de Sanidad de los países de esta organización analizarán el estudio a principios de octubre en París. Mientras, los expertos proponen más educación, políticas sanitarias tajantes y medidas fiscales que graven los alimentos más dañinos. Sin un paquete de medidas completo, afirman, dos de cada tres personas pueden llegar a padecer obesidad en los próximos 10 años.

Las consecuencias serían muy graves económica y socialmente. "Las personas obesas mueren entre ocho y diez años antes que las que tienen un peso normal. Además, cada 15 kilos de más aumenta el riesgo de muerte temprana un 30%", apunta el economista especializado en sanidad y director del estudio de la OCDE "La obesidad y la economía de la prevención", Franco Sassi. Esta enfermedad está muchas veces acompañada de otras evitables como la diabetes, los problemas cardiovasculares o incluso algunos tipos de cáncer. Además, apunta la OCDE, la obesidad es una enfermedad cara. Los gastos de atención médica para personas obesas son, al menos, un 25% mayores que para gente de peso normal. En España, por ejemplo, esta enfermedad representa, según el Ministerio de Sanidad, el 7% del gasto sanitario español, unos 2.500 millones de euros. Una cifra nada desdeñable.

Esta situación, que según la radiografía de la OCDE ha ido aumentando sin descanso desde los años ochenta, no tiene visos de cambiar. Es más, los expertos de la organización alertan de que, si las cosas siguen así, de aquí a 10 años la proporción de adultos con sobrepeso habrá aumentado, como mínimo, un 10% de media en todos los países.

Del informe destacan las cifras de EE UU. Sin embargo, sus porcentajes, aunque alarmantes, no sorprenden mucho a los especialistas. La obesidad en ese país lleva aumentando sin freno desde hace décadas. Saltan a la vista, por contra, los datos de España o Italia, que han hecho de su alimentación tradicional, la dieta mediterránea, su bandera. "El problema es que la dieta mediterránea ya no se sigue", apunta Roberto Sabrido, director general de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (Aesan), dependiente del Ministerio de Sanidad. "Ha cambiado nuestra manera de comer al igual que nuestra manera de vivir. Las pautas sociales y familiares", dice. Sassi comparte la opinión: "La variación se ve sobre todo en los niños. Todo ha cambiado, ya no se come en familia y los alimentos y el tiempo dedicado a la comida no es el mismo. La obesidad y el sobrepeso han aumentado a niveles sin precedentes", afirma el director del informe.

En España, el 63% de los hombres y el 45% de las mujeres tiene sobrepeso. Pero más alarmante aún es que el 33% de los niños padecen esta enfermedad. Un problema que, afirma Sabrido, va más allá de lo estético, sino que afecta gravemente a la salud. Como la OMS, habla de "pandemia no infecciosa", y alerta de que la obesidad es la segunda causa de muerte evitable, después del tabaco. "Hay que concienciar de que el chaval no está fuerte, sino obeso. En España se ha duplicado la obesidad infantojuvenil en los últimos 15 años", dice.

El entorno importa. Un niño con alguno de sus progenitores obeso tiene tres o cuatro veces más probabilidades de padecer esta enfermedad, según el estudio. Y no solo por el componente genético; la alimentación, la actitud hacia la comida y el sedentarismo también son importantes. "Vivimos en un ambiente obesogénico. No podemos cargar toda la culpa en si nos alimentamos mal. Si no nos movemos también tendremos obesidad; y los niños pasan casi tres horas al día frente al televisor o la videoconsola", dice el director de la Aesan.

Sassi también pone el acento en el problema de la obesidad infantil. Cree que nada de lo que se está haciendo es suficiente y habla de que además de firmes políticas educativas y sanitarias habría que establecer una regulación fiscal hacia los productos alimenticios que más obesidad provocan. "También hay que establecer acuerdos con la industria alimentaria", asegura.

Sabrido reconoce también que, a la vista de los datos, lo que hay es insuficiente, aunque afirma que habrá que esperar al menos un lustro para saber si los planes actuales para frenar la obesidad, sobre todo en niños, están dando resultado. Se refiere, por ejemplo, a políticas como la de eliminar los bollos y los refrescos de las máquinas expendedoras y cafeterías escolares para dificultar que los niños consuman alimentos demasiado ricos en grasas y azúcares. El director de la Aesan no se muestra, sin embargo, partidario de gravar determinados alimentos. "Pueden derivar el consumo hacia otros. Lo fundamental es la educación", dice.

El informe de la OCDE apunta otro dato. La obesidad se ceba con las personas de nivel social y educativo más bajo. Sus tasas en personas con menos poder adquisitivo es mayor. Es la pescadilla que se muerde la cola, la comida basura puede ser mucho más barata en algunos países que un tipo de alimentación más sana, rica en frutas y verduras. En España, las diferencias sociales respecto a la obesidad afectan de manera importante a las mujeres, las que tienen un nivel de educación bajo tienen una probabilidad 3,5 veces mayor de tener sobrepeso que aquellas con un nivel educativo más alto. La diferencia social es menor entre los hombres.

Peores perspectivas de empleo

Los problemas de salud van de la mano con las peores perspectivas de trabajo para muchas personas obesas, según apunta el informe de la OCDE. Los obesos (personas con un índice de masa corporal de entre 30 y 40) suelen tener peores puestos y peores sueldos que las personas con peso normal. Las empresas prefieren contratar a candidatos que no padezcan esta enfermedad en lugar de a personas obesas, afirma esta organización. "En parte debido a expectativas de menor productividad", dicen.

Esta política contribuye a incrementar las diferencias entre empleo y salario. En Estados Unidos, por ejemplo, más del 40% de las mujeres blancas con obesidad severa (IMC de entre 40 y 50) están desempleadas. El porcentaje es de solo el 30% para el total de las mujeres.


Otro dato recogido por la OCDE: los obesos ganan hasta un 18% menos que las personas que no sufren esta enfermedad. "Necesitan faltar más días al trabajo, demandan más beneficios por invalidez, y tienden a ser menos productivos en el trabajo que la gente de peso normal", dice el informe. En definitiva, esta enfermedad dificulta que las personas que la sufren lleven una vida normal.

En los países del norte de Europa, las personas que sufren esta patología tienen hasta tres veces más probabilidades de recibir pensiones de invalidez; una cifra que en un país como Estados Unidos, donde el problema ha alcanzado cotas muy preocupantes, alcanza un 76% (invalidez a corto plazo). Cuando se suman las pérdidas de producción a los costes de atención médica -esta patología lleva asociadas otras como la hipertensión o la diabetes-, la obesidad equivale a más de 1% del PIB en EE UU.



Fuente: ElPais.com
Autor: Maria R. Sahuquillo / Madrid

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