miércoles, 5 de septiembre de 2007

LOS PADRES SON CLAVE PARA VENCER A LA BULIMIA.

"Los padres están en una posición única para ayudar a sus hijos adolescentes", explica Daniel le Grange, autor principal del estudio, director del programa de trastornos alimentarios de la Universidad de Chicago en Estados Unidos. "Pero los tratamientos aún los excluyen. Ahora tenemos pruebas de que necesitamos que formen parte de ellos".

La bulimia nerviosa es una enfermedad que afecta al 1-3% de los adolescentes en su forma más agresiva mientras que otro 2-3% presenta síntomas. Las formas de abordarla son múltiples aunque coinciden es la larga duración de los tratamientos, en la baja tasa de éxito y el elevado número de abandonos y recaídas.

En el estudio realizado por Le Grange y sus colegas se examinaron dos tipos de terapia, una basada en la familia y otra de psicoterapia de apoyo. Los 80 participantes de 12 a 19 años fueron asignados a uno u otro grupo y recibieron 20 sesiones durante seis meses y se les siguió durante otro medio año.

Al término del tratamiento, el 40% de los adolescentes que trabajaron junto con sus familias había dejado de comer compulsivamente y de vomitar, comparado con el 18% del otro grupo.

El análisis de los datos mostró que los síntomas descriptivos de la bulimia desaparecían antes en los jóvenes asignados a la terapia familiar y que tras el fin del programa la disminución de los vómitos y los comportamientos de compensación era mucho más notable en este grupo.

Luis Beato, jefe de la unidad de trastornos de la alimentación del Hospital de Ciudad Real ha explicado a elmundo.es la importancia que hoy en día tiene la familia en el manejo de este y otros trastornos de la alimentación. Especialmente en adolescentes, "donde la bulimia es a veces una forma de comunicación anómala con los padres, sueles incluir a la familia en la terapia", señala.

Desde el Instituto de Trastornos Alimentarios de Cataluña, Anna Folch, psicóloga de este centro, también destaca el papel de las familias en el proceso terapéutico, tanto como apoyo fundamental para los pacientes como en la resolución de problemas subyacentes a la enfermedad.

"Nosotros trabajamos con el paciente el tema familiar y con las familias directamente", ha explicado Folch a elmundo.es. "Tenemos un proceso terapéutico especial con sesiones familiares", continúa, y aunque el tratamiento en un primer momento exige el internamiento de la persona, "en cuanto es posible integramos a las familias porque su apoyo es necesario. Es un factor de buen pronóstico".

Una nueva figura clínica

Desde hace años numerosos especialistas advierten de la existencia de otro trastorno de la alimentación distinto de la anorexia y la bulimia, denominado del vómito o de purgación. Las personas que lo padecen vomitan frecuentemente pero no se dan los atracones típicos de la bulimia.

Psicólogos de la Universidad de Chicago presentan en esta misma revista un estudio que compara esta enfermedad con la bulimia. Ambas presentan similitudes en cuanto a los indicadores de la existencia de un trastorno de la alimentación pero las personas que padecen uno u otro difieren en varios parámetros.

El más significativo es la respuesta a la colecistoquinina (CCK), un péptido intestinal relacionado con la ingesta de comida y la saciedad. Mientras que las participantes con bulimia (37) tenían una reacción pobre a esta molécula, liberada por el tracto superior después de comer, las mujeres con trastorno del vómito presentaban una respuesta normal.

Para los autores, estos resultados suponen un "avance importante para comprender la asociación entre comer compulsivamente y la función de la CCK", ya que las participantes con estos trastornos sólo se diferenciaban en la presencia de este síntoma y otras figuras relacionadas con él, como la sensación de hambre o de estar lleno.

Fuente: CRISTINA DE MARTOS en ELMUNDO.es / Fotografia: Paciente de la unidad de trastornos alimentarios del Hospital Niño Jesús: por Begoña Rivas para elmundo.es

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