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domingo, 24 de julio de 2011

Los adventistas concuerdan con las nuevas pautas alimentarias para los Estados Unidos

Se confirman las investigaciones de pionero de salud de la iglesia

Las nuevas pautas alimentarias para los Estados Unidos confirman lo que un pionero adventista de salud demostró a la comunidad científica hace cincuenta años: una dieta vegetariana satisface adecuadamente las necesidades nutricionales de una persona.

El Dr. Mervyn Hardinge, junto con su colega de Harvard, el Dr. Frederick Stare, investigó los beneficios del vegetarianismo cuando esa dieta no era común. Si bien hoy es más común ser vegetariano, sigue prevaleciendo la noción de que la carne es necesaria para la salud.

Sin embargo, la guía nutricional (ChooseMyPlate.gov) del Ministerio de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), presentada el mes pasado, contempla una interpretación vegetariana, a diferencia de décadas de la pirámide que reemplazó.

"Estos cambios sugieren que el llamado adventista a una dieta vegetariana está siendo entendida cada vez más", dijo Joan Sabaté, director del departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Loma Linda.

La pirámide anterior mencionaba específicamente la carne como parte esencial de una dieta saludable, las nuevas pautas estimulan un consumo adecuado de proteína.

Aunque al pensar en proteínas muchas veces se piensa en productos animales, este cambio deja abierta la puerta a una interpretación vegetariana: las legumbres, incluidos los productos de soja y las nueces y similares son excelentes fuentes de proteína, dijo Sabaté.

La nueva guía enfatiza que las verduras y los granos deberían constituir la mayor parte de la dieta, seguidos de generosas cantidades de frutas y proteínas. Los productos lácteos reciben menor consideración.

"El plato es un modelo más apropiado como guía", dijo Sabaté.

"Los niños en edad escolar pueden entender fácilmente la importancia de las frutas y las verduras en esta nueva imagen", añadió. "Cuando nos sentamos a comer podemos mirar simplemente a nuestro plato y evaluar si la mitad de él son frutas y verduras, como recomienda esta nueva herramienta".

Sabaté fue el principal arquitecto de la Pirámide de Alimentos Vegetarianos de Loma Linda, una pauta alimentaria para los vegetarianos presentada en 1997. Sabaté planea revisar la pirámide según el nuevo modelo del plato, que facilita la visualización de las porciones.

"Celebramos el nuevo modelo y apreciamos que incluya a la creciente población vegetariana, aunque no contempla a los estrictos vegetarianos (llamados veganos)", dijo.

Si desea más información sobre la pirámide o el Congreso Internacional de Nutrición Vegetariana de Loma Linda, visite www.vegetariannutrition.org.




Fuente: ANN / Adventist News Network





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jueves, 16 de diciembre de 2010

La Iglesia Adventista apoya la iniciativa de Michelle Obama contra la obesidad infantil

En la Casa Blanca, el presidente del Adventismo mundial, Ted N. C. Wilson, se compromete a apoyar los objetivos del programa "Let's move"La Iglesia Adventista se unió en la víspera a unas cincuenta organizaciones comunitarias y de fe para apoyar una iniciativa nacional de Michelle Obama, la primera dama de los Estados Unidos, para luchar contra la epidemia de la obesidad infantil.

La iniciativa, "A moverse: Iglesias y comunidades" / "Let's Move! Faith and Communities", busca el compromiso de las organizaciones para promover el ejercicio, el establecimiento de jardines comunitarios que ofrezcan alimentos frescos, y otras actividades que contribuyan a la vida saludable.

Alrededor de la tercera parte de los niños de EE. UU. tienen sobrepeso o son obesos, dijo Michelle Obama a los líderes reunidos en la Casa Blanca.

"Está claro que a la hora de garantizar la salud y el bienestar de los niños, y de enfrentar la obesidad, nuestras comunidades religiosas y comunitarias tienen una función esencial que jugar", dijo Obama, y expresó que esta nueva fase de la iniciativa buscará apoyar a los programas ya existentes. "Muchos de ustedes han sido precursores de este tema por mucho tiempo...", dijo, al referirse a los ministerios de salud de las iglesias, los clubes de ejercicio y a la educación de las "escuelas sabáticas y dominicales".

La nueva iniciativa abarca cuatro objetivos para el próximo año:

Que los miembros de la comunidad y de las iglesias caminen un total de tres millones de millas (casi cinco millones de kilómetros).
Completar 500.000 Premios de la Presidencia al Estilo de Vida Activo (Presidential Active Lifestyle Awards) o establecer programas de ejercicio.
Ser sede de diez mil jardines comunitarios o feria de frutas y verduras en todo el país.
Mil nuevos sitios de alimentación en todo el país.

Varios líderes de diversas religiones expresaron apoyo a estos objetivos, incluido Ted N. C. Wilson, presidente de la Iglesia Adventista, quien dijo que "es un tema que le llega personalmente". Wilson posee una maestría en salud pública de la Universidad de Loma Linda.

"La iniciativa concuerda con el enfoque de nuestra iglesia de servir a las personas física, mental, social y espiritualmente", dijo Wilson. "Se ha demostrado que los adventistas viven más tiempo como resultado de su estilo de vida".

"Los adventistas poseen sistemas educativos y de salud muy extendidos donde promueven la salud por medio de una nutrición equilibrada, el ejercicio, el agua pura, la luz del sol, la abstención del alcohol, el tabaco y las drogas, el aire puro, el descanso y la confianza en el poder divino.

"Promoveremos comidas equilibradas y saludables para los niños y jóvenes de nuestras instituciones educativas y escuelas bíblicas de vacaciones, programas de caminata para los jóvenes, y posible funcionamiento de los mercados de frutas y verduras locales en las propiedades de la iglesia.

"La Iglesia Adventista hará su parte para cumplir el deseo de Dios expresado en 3 Juan versículo 2 que indica que Dios quiere que disfrutemos de salud física y espiritual", dijo Wilson.

Katia Reinert, directora de Ministerios de Salud de la iglesia en Norteamérica, dijo que se animará a los miembros a que:

Caminen un millón de millas (1,6 millones de kilómetros) en diversas iniciativas de ejercicios. El departamento buscará motivar a que cien iglesias caminen diez mil millas (16.000 kilómetros) al año y que al menos diez personas por iglesia caminen 2,5 millas (cuatro kilómetros) por día.
Involucren a los jóvenes de las iglesias y las escuelas para que establezcan jardines de verduras en la comunidad, con el objetivo de que haya un jardín en cada asociación.
Animen a los jóvenes a recibir el Premio de la Presidencia al Estilo de Vida Activo; al menos un premio por escuela adventista en Norteamérica.
Establezcan programas de alimentación de verano por medio de la Escuela Bíblica de Vacaciones, campamentos de verano, e iniciativas de servicio comunitario.

"Creo que más que nunca ha llegado el tiempo para que sea oído el mensaje de sanidad y restauración de Dios", dijo Reiner más tarde en una declaración. "Esta es una oportunidad maravillosa de que nuestras iglesias e instituciones educativas participen para ejercer un impacto positivo por Cristo en nuestras comunidades a nivel nacional".

Si desea más información, recursos y un juego de herramientas sobre la iniciativa, visite www.letsmove.gov.



Fuente: ANN / Adventist News Network
Fotografía: El presidente Barack Obama firma la "Healthy, Hunger-Free Kids Act of 2010" en la Harriet Tubman Elementary School en Washington, DC, 13 de diciembre 2010.


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domingo, 5 de diciembre de 2010

La grasa como cuestión de Estado

La prohibición en EE UU de regalar juguetes con la comida rápida abre un enconado debate sobre si la obesidad es una epidemia o un problema individual ¿Tiene el Gobierno el derecho a regular lo que comen los ciudadanos para luchar contra la obesidad? En Estados Unidos se ha iniciado un debate entre aquellos que opinan que el Estado debe tratar la obesidad como una epidemia, disuadiendo como pueda a los ciudadanos de consumir alimentos altamente calóricos o excesivamente grasos, y aquellos que piensan que la gordura es una opción individual y que, el sobrepeso, como dolencia, debe ser tratado exclusivamente a nivel médico, caso a caso, sin ningún tipo de intervención de la Administración pública. La decisión de la ciudad de San Francisco de prohibir que las cadenas de comida rápida regalen juguetes con menús altamente calóricos ha reiniciado la polémica, que supera el terreno nutricional y se ha convertido en un debate sociológico y político que puede acabar con el nacimiento de un negacionismo nutricional.

San Francisco le ha declarado la guerra al Happy Meal, el colorido menú de niños de la cadena McDonald's. En él, suele venir un refresco, una ración de patatas fritas y cuatro piezas de pollo o una hamburguesa pequeña, además de un postre dulce. Desde que introdujo el menú en 1979, McDonald's ha vendido 20 millones de Happy Meal en EE UU. El precio oscila allí entre dos y tres euros. Incluye también un juguete, algo muy popular entre los pequeños. Según las tablas nutricionales de la empresa que los vende, su contenido calórico roza las 600 calorías. Hay algunas opciones, como la que incluye hamburguesa con queso, que se sitúan en las 780 calorías. Los nutricionistas coinciden, normalmente, en que un niño mayor de cuatro años debe comer unas 1.200 calorías diarias.

Durante décadas, el gran atractivo de McDonald's ha sido el hecho de que sea una mezcla entre patio de juegos y restaurante al que a los niños les gusta acudir con la familia. Para los gobernantes locales de San Francisco, sin embargo, el problema sobreviene cuando las comidas de los niños en McDonald's, Burger King, Wendy's o cualquier otro establecimiento de comida rápida son un hábito, la norma en lugar de la excepción. Teniendo en mente que el 13% de los niños de EE UU son obesos, la Junta de Supervisores de la ciudad (órgano equivalente al Ayuntamiento local) ha aprobado una ordenanza según la cual no se podrán regalar juguetes con menús que ofrezcan más de 600 calorías, tengan más de un 35% de valor nutricional procedente de grasas, contengan un 10% de grasas saturadas, supongan más de 640 miligramos de sodio o no incluyan una ración de frutas o vegetales.

La medida entrará en vigor en diciembre de 2011, y aunque el alcalde de la ciudad, Gavin Newsom, anunció que la vetará, fue aprobada en el consejo local con suficientes votos (ocho contra tres) para sortear ese veto. El supervisor de San Francisco que ha propuesto la norma, Eric Mar, tiene clara la razón: "Nuestra legislación generará un cambio en esos restaurantes que ofrecen menús que no son sanos y que se dirigen a los consumidores infantiles y juveniles, para que sirvan menús mucho más saludables con incentivos añadidos como los juguetes. Así, ayudaremos a proteger la salud pública, reduciremos el gasto sanitario y fomentaremos hábitos alimenticios sanos".

Se trata de una extendida opinión entre muchos políticos de EE UU: la obesidad es una epidemia, y como tal hay que tratarla. Así lo opina la propia Casa Blanca. Es tradición en cada presidencia que la primera dama asuma una causa social en la que centrar sus esfuerzos. Nancy Reagan lo hizo con la lucha contra la drogadicción. Laura Bush fomentó la lectura. Michelle Obama combate la obesidad infantil. Dijo en un discurso en Las Vegas, el pasado junio: "Un tercio de los niños de nuestro país sufren de sobrepeso o son obesos. Son demasiados. Muchos más que cuando yo era niña. Eso implica que estos niños sufren mayor riesgo de padecer enfermedades coronarias, diabetes o cáncer. Y creo que ese es el destino que les ofrecemos a nuestros niños. No es solo una crisis sanitaria. Es una crisis económica. Nos gastamos 150.000 millones de dólares [93.000 millones de euros] al año en tratar enfermedades relacionadas con la obesidad. No queremos ese futuro para nuestros niños o nuestro país".

En mayo, durante el debate parlamentario de la reforma sanitaria impulsada por el presidente Barack Obama, el Senado consideró una propuesta que, entre otros, ya había planteado el Gobierno de Nueva York: imponer un impuesto extra a las bebidas altamente calóricas. Muchos nutricionistas estiman que los refrescos y batidos son una fuente de calorías mucho más peligrosa que los restaurantes de comida rápida. Por ejemplo, y a pesar del debate desatado en torno a los Happy Meal, McDonald's ofrece el batido Chocolate Triple Thick que tiene 1.160 calorías, más de la mitad de las necesidades de un adulto en una jornada entera.

Ante la ofensiva gubernamental contra los excesos de la gordura, el movimiento libertario de EE UU se ha erigido en armas ideológicas. El respetado profesor de Derecho de la Universidad de Chicago Richard A. Epstein, baluarte de ese tipo de pensamiento que recela profundamente de la intervención gubernamental, se ha opuesto desde hace años a que se considere a esa dolencia como una epidemia. "Soy profundamente escéptico respecto a esos esfuerzos de luchar contra la obesidad aumentando impuestos", asegura. "Además, hay una gran cantidad de gente que consume ese tipo de refrescos sin complicación alguna y no hay razón por la que deban pagar ese impuesto".

"Y prohibir las promociones [como lo ha hecho San Francisco] tiene el problema de que los niños que quieran calorías encontrarán el modo de conseguirlas. El control paterno es un mecanismo mucho mejor cuando realmente funciona, que es algo que sucede en mayor grado en las familias de clase media alta. Normalmente es más deficiente en otros estratos. Los centros educativos y los empresarios pueden tratar de modificar los menús, pero existe un riesgo de que los niños se gasten la paga en comida que no es beneficiosa para su salud [como chucherías o bollería industrial]. Es un problema difícil, pero la solución del Gobierno no aporta muchos beneficios".

Algunos reputados expertos, como el profesor de Política Pública de la Universidad de Chicago Tomas J. Philipson y el juez Richard A. Posner, han propuesto una solución médica. Explica Philipson: "Ya se han producido innovaciones como la cirugía bariátrica, el bypass gástrico o la banda gástrica, que en la actualidad es el tratamiento más exitoso para la obesidad mórbida. Nuevos medicamentos para la obesidad pueden ocupar el espacio de mercado de 17.000 millones de dólares anuales del medicamento contra el colesterol Lipitor, que es ahora el fármaco más vendido del mundo. Hay un nuevo medicamento de la farmacéutica Vivus para perder peso, llamado Onexa, que aún debe ser aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos y que será el primero de una larga lista. Las innovaciones científicas pueden ser más exitosas a la hora de luchar contra la obesidad que los intentos de cambiar los hábitos alimentarios y de ejercicio de la gente".

Ideas como esa avanzan en la dirección de hacer al Estado redundante en la lucha contra la malnutrición, un fenómeno que no encontró una oposición seria durante la última década. Hoy día, sin embargo, con el avance del movimiento radical del Tea Party, facción extremista del Partido Republicano que pugna por una reducción de la intervención gubernamental a su mínima expresión, la insistencia de los Gobiernos en penalizar a los fabricantes y a los consumidores de comida basura se interpreta, cada vez más, como una intromisión ilegítima en la vida privada de los ciudadanos.

Se trata de una tendencia incipiente, pero con peso argumental. Algunos expertos ven la cruzada contra la obesidad como una demonización cultural, al mismo nivel que el macartismo, la caza de brujas anticomunista en el Senado de EE UU en los años cincuenta. Así opina Paul Campos, profesor de Derecho de la Universidad de Colorado. "Se trata del efecto del llamado pánico moral de ciertos sectores de la sociedad", explica. Ese término, "pánico moral", acuñado por el sociólogo Stanley Cohen en los años setenta, define la reacción exagerada de un sector social poderoso o mayoritario que percibe de forma deformada e inexacta a una minoría, demonizándola. "La gente con sobrepeso se convierte en lo que se conoce como demonios populares, los chivos expiatorios. Al experimentar ese pánico, esa reacción adversa, las élites exigen al Gobierno que neutralice a esos demonios con medidas intervencionistas".

Campos defiende esta visión con tres argumentos. Por un lado, asegura que las empresas farmacéuticas tienen interés en que el Estado trate la gordura como una crisis sanitaria, para vender más medicamentos. Además, la cultura popular norteamericana, exportada a casi todo Occidente, es más tolerante con otros desórdenes alimentarios, como la extrema delgadez. Finalmente, el consumo alimentario es el único que mantiene una relación inversa con el poder adquisitivo. Es decir, cuantos más recursos tiene una familia, mejor come. En cambio, las hamburguesas de un dólar son una comida común entre las clases bajas norteamericanas.

"No es una coincidencia que la única forma de exceso consumista que mantiene una correlación opuesta con el poder adquisitivo y el extracto social del consumidor sea contra el que claman las élites sociales", explica Campos. "No estoy diciendo que se trate de una ofensiva consciente. Pero sí que creo que es un prejuicio asociado al extracto social. Es común ver una crítica a la gordura en términos que a veces llegan a ser incluso morales, y, como decía, de demonización".

No hay duda científica de que la gordura excesiva es altamente perjudicial para la salud. Cierto es también que un 26% de los norteamericanos es obeso, porque tienen un índice de masa corporal igual o superior a 30 en el llamado índice de Quetelet. Pero ha habido campañas con las que muchos ciudadanos con sobrepeso han sufrido el escarnio público, como las iniciativas de las aerolíneas de cobrar dos asientos a las personas con considerable sobrepeso o las afirmaciones por parte de diversos políticos de que la obesidad incrementa el gasto sanitario y hace que las aseguradoras aumenten los precios de sus pólizas.

En el caso de los juguetes en los Happy Meal en San Francisco, hay padres y educadores entre los que cunde el rechazo a la idea misma de que el Estado intervenga para prohibir ningún tipo de opción alimentaria. "San Francisco ha creado su propio ministerio de la abundancia [en la novela distópica 1984 es el que raciona los alimentos y otros bienes], despojando a los padres del derecho de decidir con qué quieren alimentar a sus hijos", dice Luanne Hays, profesora en la Escuela Cristiana Ovilla de Tejas y columnista en la revista educativa Teacher Voice. "Cuando George Orwell escribió sobre control gubernamental en su novela 1984, MacDonald's aún no había inventado el Happy Meal. Orwell no se imaginaba entonces que en el siglo XXI habría un nuevo ministerio de la abundancia".

Según esa nueva visión, el Gobierno está tomando, a través de las políticas nutricionales, el camino del Gran Hermano orwelliano. Es la parte central de lo que se está convirtiendo en un debate social y político de EE UU, la duda de si la gente con sobrepeso y obesidad tiene derecho a optar a vivir de ese modo. Expertos de todo calado consideran si la suya es una opción personal o una irresponsabilidad de grupo que acaba afectando a la sociedad en conjunto y, por imitación generacional, a los niños, que copian los patrones que contemplan entre sus padres. La gran duda de fondo es si acabará naciendo un sólido movimiento de escépticos que, como sucede con el cambio climático, acabarán creando un negacionismo nutricional.


Saber las calorías que comemos ayuda a adelgazar

Nueva York, con su excepcionalismo dentro de las ciudades norteamericanas, ha sido el gran laboratorio de experimentos nutricionales en EE UU. Primero, obligó a los centros sanitarios del área metropolitana de la ciudad a informar de los niveles de hemoglobina glucosilada de la ciudadanía, para elaborar un registro municipal de diabetes. Posteriormente prohibió el uso de grasas trans. Finalmente, desde 2008 exige a las cadenas de restaurantes que tengan más de 15 establecimientos en el país, que publiquen el contenido calórico de cada alimento en lugar visible, bajo pena de multa de hasta 2.000 dólares (1.400 euros) si no lo hacen.

Según dijo entonces el consejero de Sanidad del Gobierno local neoyorquino, Thomas Frieden, la finalidad de publicar las calorías es eminentemente disuasoria: "Se podría pensar que una ensalada de atún, ya que es una ensalada, es algo muy saludable. Pero es posible que el cliente vea que esa ensalada tiene muchas más calorías que un bocadillo de carne asada. Y es posible que al consumidor le apetezca más ese bocadillo de carne asada aunque en principio fuera a comprar la ensalada de atún porque pensaba que era lo más saludable".

Tres investigadores de la Universidad de Stanford -Bryan Bollinger, Phillip Leslie y Alan Sorensen- llevaron el año pasado un estudio del impacto real de esta medida en el gran laboratorio nutricional en que se había convertido Nueva York. Su principal intención era saber si el hecho de ver las calorías junto al precio afectaba en algo el comportamiento del consumidor. Compararon los hábitos de compra de los clientes de la cadena Starbucks en Nueva York (222 tiendas) con los de Filadelfia y Boston (94 establecimientos), donde no impera la misma ley. "Descubrimos que la obligatoriedad de publicar las calorías influyó en los hábitos de los clientes de Starbucks, disminuyendo el número de calorías en un 6% (de 247 a 232 calorías) en cada compra", aseguran los autores. Solo seis de cada 100 actos de consumo se vieron alteradas por esa política.

El efecto es mayor en quienes normalmente realizaban las compras más altas en calorías en Starbucks antes de la ley que obliga a publicar las calorías (la reducción es ese caso del 26%), aseguran los autores. En general, estiman que, de media, la reducción por individuo y día es de 30 calorías. Y los dietistas recomiendan que, para perder peso, se reduzca la ingesta calórica entre 500 y 1.000 calorías por día, como estrategia para perder hasta un kilo por semana. El número de calorías que una persona adulta debe ingerir por jornada oscila entre 1.500 y 2.000.



Fuente: ElPais.com
Autor: David Alandete


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martes, 14 de septiembre de 2010

Obesidad cuesta anualmente unos 215.000 millones a la economía estadounidense

La obesidad cuesta cada año a la economía estadounidense al menos 215.000 millones de dólares, entre los que se encuentran costes directos como los gastos médicos, e indirectos como los vinculados a la pérdida de productividad, según un estudio difundido este martes.

Las conclusiones del informe de 'Brookings Institution', un centro de reflexión de Washington, señalan que los costes médicos vinculados a la obesidad de los adultos exceden cada año 147.000 millones de dólares más que los adultos en buena salud. Para los niños obesos, el coste adicional es de 143.000 millones de dólares.

"Los costes médicos aumentaron notablemente en el curso de la última década y podrían continuar aumentando, posiblemente de manera importante, con la subida de la proporción de obesos entre los adultos y los niños en Estados Unidos", escriben los investigadores cuyo estudio aparece en el periódico 'Diabetes, Metabolic Syndrom and Obesity: Targets and Therapy'.

Además de estos gastos directamente vinculados, la obesidad genera costes en términos de pérdida de productividad, de absentismo, pero también relacionados con muertes prematuras de quienes lo padecen.

"Los costes totales en términos de productividad son probablemente sustanciales, alcanzando posiblemente los 66.000 millones de dólares al año en Estados Unidos", escriben Ross Hammond y Ruth Levine, de la división de los estudios económicos de 'Brookings'.

Los costes relacionados con el transporte también podrían verse afectados, por ejemplo, debido al peso de los pasajeros que utilizan líneas aéreas.

"El aumento de la masa corporal entre los estadounidenses significa más uso de carburante, y potencialmente de vehículos más grandes para transportar cada año al mismo número de personas que van al trabajo o viajan", insisten los investigadores.

"Esto induce a costes directos (en forma de un aumento del consumo de carburante) pero también a costes indirectos potenciales, en forma de emisiones suplementarias de gas y el efecto invernadero".


Ver informe: "The Economic Impact of Obesity in the United States" / The Brookings Institution




Fuente: ElMundo.es - AFP / "La obesidad le cuesta 200.000 millones de dólares a la economía de EEUU"
Fotografía: Nueva Orleans - 08 de septiembre: La primera dama de EE.UU. Michelle Obama juega en el campo como parte de la campaña de la NFL "PLAY 60" -una campaña de lucha contra la obesidad infantil- en la Escuela Primaria Brock. Obama se unió al comisionado de la NFL Roger Goodell y el ex entrenador de la NFL Tony Dungy para promover la campaña "Play 60" y apoyar también la iniciativa "Let's Move!" / Getty Images

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viernes, 2 de octubre de 2009

Comer mal es peor que fumar

La mala nutrición provoca un aumento de las alergias y otros trastornos - La educación es la mejor herramienta para combatirla

Comer demasiadas hamburguesas puede producir obesidad y aumento del colesterol. Al igual que se avisa en los paquetes de tabaco, los consumidores deberían estar advertidos de las consecuencias del consumo de ciertos alimentos. Los cambios en la dieta han sido vertiginosos en los últimos años y, como señalan expertos en nutrición, la tendencia es a peor. Comer mal, además, no sólo produce obesidad, diabetes o problemas cardiovasculares. Están aumentando las alergias e intolerancias y también otros trastornos, de carácter más leve, que merman la calidad de vida. Hasta tal punto que, si no se invierte esta tendencia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé algo nunca visto: que los nacidos después de 2000 tengan menos esperanza y calidad de vida que los que nacieron antes.

Manuel Serrano-Ríos, catedrático de Medicina Interna de la Universidad Complutense y miembro de la Real Academia de Medicina, opina que "globalmente, una mala nutrición es un factor de riesgo más grave que el tabaco, ya que su impacto es mayor sobre muchos sistemas". Un grupo de expertos del Consejo Científico del Instituto Danone, que preside Serrano-Ríos, debatió la semana pasada sobre la importancia de invertir la mala tendencia en la alimentación durante un curso sobre nutrición y salud pública en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander. Pilar Cervera, ex directora del Centro de Enseñanza Superior de Nutrición y Dietética, también opina que las secuelas de comer mal se extienden más que las del tabaco. "Por eso tienen efecto las luchas contra el tabaco, porque se habla de consecuencias más concretas", asegura Cervera.

La obesidad, que ha sido la primera enfermedad no infecciosa de la que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declara una pandemia, es la consecuencia más visible de una mala alimentación. Pero la necesidad de volver a la dieta mediterránea se apoya además en otros factores: "La prevalencia de alergias e intolerancias ha aumentado muchísimo en los últimos años", afirma Ascensión Marcos, experta del Grupo de Inmunonutrición del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). "Los malos hábitos en la alimentación repercuten en el sistema inmune", incide Marcos, "y aunque muchas alergias e intolerancias alimentarias están sin diagnosticar, se está diciendo que en 2010 entre el 40 y el 50% de la población europea va a padecer algún tipo de alergia".

La dificultad de diagnóstico se extiende a otros de los efectos de la mala nutrición, "trastornos sin gravedad pero que van mermando la calidad de vida, y de los que la gente no se preocupa hasta que no son verdaderos problemas", afirma Pilar Cervera. "El estreñimiento es uno de los más comunes, del que se pueden derivar hemorroides o fisuras anales, que a la vez pueden terminar en anemia por pérdidas de sangre; en general hay todo un subgrupo de trastornos ligados a una mala alimentación; mala hidratación, que da problemas de piel, de cabello... y estos pequeños trastornos simplemente se van asumiendo, por lo que no desaparecen o empeoran hasta que son realmente graves", explica la experta del Instituto Danone, que aboga por una alimentación variada y con horarios establecidos como solución a estos problemas.

Son muchos los factores que influyen en la mala nutrición. Aparte del estilo de vida, "la tecnología de alimentos", afirma Serrano-Ríos, "ha contribuido a incluir en alimentos procesados ingredientes que facilitan la alergia; el consumo preferencial de determinados alimentos, a la vez que los nuevos métodos de laboratorio han contribuido a que se desarrollen estos problemas".

Para los expertos se trata de una especie de paradoja: la mejora del nivel de vida no ha hecho sino empeorar la calidad o el equilibrio en la alimentación y poner en grave peligro la dieta mediterránea. "Los españoles comemos mucho, comemos mal, apenas hacemos ejercicio físico y dormimos menos horas de las convenientes", afirma Isabel Ávila, miembro del Instituto Danone y presidenta de la Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (CEACCU), que acaba de presentar un estudio sobre hábitos saludables. El resultado ha sido un "suspenso absoluto". Según el informe, tan sólo el 6,6% de la población alcanza los objetivos de alimentación saludable respecto al consumo de frutas, verduras, pescado y legumbres.

Unos datos poco alentadores y mucho peores en equilibrio que los de los últimos años: "Antes era menos habitual que los jóvenes tomaran tantas calorías y no estaba en este peligro la dieta mediterránea; no sabemos por qué, pero aunque cada vez somos más exigentes con la salud y con la alimentación, al final nos cuidamos menos y nos alimentamos peor", afirma Ávila.

No están claras las razones del aumento ni tampoco la solución, pero existe consenso sobre cuál debe ser la principal vía de combate: la educación es la base para modificar unos hábitos más difíciles de cambiar conforme avanza la edad. "Esta falta de formación, de atención a la nutrición para una vida saludable, repercute en otros ámbitos muy graves, ya que se produce un riesgo de manipulación, porque la gente se cree todo lo que le cuentan sobre dietas, lo que se anuncia en televisión", asegura Serrano-Ríos. Un grave desconocimiento que se transmite de padres a hijos: "Los niños son grandes imitadores, por eso es muy importante que toda la familia coma lo mismo, eso de preguntarles a los niños qué quieren comer no se hacía en mi época", dice Cervera, "es vital que toda la familia coma lo mismo e introducir al niño pronto en la mesa familiar".

La responsabilidad es tanto familiar como escolar. Los expertos coinciden en que la educación alimentaria es un apartado olvidado y que es necesario potenciarla a todos los niveles de la educación. "En la asignatura de Educación para la ciudadanía", afirma Serrano-Ríos, "y en la carrera de Medicina, donde ni siquiera está bien reflejada la importancia de la nutrición; los médicos tienen una formación muy escasa, yo diría que casi ha habido menosprecio en este sector". La poca consideración que se ha dado a la nutrición no evita la existencia de otra paradoja. Hay preocupación, pero no acción. El estudio revela que el 75% está preocupado por llevar una dieta sana, aunque a la hora de la verdad todo se quede en buenas intenciones.

La presidenta de CEACCU cree que, en general, la sociedad padece "poca información y menos formación". Problemas de etiquetado y de tiempo para cocinar se suman al desconocimiento. Pilar Cervera asegura que para adquirir esta educación "hay que conocer los grupos alimentarios y mezclarlos de forma equilibrada". La experta en nutrición cree que "la dietética no está reñida con la gastronomía, es necesario cuidar la presentación y controlar la grasa y sal, pero tampoco eliminarlos". Factores que hagan más atractiva la variedad, sobre todo en lo que concierne a los niños, pueden ser clave para conseguir un cambio en esta cultura que se aleja peligrosamente de la dieta mediterránea.

Un atisbo de esperanza viene de la mano de la crisis. Ávila cree que la coyuntura económica "está cambiando ligeramente los hábitos, las familias están recuperando buenas costumbres en la mesa". Los productos base de la dieta mediterránea son, de hecho, algunos de los más económicos. Las legumbres, vegetales o los cereales cumplen ambos requisitos y tienen en este momento su oportunidad perfecta para recuperar el protagonismo en la mesa. Y es que, a la hora de comer, nada como los platos de la abuela.

Buenas intenciones, malos hábitos

Buenas intenciones pero poco más. El estudio presentado la semana pasada por la Confederación española de organizaciones de amas de casa, consumidores y usuarios (CEACCU) revela que la mayoría de los españoles (74,4%) se preocupa por llevar una vida sana.

La teoría está muy bien y casi todo el mundo se la sabe. Sin embargo, en la práctica son realmente muy pocos los que tienen buenos hábitos o se preocupan por adquirirlos. El informe, realizado a partir de 5.500 encuestas, recoge los errores más frecuentes y que más se reconocen: no tomar suficientes frutas y verduras (el más común), no hacer un desayuno completo y comer muy pocas legumbres. Isabel Ávila, presidenta de CEACCU, valora la situación como un serio peligro para la dieta mediterránea y lamenta que en la sociedad falte tiempo e información para atender a la alimentación.

Son los mayores, según el estudio, quienes más se preocupan por la dieta y se alimentan de forma más equilibrada, son precisamente quienes ya tenían los hábitos adquiridos, dice Ávila. Por sexos, el hombre es quien menos se preocupa por seguir una dieta en condiciones y, entre ellos, son los solteros, divorciados y la gente con bajo nivel de estudios los que menos se cuidan en este sentido.

El ejercicio físico casi brilla por su ausencia. Sólo el 27% confiesa realizar algún tipo de ejercicio o deporte (incluidos paseos de media hora o de más tiempo). Y, además, se duerme poco. Más de la mitad duerme menos de siete horas diarias recomendadas y la siesta tiende a desaparecer. Así, el 60% de la población no se la echa nunca.

Los distintos factores están encadenados, cuando se cambia uno se cambian todos, señala Ávila sobre la tendencia a agrupar los hábitos, ya que está comprobado que quienes tienen costumbres escasamente saludables suelen tener más de una.

El fumador habitual consume, en general, menos fruta que el no fumador, advierte la presidenta de la CEACCU. Para Ávila, uno de los papeles más importantes en esta lucha contra la desinformación alimentaria lo tienen los medios de comunicación.


Fuente: ElPais.com
Autor: C. Castro Carbón
Fotografia: La "súper hamburguesa" de 1360 calorías y 91 gramos de grasa. La cadena de comida Burger King's ha presentado su nueva creación: la hamburguesa "Angry Triple Whopper". Tiene 3 carnes, tocineta, pepinillos, cabollas "Angry", tomates, lechuga, queso y salsa "Angry". En total, aporta 1360 calorías, 91 gramos de grasa, 33 gramos de grasas trans, 235 mg de colesterol, 59 gramos de carbohidratos, 13 gramos de azúcar, 77 gramos de proteínas y 1830 mg de sodio. Por si fuera poco, quienes asuman el reto de consumir esa hamburguesa, la podrán acompañar de una porción de papas fritas con 500 calorías.

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viernes, 7 de agosto de 2009

"Si las hijas de Obama comen sano en el colegio, ¿por qué yo no?"

Un anuncio que pone a las hijas del presidente como ejemplo de quienes comen bien ha levantado ampollas en EEUU

Un anuncio que pide comidas más sanas en los comedores escolares y cita a las hijas del presidente de EEUU, Barack Obama, como ejemplo de quienes sí comen bien, ha levantado una polémica en ciertos círculos en EEUU.

"Si las hijas de Obama comen sano en el colegio, ¿por qué yo no?" se pregunta una niña de raza negra en los carteles publicitarios colocados desde esta semana en el metro de Washington.

De momento, la Casa Blanca no ha hecho comentario alguno sobre el anuncio.

La niña que pone cara al anuncio se llama Jasmine Messiah, tiene 8 años, es vegetariana*, vive en Florida y va a un colegio público, según el diario online Politico.com.

La campaña publicitaria está pagada por el grupo sin fines de lucro 'Comité de Médicos por una Medicina Responsable' que patrocinan un proyecto de ley en el Congreso para que haya más frutas, verduras y opciones vegetarianas o con bajo contenido de grasas en los almuerzos que ofrecen las escuelas públicas, revela el mencionado diario.

La niña del cartel, según Político, ha escrito a las hijas de Obama, Malia y Sasha, pidiéndoles que escriban al Congreso para que aprueben la ley que obligará a dar de comer mejor a los niños en todas las escuelas.

Jasmine ya ha escrito a los congresistas y, según Politico, les pide así a las hijas de Obama que la ayuden porque según dice "muchas escuelas, incluyendo la mía, no ofrecen suficientes frutas, verduras y platos vegetarianos".

Pero el director de Estudios de Gobierno en el Instituto Brookings, Darrell West, ha destacado en declaraciones a Político el riesgo que tiene utilizar a las niñas de Obama en un asunto así.

"Eso es especialmente relevante, en este caso, porque las hijas (de Obama) son muy jóvenes" y porque la Casa Blanca, desde el primer momento, ha tratado de crear un escudo protector en torno a ellas.

En opinión de West, desde luego ésta "no es la mejor forma de ganarse el corazón del Presidente".

Lo mismo opina el profesor de Comunicación de la Universidad George Washington, Steven Roberts, quien subraya que el "mejor camino para conseguir algo no es enfadar a un presidente tan popular".

En opinión de Roberts, el asunto está tan claro que "despediría al organizador de la campaña".

Las niñas de Obama van a un colegio privado y exclusivo de Washington, el mismo al que fue Chelsea, la hija de Bill y Hillary Clinton.

El presidente del comité de médicos que auspicia la campaña, Neal Barnard, ha subrayado que "en la mayoría de las escuelas los niños y las niñas no tienen alternativa a la dieta con carnes, quesos y elevadas calorías que contribuye a la obesidad infantil y los problemas de salud".

Y añade que "el Congreso debe intervenir para que todas las escuelas, no importa cuán pobres sean, provean verduras, frutas, y opciones saludables sin lácteos, y el Congreso debe dar los fondos para que esto sea factible".

De acuerdo con los Centros para Control y Prevención de Enfermedades una de cada tres personas nacidas en 2000 desarrollará diabetes en algún punto de su vida. Otros estudios han encontrado una tendencia creciente de exceso de peso y obesidad entre los niños, y un incremento sustancial del problema entre los hijos de inmigrantes.

Fuente: Público.es
* Agregado por Ojo Adventista ya que en el original de Político.com hace hincapié en ello."... Jasmine Messiah, an 8-year-old vegetarian from a Florida public school..."
Fotografía; Politico.com

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