lunes, 14 de septiembre de 2009

Un debate actual sobre un ritual antiguo: EE UU estudia aplicar la circuncisión a los recién nacidos para luchar contra el sida. Por Mario Diament

Estudios clínicos demuestran que en los países africanos golpeados por el sida, los hombres que se operaron redujeron a la mitad el riesgo de infección.
Las autoridades sanitarias de Estados Unidos están estudiando la posibilidad de promover la circuncisión a todos los recién nacidos en los hospitales del país para luchar contra la propagación del virus del VIH, que provoca el sida. La recomendación del Centro para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC) se espera que llegue a final de año e incluiría también la posibilidad de circuncidar a los adultos heterosexuales cuyas prácticas sexuales sean consideradas de alto riesgo. Así lo asegura hoy el New York Times, que reconoce que la propuesta ya ha levantado polémica porque, entre otras cosas, los expertos dicen que no tendría un gran impacto en Estados Unidos entre los homosexuales, el principal grupo de riesgo.

El diario menciona recientes estudios clínicos que demuestran que en los países africanos golpeados con crudeza por el sida, los hombres que se sometieron a la citada operación redujeron a la mitad el riesgo de infección. Según los resultados de esos estudios, que fueron realizados en Kenia, Suráfrica y Uganda, los hombres heterosexuales que fueron circuncidados tenían un 60% menos de posibilidades de acabar contrayendo el VIH.

Los que critican que se extienda a todos los recién nacidos la circuncisión cree que es una operación innecesaria y sin el consentimiento de los niños, y quienes apoyan la medida, como el doctor Peter Kilmarx, dicen que cualquier medida contra el sida debe ser tomada en cuenta seriamente. "Tenemos una significativa epidemia en este país, y debemos observar con detenimiento cualquier posible intervención que pudiera servir como herramienta para hacer frente a la epidemia", afirmá el doctor Kilmarx, del Centro para la Prevención y el Control de Enfermedades.

Pero lo cierto es que no hay pruebas que demuestren que la circuncisión protege a los homosexuales y, además, en Estados Unidos el 79% de los adultos ya están operados, aunque es una práctica que ha disminuido en los últimos años. Después de la Segunda Guerra mundial el 80% de los niños eran circuncidados, mientras que en 1999 el porcentaje había descendido hasta el 65%, según datos del CDC, que revelan que los negros e hispanos, grupos más afectados por el sida, son menos dados a operar a sus hijos. La Academia de Pediatría de Estados Unidos asegura que la circuncisión "no es esencial" para el futuro bienestar del niño, por lo que en muchos estados del país la operación no está cubierta por los servicios de salud públicos.*


Un debate actual sobre un ritual antiguo

Miami.- Nadie sabe con certeza qué extraña urgencia originó el rito de la circuncisión, ni por qué culturas apartadas y desconectadas unas de otras coincidieron en su empeño de mutilar este estimable órgano durante milenios.

Ya los sacerdotes egipcios en los tiempos de la dinastía V se dedicaban a rebanar cuidadosamente el prepucio de los varones jóvenes como lo ilustran bajorrelieves en la necrópolis de Saqqara, 2400 años antes de la era cristiana.

Algunos grupos aborígenes de Australia practicaban la circuncisión y colgaban la piel amputada sobre los árboles totémicos.

Para los judíos, la circuncisión representa el pacto de Dios con Abraham, según describe el Génesis en el capítulo 17, y no someterse a ella equivale a la excomunión.

Los musulmanes adoptaron esta práctica por la misma razón y, considerando que Ismael, hijo mayor de Abraham y de cuya estirpe deriva el pueblo árabe, también fue circuncidado. Aunque este rito no aparece mencionado en el Corán, forma parte de la tradición oral del profeta y es practicado ampliamente en el mundo islámico como una forma de marcar el pasaje de la infancia a la hombría.

En el cristianismo, y a pesar de que el propio Jesús fue circuncidado al octavo día, en concordancia con la ley mosaica, la práctica fue declarada innecesaria por el Primer Concilio de Jerusalén (50-60 d.C.) y, en particular, después de que el apóstol Pablo comenzó a predicar entre los gentiles y advirtió la resistencia de los potenciales conversos a someterse este tipo de sacrificio.

Sin embargo, la tradición sigue viva en algunas ramas ortodoxas del cristianismo, como las iglesias copta, etíope y eritrea.

Lo cierto es que, lejos de desaparecer con el avance de la civilización, la circuncisión se ha ido expandiendo y dejó atrás, en muchos casos, su origen ceremonial para convertirse en una remoción por motivos estrictamente profilácticos.

Esto fue particularmente cierto en el mundo anglosajón, donde desde fines del siglo XIX la circuncisión se incorporó como una práctica preventiva, aunque su difusión también correspondió a las nociones prevalecientes en la época victoriana, que presumían que desalentaba la masturbación y otros hábitos igualmente perversos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que casi un 30% de todos los varones del mundo están circuncidados; de ellos, el 70% son musulmanes. Pero en Estados Unidos, seguramente el país más empeñoso del planeta en esta forma de ablación genital, la circuncisión alcanza al 75% de los varones.

Las posturas a favor y en contra de esta práctica son igualmente fervorosas y abarcan desde razones médicas y psicológicas hasta cuestionamientos religiosos y legales. Quienes favorecen la circuncisión, como la organización Clearinghouse on Male Circumcision, que trabaja juntamente con la OMS y el programa de la ONU contra el sida (Unaids) enfatizan sus beneficios higiénicos y preventivos.

Quienes se oponen, como la Organización Nacional por la Información sobre Circuncisión, afirman que se trata de una práctica innecesaria y defienden el derecho de cada quien al frenillo como un órgano natural y protector.

Hay argumentos a favor y en contra de sus efectos erógenos y sobre el derecho de los padres a tomar una decisión sobre la integridad física de un bebe.

De ahí que los resultados de tres estudios realizados en Uganda, Kenya y Sudáfrica, divulgados la semana pasada por el Centro de Control de Enfermedades de Washington, que determinaron que la circuncisión reducía en hasta un 60% el riesgo de adquirir el virus del sida hayan agitado nuevamente las aguas de la controversia.

Sea cual fuere la postura que prevalezca en este debate, el misterio de la circuncisión seguirá acicateando la curiosidad humana. Los místicos judíos interpretaban el acto como el sello del pacto con Dios impreso en la carne. Muchos agnósticos, en cambio, se preguntan si no hubiera sido más sencillo estampar el sello en algún lugar menos susceptible.**


Fuente*: ElPais.com
Fuente**: LaNacion.com
Autor: Mario Diament. Periodista, dramaturgo, guionista, productor teatral y traductor literario. Fue secretario y jefe de Redacción de La Opinión, además de secretario de Información General del diario Clarín, director de la revista Expreso y, entre 1991 y 1993, del diario El Cronista. Actualmente, es columnistas del diario LA NACION. Master of Arts en la Universidad de Antioquia, de Ohio, vive en Miami, donde se desempeña como profesor en la Escuela de Periodismo y Medios de Comunicación de la Universidad Internacional de la Florida, y director del programa de maestrías del mismo establecimiento. Es, asimismo, columnista del diario El Nuevo Herald / Miami Herald
Fotografía: Clearinghouse on Male Circumcision for HIV Prevention

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