Los españoles de hace 50 años, con mucho menos dinero, comían mejor que los de ahora: más fruta, verdura y legumbres y menos carne.
EN 1952, el fisiólogo norteamericano Ancel Keys llegó a una conclusión sorprendente estudiando la alimentación de la población de Madrid: la dieta de los pobres era mejor que la de los ricos. Según su investigación, las familias obreras de Vallecas y Cuatro Caminos tenían niveles más bajos de colesterol en sangre y menos riesgo de padecer enfermedades cardiacas que sus distinguidos vecinos del barrio de Salamanca. Los primeros comían más frutas, verduras y legumbres y menos lácteos, mantequilla y carne que los segundos, por una razón puramente económica: no les llegaba para más. Keys amplió su investigación con el llamado Estudio de los Siete Países, con el que siguió la alimentación de 13.000 personas de Estados Unidos, Japón, Finlandia, Holanda, Grecia, Italia y Yugoslavia. En los años siguientes, el científico se dedicó a cantar las excelencias de la llamada dieta mediterránea y su influencia en la longevidad.
Quizá el doctor Keys -que murió en 2004 a los 101 años- se sorprendería si supiera que hoy en día los niños más gordos de Europa viven en Malta, Grecia, Italia y España, es decir, los países de la cuenca mediterránea.
¿Qué está ocurriendo? Luis Morán, presidente de la Asociación de Diplomados Universitarios en Nutrición Humana y Dietética de Andalucía, reconoció que nuestras cifras de sobrepeso y obesidad, tanto en la población infantil como adulta, son «alarmantes» y demuestran que los mediterráneos han abandonado su saludable dieta. Según datos del Ministerio de Salud, el 37% de la población adulta padece sobrepeso y el 15%, obesidad, mientras que entre los menores de 18 años, un 19% padece un exceso de grasa moderado y otro 9%, grave. En este desolador panorama, Andalucía se lleva la peor parte: es la segunda comunidad española más 'gorda', sólo por detrás de Canarias.
Morán explicó ayer las bases de la dieta mediterránea en una conferencia en el Centro Cívico Beiro, dentro del ciclo organizado por el Instituto Europeo de la Alimentación Mediterránea, en colaboración con el Ayuntamiento de Granada, ante sesenta personas mayores de toda la ciudad.
Ingredientes
Las principales características de la dieta mediterránea son un alto consumo de frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales, un consumo moderado de pescado, carne y lácteos, y el uso del aceite de oliva como principal fuente de grasa. También es importante el consumo, en pequeñas cantidades, de vino y cerveza.
Este tipo de dieta, recordó el especialista, reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares y de varios tipos de cáncer y, en consecuencia, alarga la vida.
Luis Morán también hizo hincapié en que la dieta mediterránea se enmarca en un concepto más amplio que es la «vida mediterránea»: una alimentación sana y equilibrada, recordó, es importante, pero debe ir acompañada de ejercicio físico. En ese sentido, recordó que hace sesenta o setenta años las jornadas laborales eran largas e implicaban un gran desgaste físico, tanto en el mayoritario sector agrícola como en el hogar, cuando no existían ni los tractores ni los electrodomésticos. Es importante que la dieta se adecue al gasto energético: si no tenemos un trabajo muy activo, debemos procurar incorporar algo de ejercicio físico a la vida cotidiana y, en todo caso, moderar la ingesta calórica. También recomendó no abandonar la siesta -aunque sea una breve cabezada de 10 ó 15 minutos-, para recuperar fuerzas en mitad del día.
Creo necesario aclarar que no estamos en todo de acuerdo con respecto a la llamada dieta mediterránea, en especial al consumo de vino y cerveza. Pero me pareció una interesante nota para compartir. Editor
Fuente: INÉS GALLASTEGUI para IDEAL.ES
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