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lunes, 9 de agosto de 2010

La dieta del cerebro: la alimentación influye en el estado de ánimo

El azúcar nos sirve para controlar los impulsos | Numerosos estudios aconsejan aumentar el consumo de omega-3

Los efectos de la comida sobre nuestras reacciones y emociones han sido ignorados durante mucho tiempo. Sin embargo, científicos de todo el mundo se proponen ahora demostrar que hay una correlación directa entre la dieta y nuestro estado de ánimo.

La relación de las personas con la comida es uno de los elementos que contribuyen a la diversidad cultural del ser humano, a la riqueza gastronómica repleta de sabores, de aromas, de texturas y de matices. La interacción que cada uno tenemos con los alimentos es peculiar y específica, es un regalo para los sentidos, un placer individual que adquiere una dimensión especial cuando se puede compartir alrededor de una buena mesa.

Por desgracia, los alimentos, no sólo aportan los nutrientes necesarios para vivir, sino que también pueden desencadenar o empeorar enfermedades, desde la gota por el consumo excesivo de carne o de marisco, hasta crisis de migraña después de un atracón de chocolate o quesos, pasando por los problemas circulatorios derivados de un consumo elevado de sal o de ingerir cantidades importantes de grasas saturadas. También sabemos que, en ocasiones, el cerebro modifica la relación de las personas con los alimentos, lo que conduce a excesos como la bulimia por falta de control en lo que se ingiere o, en el otro extremo, la anorexia; así, pues, algunas disfunciones cerebrales modifican la forma de comer. Pero ¿es cierta la relación inversa? Los alimentos ¿pueden afectar a la conducta?

Jean Jacques Rousseau afirmaba que "es un hecho que las personas que comen mucha carne son por regla general más crueles y feroces". "Qui menja sopes, se les pensa totes", dice un refrán catalán, refiriéndose a los supuestos efectos beneficiosos de la sopa para ser avispado; "Barriga llena no estudia de buena gana", comentan otros. Néstor Luján, en su Diccionario Luján de gastronomía catalana (La Campana, Barcelona, 1990) recoge la opinión de los médicos medievales sobre las lentejas: provocan epilepsia y locura, y esta creencia ha perdurado a lo largo de los siglos en algunos lugares. El refranero recoge desde antaño los efectos de la alimentación sobre el humor; sin embargo, los científicos han sostenido que era absurdo pensar en una relación entre la dieta y el funcionamiento del cerebro. ¿Sigue siendo así?


Nutrición y salud mental

Isla Mauricio se encuentra en el océano Índico, sobre el trópico de Capricornio, y fue puerto de marineros árabes, portugueses, holandeses, franceses e ingleses, que colonizaron sucesivamente sus escasos 2.000 km2 de superficie. Isla Mauricio es conocida mundialmente por ser el único hábitat natural del extinto pájaro dodo, pero en el ámbito de la salud pública también ostenta la unicidad por ser el lugar donde se está siguiendo una cohorte de 1.795 niños nacidos allí en 1969. Peter Venables y Adrian Raines son los investigadores principales del Mauritius Child Health Project, que estudia los factores asociados a alteraciones mentales, mediante el seguimiento exhaustivo de un grupo muy amplio de niños desde su nacimiento, con la finalidad de poder prevenirlos. Uno de los resultados centrales de este estudio es la identificación de la malnutrición en la infancia como factor de riesgo de algunas alteraciones futuras. La serie de Isla Mauricio ha permitido observar que una dieta mejor reduce la aparición de alteraciones de la conducta en un 53% y la hiperactividad en un 41%.

Numerosos artículos describen asociaciones entre diversos componentes de la dieta –incluyendo micronutrientes como el zinc o derivados de la vitamina B– y alteraciones cognitivas o disfunciones cerebrales. En la actualidad se está tratando de estudiar cuáles de estas asociaciones son puramente casuales y cuáles podrían tener un fundamento causal.

Una de las áreas en las que se ha avanzado más es la posible relación entre la degeneración neuronal, el envejecimiento y los estados depresivos. El auge de este tipo de investigaciones se debe a la idea de que, hacia el año 2050, cerca de un 30% de la población mundial tendrá más de 65 años, y las alteraciones degenerativas serán un problema mucho más importante que en la actualidad. En esta línea, James Joseph, científico del Centro de Investigación sobre Nutrición Humana en el Envejecimiento de la Universidad Tufts en Boston, acaba de publicar una revisión de los estudios existentes sobre la relación entre la degeneración neuronal, el cerebro y la nutrición. Concluye que es importante ingerir regularmente sustancias con efecto antioxidante (como los polifenoles) porque a medida que avanza la edad, nuestro cerebro se vuelve más sensible al estrés oxidativo, de modo que parece recomendable seguir una dieta rica en ácidos grasos poliinsaturados como los que contienen el pescado o los frutos secos. Además, la mayoría de los autores coinciden en recomendar una restricción del aporte diario de calorías para mantener las funciones cerebrales cognitivas en un estado óptimo.


Atentos a los omega-3

El denominado trastorno por déficit de atención/hiperactividad es una entidad controvertida que se describió por primera vez en 1902 bajo el nombre de "disfunción cerebral mínima", a causa de la levedad de los síntomas y la incertidumbre del diagnóstico. Un siglo más tarde el panorama ha cambiado mucho gracias, sobre todo, a dos circunstancias: el hecho de que ese nombre –abreviado a menudo como TDAH– aparece como un diagnóstico en el conocido diccionario de enfermedades DSM desde la versión III de 1980, y también al hecho de que se han comercializado medicamentos costosos específicos para este trastorno.

En la búsqueda de las causas que podrían explicar la dificultad para la concentración, varios autores han investigado factores nutritivos. En este sentido, el psiquiatra Javier Quintero, del Hospital Infanta Leonor de Madrid, y su equipo han analizado el posible efecto de la dieta actual –deficiente en ácidos grasos omega-3 comparada con la dieta previa a la industrialización– sobre el crecimiento, el desarrollo del tejido cerebral o conductas concretas (como rabietas, cambios de humor o alteraciones del sueño). Según estos autores, los estudios actuales apuntan a esa relación, aunque todavía no son concluyentes. En otras palabras, como suscribe la doctora Natalie Sinn, del Centro de Investigación en Fisiología de la Dieta en la Universidad de South Australia, no se trata de empezar a dar suplementos de ácidos grasos omega-3 a los niños inquietos, sino procurar que la dieta cotidiana contenga más ácidos grasos omega-3 de los que ingerimos, algo que sin duda será beneficioso para todos, los niños movidos, a quienes les cuesta mantener la concentración, y también todos los demás.


Glucosa y autocontrol

En Espalda y emociones, el osteópata David Ponce describe las consecuencias de la acumulación de sustancias excitantes que ingerimos a lo largo del día a partir de lo que gráficamente llama "efecto Sue Ellen", en referencia a la protagonista de la serie televisiva Dallas –que siempre tomaba una copa para relajarse antes de irse a dormir–. Tras un día de trabajo intenso y largo, cierta cantidad de alcohol al terminar una cena más o menos copiosa produce un efecto relajante que, a la madrugada siguiente, tiene que revertirse con una buena dosis de café (a menudo potenciada con la nicotina de algún cigarrillo) y el azúcar (en el mismo café, en la bollería que comemos para desayunar, o con la bebida de cola que tomamos a cualquier hora). Para contrarrestar este estado de excitación continuada y poder conciliar el sueño, habrá que ingerir alcohol de nuevo la noche siguiente, y así sucesivamente. Cafeína, nicotina, azúcar y alcohol, cuatro elementos que, cuando dejan de tomarse únicamente para saborearlos, se convierten en malos compañeros.

Especial atención merece la glucosa, un compuesto indispensable para numerosas funciones vitales y que es casi la única fuente de energía del cerebro, adonde llega a través del flujo sanguíneo. El cerebro requiere glucosa para poder llevar a cabo de manera eficiente sus múltiples tareas, desde recibir y procesar la información de los sentidos hasta funciones superiores como pensar, recordar o planificar, pasando por el complejo mantenimiento de la homeostasia de todo el cuerpo. Lo curioso es que hay una tarea que requiere un aporte especial de glucosa: el autocontrol.

Matthew Gaillot y Roy Baumeister, dos psicólogos de la Universidad estatal de Florida, han realizado un exhaustivo estudio de la conducta en centenares de personas que les ha permitido concluir que unos niveles de glucosa adecuados y constantes son fundamentales para poder ejercer el autocontrol –la capacidad de frenar los impulsos y las respuestas automáticas de una manera consciente, algo que resulta esencial para el buen funcionamiento tanto individual como social, para facilitar la cooperación y la armonía entre los grupos humanos–. Esto podría explicar algunas de las conductas que se observan tras reuniones largas en las que la hipoglucemia hace mella en los participantes y aumenta la probabilidad de que aparezcan respuestas fuera de tono o discusiones cuyo origen es a menudo el cansancio mental.

Sin embargo, hay que aclarar de inmediato que glucosa no significa necesariamente hidratos de carbono refinados; debemos recordar que el organismo es capaz de obtener glucosa de otras fuentes, como las proteínas o la fruta.

¿Vamos hacia una neurogastronomía? Por el momento, quizás no se trate tanto de que los chefs tengan una formación en neurociencias ni de que haya restaurantes con menús para moldear el estado de ánimo, sino de ser conscientes del valor de una dieta equilibrada sobre la silueta o la salud cardiovascular, pero también sobre las emociones y el estado de ánimo. Y, mientras tanto, no olvidar que los intestinos y el humor pueden jugar malas pasadas cuando, en lugar de sentarnos a la mesa como se merece una buena comida, lo hacemos como una rutina, de prisa y corriendo, pensando sólo en el trabajo y enfrascados en la ansiedad o en eso que llamamos estrés cotidiano.


¿Y el segundo cerebro?

Michael Gershon es catedrático del Departamento de Anatomía y Biología Celular en la Universidad de Columbia. En su libro "The second brain" aclara: "Éste no sirve para resolver problemas filosóficos ni para escribir bellos poemas; tales actividades están reservadas para el cerebro de la cabeza"; ahora bien, recuerda que hay otra parte del cuerpo humano dotada de una complejísima red de tejido nervioso que, además, contiene gran cantidad de neurotransmisores, como los que también se encuentran en el otro cerebro (por ejemplo, la serotonina). Es el sistemanervioso entérico, que acompaña al tubo digestivo desde el esófago hasta los intestinos, pasando por el estómago.

Hasta hace poco se creía que el sistema nervioso entérico únicamente tenía fines digestivos y de absorción de los nutrientes. Sin embargo, hoy sabemos que el "segundo cerebro" está en estrecha relación con el primero, y contribuye a determinar nuestro estado mental e incluso puede desencadenar síntomas específicos. Eso explicaría el cosquilleo en el estómago que percibimos en situaciones de ansiedad o que algunas personas traduzcan dicha ansiedad en problemas como estreñimiento o diarrea. Varios estudios apuntan al hecho de que parte de nuestras emociones están vehiculizadas por el tejido nervioso entérico. Curiosamente, de nuevo, varias expresiones populares hacen referencia a esta relación desde antaño.




Fuente: LaVanguardia.es
Autor: Albert Figueras. Medico

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miércoles, 10 de marzo de 2010

Obesidad y depresión van de la mano

La obesidad y la depresión están unidas por un estrecho lazo. Ese es el resultado de una exhaustiva investigación publicada en las páginas de la revista médica "Archives of general Psychiatry".

Según indica este estudio, las personas con sobrepeso tienen un 55% más de riesgo de desarrollar una depresión mientras que las que sufren este trastorno mental tienen un 58% más de posibilidades de convertirse en obesas.

Esta relación recíproca entre ambos trastornos, que se daría tanto en hombres como en mujeres, surgió de la revisión hecha por estos investigadores, miembros de distintos centros de estudios holandeses, quienes buscaron trabajos que hubieran evaluado a fondo la asociación entre la obesidad y la depresión y, tras varios filtros, se quedaron con 15 estudios que analizaron en forma pormenorizada.

En su análisis, los investigadores comprobaron además, que "la asociación entre depresión y obesidad era más fuerte que la que se producía entre depresión y sobrepeso", lo que, según sus palabras, sugiere que la cantidad de kilos de más influye de forma clara en las posibilidades de enfermar.

Aunque no han podido establecer las causas de esta relación recíproca, estos autores barajan varias hipótesis. Según explican, la depresión podría provocar un aumento de peso debido a la aparición de distintas alteraciones neuroendocrinas. Además, también podrían influir el consumo de determinados antidepresivos o el hecho de que las personas con este trastorno son más proclives a llevar hábitos de vida poco saludables.

En sus conclusiones, subrayan que estos hallazgos podrían tener importantes implicaciones para la práctica clínica. "Estar alerta podría conducir a una [mejor] prevención, detección temprana y tratamiento para las personas en riesgo, lo que, en última instancia, ayudaría a reducir la extensión de ambos trastornos", concluyen.



Fuente: ElPais.com.uy

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miércoles, 4 de marzo de 2009

Un cigarrillo en la adolescencia puede conducir a la depresión en la vida adulta

  • Un estudio con roedores concluye que la nicotina consumida en la adolescencia tiene efectos neurobiológicos a largo plazo.
  • Las consecuencias son similares a las de una depresión, e incluyen bruscos cambios de humor.
  • Los efectos pueden producirse aunque el consumo sea esporádico.
Los adolescentes que fuman pueden estar trazando su camino hacia una depresión en la etapa adulta de su vida, según un estudio de la Florida State University dirigido por el profesor de Psicología Carlos Bolaños, que determina que la nicotina en los adolescentes induce a un estado parecido a la depresión caracterizado por una carencia de placer y aumento la sensibilidad en el futuro.

Se trata de un descubrimiento "único" ya que es el primer informe que se realiza que demuestra "que el consumo de nicotina en edades tempranas puede tener consecuencias neurobiológicas a largo plazo, como, por ejemplo, desórdenes de humor" dijo Bolaños.

Los investigadores han llegado a esta conclusión tras inyectar nicotina a un grupo de ratas adolescentes dos veces al día, mientras que a otro grupo le administraron la misma dosis de salina, a ambos durante 15 días.

Después de este período de tratamiento se sometió a los animales a varios experimentos diseñados para averiguar como reaccionarían a situaciones agotadoras y como responderían tras ofrecerles una recompensas. De este modo, los expertos encontraron cambios conductuales sintomáticos de depresión cuando había pasado una semana desde el cese de nicotina y -lo más sorprendente- que con que la exposición a la nicotina durante la adolescencia sea de un día, ésto ya puede tener efectos duraderos.

"Algunos animales de nuestro estudio fueron expuestos a la nicotina una sola vez" afirma Bolaños en un artículo publicado en Neuropsychopharmacology, en el que también añade que para su equipo "fue sorprendente descubrir que un día solo de exposición de nicotina potencialmente podría tener tales consecuencias negativas a largo plazo".

Así, las ratas que fueron expuestas a la nicotina desarrollaron comportamientos sintomáticos de depresión y ansiedad. Los investigadores fueron capaces de aliviar los síntomas de las ratas con medicamentos antidepresivos o, irónicamente, más nicotina. De modo interesante, los roedores adultos que fueron expuestos al mismo régimen de nicotina que los adolescentes no mostraron rasgos parecidos a una depresión.

"El mensaje a la gente joven desde luego es que no fumen y hasta que ni lo intenten" apuntó Bolaños. "Si ellos deciden comenzar a fumar, deberán ser conscientes de los efectos que tiene a largo plazo y que el fumador de un cigarrillo, incluso consumido de manera ocasional, puede tener efectos sobre su sistema cerebral", dijo.

Fuente: 20minutos.es

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miércoles, 5 de septiembre de 2007

GRAN IGNORANCIA SOBRE SALUD MENTAL

A pesar de que causan más enfermedad que el cáncer o los males cardiacos, los trastornos mentales continúan siendo profundamente ignorados y marginados en el mundo en desarrollo.

Esa es la conclusión de una serie de estudios sobre la salud mental en el mundo publicados en la revista médica The Lancet.

Según los expertos, los trastornos mentales suman cerca de 14% de las enfermedades en el mundo.

Son causa de 800.000 suicidios cada año, en su mayoría en los países más pobres.

Sin embargo -dicen los autores- 90% de las personas que padecen los trastornos en países de bajos y medianos ingresos no reciben ningún tipo de atención.

"Queremos lanzar una advertencia a las autoridades sanitarias del mundo" dijo a BBC Ciencia el doctor Benedetto Saraceno, Director de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la Organización Mundial de la Salud, OMS, quien colaboró con The Lancet.

"Porque se habla de muchas enfermedades en el mundo pero se descuida la importancia de la salud mental y los trastornos mentales, sobre todo en los países pobres", agrega el experto.

Y el problema, advierten los investigadores, se agravará como resultado de las guerras, la pobreza y la enfermedad, a menos que se disponga de tratamientos adecuados en esas regiones del mundo.

Subestimado

Según The Lancet, un 14% de la carga global de enfermedades se debe a los trastornos neurospiquiátricos.

Éstos trastornos son "importantes contribuyentes" de enfermedades no transmisibles, mucho más que los trastornos cardiovasculares y el cáncer.

"Estamos hablando -dice el doctor Saraceno- de problemas de alcohol, y abuso de otras sustancias, de depresión, demencia, Alzheimer, psicosis y de esquizofrenia".

Esto se debe principalmente a lo que los expertos llaman "la incapacitante naturaleza crónica" de estas enfermedades.

"Todos estos son problemas importantes y la gente no recibe ningún tipo de tratamiento", dice el médico.

Son también problemas que están cobrando vidas debido al alto número de suicidios que se registran cada año en los países más pobres del mundo.

"Hay 800.000 suicidios registrados como causa de muerte en las bases de datos de la OMS" afirma el doctor Saraceno.

"Pero sabemos que hay muchos otros casos que no son registrados en el mundo", agrega.

"Calculamos que hay por lo menos 20 millones de intentos de suicidios cada año".

Escaso tratamiento

A pesar de la gravedad del problema, sólo 10% de los pacientes mentales en el mundo en desarrollo reciben algún tratamiento.

"En América Latina y el Caribe -dice el médico de la OMS- el 58% de las personas con una psicosis de tipo esquizofrenia no están siendo tratadas".

"Y el 53% de las personas con algún problema de alcohol no reciben tratamiento en la región".

"Esta brecha entre la gente tratada en el mundo y aquéllos no tratados es muy preocupante", agrega.

Según el experto de la OMS, la verdadera naturaleza de estas enfermedades se ha subestimado debido a una inadecuada apreciación de la relación entre los desórdenes mentales y otros trastornos.

"Si analizamos por ejemplo a la poblaciones de enfermos de tuberculosis, nos damos cuenta de que el 46% de éstos padece una depresión grave".

"El 44% de los enfermos de SIDA el 33% de los pacientes con cáncer y el 37% de los diabéticos tienen un problema de depresión " agrega el médico.

Esto refleja, dice el experto, que la depresión está asociada con varias enfermedades físicas.

"Esto tiene consecuencias graves debido a que el trastorno empeora el pronóstico y disminuye la disposición del paciente para seguir sus regímenes de tratamiento", afirma Saraceno.

Recursos

Los expertos subrayan la grave situación de los derechos humanos de los pacientes mentales en el mundo.

Se mencionan casos en que los enfermos mentales son encadenados a árboles o se les mantiene en jaulas.

Esto refleja la marginación que prevalece en la sociedades ante las enfermedades mentales.

"A veces son las mismas comunidades que tienen miedo de estas personas y por lo tanto las maltratan", dice Benedetto Saraceno.

"Pero lo más grave es que también dentro de establecimientos médicos y psiquiátricos hay violaciones de derechos humanos de pacientes mentales -agrega- y me temo que esto pasa tanto en países ricos como pobres".

La disponibilidad de tratamientos para enfermos mentales, sin embargo, es una difícil alternativa para muchos países pobres debido a la escasez de recursos.

Pero los expertos afirman que los servicios básicos de salud mental puede ser baratos y sencillos, especialmente si se incluyen dentro de los cuidados generales de salud.

"Necesitamos en primer lugar dar más educación a la población general para disminuir el estigma", dice Benedetto Saraceno.

"Y debemos invertir más en tratamientos y servicios para fortalecer la atención médica primaria y mejorar los diagnósticos y tratamientos del enfermo mental".

Fuente; BBC

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