Mostrando entradas con la etiqueta estrés. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta estrés. Mostrar todas las entradas

martes, 20 de marzo de 2012

El alcoholismo, una "enfermedad mental" de la que no hay conciencia social

Una comisión de expertos del Parlamento británico ha recomendado recientemente para concienciar a la sociedad de los riesgos del consumo de alcohol establecer "dos días secos a la semana". Hemos hablado con médicos y enfermos de alcoholismo, que rechazan la idea. Ángel, un enfermo rehabilitados asegura que lo único que puede ayudar es reconocer que hay un problema, "buena voluntad" y "acudir a otras personas como tu". El doctor Francisco Pascual Pastor asegura que el 40% de los alcohólicos que siguen un programa terapéutico "puede abstenerse el resto de su vida". Nosotros nos hemos preguntado cómo se llega a esta enfermedad.

Ángel, hoy a sus 60 años y rehabilitado desde hace 10, nos explica que era muy joven y vivía un buen momento laboral cuando cayó en el alcohol. "Tenía un puesto de trabajo extraordinario" pero fue la "dinámica del trabajo, la ambición, el compromiso laboral de abarcar mucho...lo que me llevó a descubrir que con dos copas mi capacidad de respuesta crecía". Sin embargo, "en dos o tres años la necesidad de beber llegaba hasta última hora del día, tomaba una botella de licor diaria", explica.

Perdió memoria, reflejos y concentración y en el trabajo –aquello que le llevó a beber- dejó de rendir. Cada vez bebía más, la situación familiar se deterioró tanto que le echaron de casa y terminó perdiendo el empleo. "El estrés y la desesperación crecían" y "me encerré en mi mismo y en mi botella", sentencia.

La depresión le llevó al médico, sin embargo, Ángel asegura que solo cuando pidió ayuda a enfermos rehabilitados pudo salir adelante. Después de 10 años sin probar ni gota afirma que "funciona todo" en su vida porque funciona él. "Ahora se quien soy, antes no", sentencia.

A los alcohólicos les lanza un mensaje claro: "No deben intentar nunca salir adelante solos, hay que pedir ayuda y si se puede a personas como ellos".

Sobre la iniciativa de la Comisión de Ciencia y Tecnología designada por el Parlamento británico de recomendar dos días secos a la semana, Ángel lo tiene claro: "No vale para nada; el que bebe, bebe" porque "necesitamos beber para vivir". "Y el que tiene el hábito de beber –sin ser alcohólico- no va a respetar tal iniciativa".

"Los alcohólicos son personas con un trastorno mental, transitorio o indefinido", aclara Ángel, que sostiene que es la sociedad la que debe comprender que el alcoholismo "no es un vicio". Idea que comparte el especialista universitario en alcoholismo, Francisco Pascual Pastor, de la Federación de Alcohólicos Rehabilitados de España (FARE), que explica que hay que eliminar la idea de que el paciente consume porque quiere. El 40% de los enfermos que siguen un programa terapéutico "pueden abstenerse el resto de su vida".

Pascual Pastor señala que, aunque es difícil establecer un perfil del enfermo de alcoholismo –ni siquiera existen datos ni registros oficiales a nivel nacional- suelen padecerlo más los hombres que las mujeres porque en ellas aún está mal visto el consumo. Por su profesión, hay un porcentaje más elevado de alcohólicos entre albañiles o comerciales, pero el doctor recalca que "el alcohol no entiende ni de sexo, ni de clases sociales".

Lo que si sostiene el doctor es que el bebedor actual es más joven y no consume a diario, sino en momentos puntuales en cantidades mayores. Al contrario que hace unos años, sí se llega al estado embriaguez. De esta forma, el diagnóstico es más tardío porque los daños, aunque son los mimos – en el hígado, páncreas y sistema nervioso- tardan más en verse.

En definitiva, quienes trabajan ayudando a los enfermos y los alcohólicos rehabilitados coinciden en la necesidad de concienciar a la sociedad de que se trata de una enfermedad crónica –que mata a dos millones y medio de personas al año en el mundo, según la OMS- y que quienes la padecen no beben por vicio sino por necesidad. La manera de salir, según Ángel, es reconocer que hay un problema, "buena voluntad" y "pedir ayuda a otras personas como tú".




Fuente: Telecinco.es
Autor: Esperanza Buitrago






+ Leer más...

viernes, 17 de junio de 2011

Cómo manejar el estrés según la Biblia. Por Julián Melgosa

El estrés, también conocido como la reacción de “ataque o huida”, es la reacción del organismo ante demandas intensas o alarmas. Pero las alarmas no siempre llegan en la forma de amenazas físicas. A veces llegan como estímulos psicológicos, el recuerdo de eventos desagradables, sensaciones intensas de impotencia, sentido de culpa o los gritos de un bebé. Para la mayoría, el estrés está conectado con condiciones hostiles del trabajo, una conciencia culpable, problemas en las relaciones, finanzas limitadas y otras situaciones parecidas.

Cuando las personas perciben una situación alarmante, se activan una serie de mecanismos fisiológicos (neurales y hormonales) en el cuerpo. Los cambios más notorios incluyen la producción adicional de glucosa, aceleración de la frecuencia de la respiración y los latidos del corazón, tensión muscular, resequedad en la boca, entorpecimiento del proceso digestivo y la constricción de los vasos sanguíneos. Todos estos cambios en los procesos corporales aumentan la energía disponible para atacar el estímulo estresante o huir de él. Nuestro sistema de respuesta al estrés fue diseñado por nuestro Creador para ayudar a sus criaturas a sobrevivir ante el peligro.

El estrés moderado es bueno, porque la energía que produce nos permite terminar a tiempo los proyectos, correr para alcanzar el autobús o enfrentar la limpieza de la casa. Pero cuando la alarma se torna constante, pronto deja de producir resultados positivos, y puede causar enfermedades como la úlcera gástrica, el colon irritable, la hipertensión arterial, laarterosclerosis, el angina de pecho o el infarto de miocardio. Incluso puede afectar nuestro sistema inmunológico.

El poder de la oración

Quienes han experimentado una relación de fe con Jesús saben que la oración y la comunión con él ayudan a manejar el estrés de la vida con bastante éxito. De hecho, la oración parece mejorar nuestras defensas corporales. Un análisis de más de cincuenta investigaciones llevó a las siguientes conclusiones:

1. La meditación religiosa y la oración causan una actividad bidireccional entre el cerebro y el sistema circulatorio que baja la presión arterial y disminuye los latidos del corazón y el ritmo de la respiración. Estos cambios son incompatibles con el estrés, la ansiedad y el pánico.

2. La oración y la meditación producen un aumento en la actividad del hemisferio izquierdo del corazón. Este tipo de actividad está asociado con la respuesta inmunológica sana, como es la producción de anticuerpos que nos protegen contra las infecciones.

3. La oración y las prácticas religiosas también afectan el sistema nervioso central. Estimulan el lóbulo frontal del cerebro, lo que regula la actividad del sistema nervioso autónomo, el sistema límbico, el hipotálamo y la amígdala cerebral, y a su vez reduce el estrés.

4. La oración y las prácticas religiosas aumentan el nivel de los neurotransmisores melatonina y serotonina, que son sustancias secretadas por el cuerpo para inducir el relajamiento e inhibir el enojo y la agresión.

5. La afirmación pública de los valores y creencias de un individuo (algo que sucede cada semana en las iglesias) reduce el nivel de cortisol, que es la hormona del estrés. 1

Las estrategias anti estrés de Jesús

Jesús, por medio de sus palabras y ejemplo, nos ofrece consejos prácticos sobre cómo manejar nuestro estrés diario. El primer recurso notable que le permitía enfrentar las enormes presiones que experimentaba al sanar, predicar, alimentar a las multitudes y por ser objeto de persecución de parte de varios grupos, era su cercanía con su Padre. Jesús fortalecía su relación con su Padre por medio de la oración y la meditación. Por ejemplo, Marcos nos dice que “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (S. Marcos 1:35). A veces Jesús invitaba a sus discípulos a unírsele. Más de una vez les dijo: “Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco” (S. Marcos 6:31). Orar en la quietud de la mañana o la noche, puede que sea la única oportunidad que tengamos para ser impresionados por la voz de Dios y recibir la energía y la sabiduría para enfrentar los desafíos que la vida nos trae.

Jesús también encontró alivio en la comunión con las personas. A veces lo encontramos descansando en la casa de Lázaro, Marta y María. Y se aseguraba de que sus discípulos tuvieran alguna recreación. Él sabía que un periodo de descanso y recreación, apartados de la multitud, les daría nuevo vigor. Al pedirles periódicamente que se retiraran a descansar, les estaba enseñando cómo equilibrar el trabajo con el reposo.

También podemos reducir el estrés por medio del trabajo; y no cualquier trabajo, sino el trabajo que produce alivio a los demás. La vida de Jesús fue fundamentalmente desinteresada. Constantemente empleaba sus energías para servir a los demás. En un sermón, Pedro resumió la vida de Jesús con las palabras: “Éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hechos 10:38).

Las personas que se ocupan en trabajos voluntarios, proyectos comunitarios y de asistencia a los demás, sienten mayores niveles de bienestar y satisfacción que los que no lo hacen. Allan Luks y Peggy Payne estudiaron a 3.296 voluntarios en el programa de Big Brothers/Big Sisters en la ciudad de Nueva York y 95 por ciento reportó sensaciones generales de bienestar y un aumento en su estima propia. También declararon que tienden a percibir sus experiencias negativas como asuntos de menor importancia. 2

Si usted está sufriendo de mucho estrés, quizá le convenga poner a un lado los papeles, herramientas, preocupaciones, sea lo que fuere, y reflexionar sobre cómo Jesús manejaba el exceso de trabajo. Y recuerde su promesa: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (S. Mateo 11:28, 29).

Ir a Jesús sigue siendo un extraordinario antídoto contra el estrés. ¿Por qué no lo comprueba hoy mismo?





Fuente: El Centinela
Autor: Julián Melgosa. Decano de la Escuela de Educación y Psicología de la Universidad de Walla Walla, Washington. Tiene un doctorado en Psicología de la Educación y es autor de varios libros sobre la salud mental y espiritual.
Referencias: 1. Ver las páginas 25 al 33 del libro del mismo autor: Mental and Emotional Health [Salud mental y emocional], (Boise, Idaho: Pacific Press, 2010). 2. The Healing Power of Doing Good: The Health and Spiritual Benefits of Helping Others [El poder sanador del buen hacer: Los beneficios físicos y espirituales de ayudar a los demás], (New York: Ballantine, 1992).



+ Leer más...

domingo, 23 de enero de 2011

Pensar en Dios baja el estrés a los creyentes y lo sube a los ateos

Ayuda a los creyentes a reducir la respuesta emocional ante errores cometidos, pero tiene el efecto contrario en ateos.
Pensar en Dios puede ayudar a las personas religiosas a sentirse menos alteradas cuando comenten errores, pero tiene justo el efecto contrario en las personas ateas. Esto es lo que revela un estudio en el que se analizó la actividad neuronal de un área concreta del cerebro (la corteza cingulada anterior o ACC) como respuesta a errores cometidos. Este área estaría vinculada a los estados de atención o de alerta cuando algo va mal.

Pensar en Dios puede ayudar a las personas religiosas a sentirse menos alteradas cuando comenten errores, pero puede tener justo el efecto contrario en las personas ateas.

Esto es lo que revela un estudio reciente realizado por científicos de la Universidad de Toronto Scarborough, en Canadá, y cuyos resultados han aparecido publicados en la revista Psychological Science, editada por la Association for Psychological Science (APS), de Estados Unidos.

Comprender los efectos de la fe

Michael Inzlicht, investigador de la Universidad de Toronto Scarborough y uno de los autores del presente estudio, explica en un comunicado de dicha universidad que, dado que el 85% de la población mundial tiene algún tipo de creencia religiosa, para los psicólogos resulta importante comprender porqué la gente tiene estas creencias, explorar las funciones de la fe y, en definitiva, comprender para qué sirve.

Según los investigadores, la religión suele relacionarse con la posibilidad de darle una significación y un orden al mundo, pero aún no está claro si las creencias religiosas pueden realmente ayudar a las personas a sentir menos ansiedad y estrés.

Con la intención de aclarar estas cuestiones sobre religión y bienestar humano, los investigadores de la Universidad de Toronto realizaron ya en 2009 un estudio en el que analizaron la actividad de la amígdala cingulada anterior del cerebro en función de la religiosidad de los participantes.

En la presente investigación, los psicólogos han medido un tipo de ondas cerebrales relacionadas con las respuestas humanas de defensa ante errores (las señales de negatividad relacionada con error o error-related negativity (ERN), mientras los participantes en el estudio cometían fallos en una prueba.

De esta forma, pudo constatarse que aquellas personas que habían sido preparadas con pensamientos religiosos antes del test presentaron respuestas cerebrales menos acusadas ante sus propios errores que las personas que no habían sido condicionadas de esta manera previamente.

Estas respuestas neuronales menos acusadas permitieron a los participantes afrontar los contratiempos sin perder su equilibrio, y reaccionar con menos ansiedad a sus propios fallos, afirman los científicos.


Influencia consciente e inconsciente

En su experimento, los psicólogos pidieron a los participantes que escribieran sobre religión y, también, que realizaran una tarea de palabras revueltas, en la que se incluían términos relacionados con Dios.

Posteriormente, los investigadores registraron la actividad cerebral de los participantes, mientras éstos completaban una tarea informatizada, escogida porque proporcionaba una alta tasa de errores.

Los resultados de los registros demostraron que cuando se imprimía en la gente ideas sobre religión y Dios, consciente (escribir sobre Dios) o inconscientemente (tarea de palabras revueltas), su actividad cerebral al cometer errores se reducía en un área cerebral conocida como corteza cingulada anterior (ACC).
Este área del cerebro está asociada a diversas funciones, como la regulación de los estados de atención o de alerta cuando algo va mal, incluidos los fallos que cometemos.

Por ejemplo, un estudio realizado en 2005 por científicos de la Universidad de Washington en Saint Louis (Estados Unidos) demostró que la ACC advierte de los errores cometidos, antes incluso de que el sujeto haya tomado la decisión equivocada.

Por otro lado, la corteza cingulada anterior, que es la parte frontal de la corteza cingulada o córtex cingulado del cerebro, parece jugar un papel clave en la regulación de la presión sanguínea y de la frecuencia cardiaca, así como en otras funciones de tipo cognitivo racional, como la anticipación a la recompensa, la capacidad de tomar decisiones, la empatía o la emoción.

No reduce el estrés en ateos

Esta reducción de las señales neuronales procedentes de la corteza cingulada anterior no fue detectado, sin embargo, en el caso de los ateos, afirman los investigadores: cuando a éstos se les imprimieron de manera inconsciente ideas relacionadas con Dios, la corteza cingulada anterior de estos participantes incrementó su actividad en lugar de reducirla.

Los científicos sugieren que, para las personas religiosas, pensar en Dios puede suponer una forma de ordenación del mundo, que alivie la ansiedad que provoca la aparición de eventos aparentemente aleatorios en él. Por el contrario, para los ateos, los pensamientos sobre Dios pueden contradecir los esquemas de sentido con los que éstos viven, por lo que para ellos las ideas de Dios pueden ser una fuente de estrés.


Universos de sentido y salud

Inzlicht explica que: “pensar sobre Dios calma cuando se está bajo presión. Reduce el estrés que produce cometer errores. Creemos que este hecho puede ayudarnos a comprender algunos descubrimientos realmente interesantes sobre las personas que son religiosas. Aunque no sea de manera inequívoca, algunas evidencias sugieren que estas personas viven más y tienden a ser más felices y saludables”.

Una de estas evidencias la aportó un estudio realizado en 2006 con 192 personas por científicos del Departamento de Psicología del Albion College de Michigan (Estados Unidos), en el que se demostró que la religiosidad puede generar actitudes de satisfacción vital.

Por otro lado, un estudio realizado también en 2006 por científicos del Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh (UPMC) reveló que el aumento de la esperanza de vida que se deriva de una actividad religiosa semanal es comparable a los beneficios que genera para la salud el ejercicio físico regular o el consumo de medicamentos para reducir el colesterol.

Inzlicht señala, sin embargo, que los ateos pueden proporcionarse el mismo efecto positivo que supone para los creyentes pensar en Dios, simplemente reflexionando sobre su propio sistema de creencias. Según el científico: “creemos que esto puede ocurrir (la reducción del estrés) con cualquier universo de sentido que proporcione una estructura y ayude a la gente a comprender su mundo”.




Fuente: Tendencias21.com
Autor: Yaiza Martínez


+ Leer más...

miércoles, 27 de mayo de 2009

Surmenage o Síndrome de la fatiga crónica: cuando más no es mejor

Cómo evitar un colapso intelectual. Estudiar obsesivamente puede tener consecuencias negativas. La autoexigencia y los miedos de la sociedad actual, un cóctel peligroso. Recomendaciones.

Ocho horas diarias de clases en la facultad, más cuatro de estudio, y ocho más de trabajo en dos empresas diferentes, le dejaban a Federico un mínimo margen de tiempo para descansar por día. Todo esto sumado a la presión por haber obtenido una beca de estudio y otra de alojamiento que lo obligaba a mantener un alto promedio generaron en él un cóctel peligroso para su salud mental que terminó diagnosticado como surmenage, un colapso intelectual.

Hoy conocido como "Síndrome de la fatiga crónica", cuadro semejante al famoso burnout, este mal se produce en aquellos que, dominados por una sobrecarga de exigencia laborales e intelectuales, alcanzan un estado de extenuación emocional. En general, las personas que terminan con un cuadro de este tipo están sometidas a problemas emocionales y se sienten obligados a no fallar.

“El surmenage es una forma antigua de llamar a los cuadros de estrés. Son en general crónicos y producen extenuación emocional, un desasosiego de la meta que se ha fijado y una baja de rendimiento”, explica la psiquiatra Elsa Wolfberg, de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

“Se da por sobrecarga, por querer absorber en poco tiempo más de lo que es posible en lugar de graduar y asimilar paulatinamente un cúmulo de conocimiento”, agrega la especialista. Aclara que no todo aquel que se someta a un tiempo extenso de estudio es susceptible de sufrir las consecuencias del surmenage.

Otro factor que en muchas ocasiones resulta central para el desarrollo de este síndrome es la presión social. “La sociedad empuja a esto”, añade la psiquiatra. El temor a perder el trabajo, la competencia, la necesidad de poder alcanzar un futuro laboral próspero puede producir situaciones de este tipo. “El dopaje es la demostración de que hay una exigencia que va por arriba de lo que el sujeto puede rendir”, ejemplifica Wolfberg al hacer referencia a los medicamentos que los jóvenes suelen tomar a la hora de estudiar – por ejemplo, exceso de aspirinas-.

Consecuencias. Federico vivía a base de mate, la ansiedad no le permitía comer y terminó con cosquilleos en brazos y piernas, fuertes dolores de cabeza y dolencias musculares. En ocasiones también padeció alucinaciones.

“El correlato del surmenage es la fatiga, la contractura, el dolor de cabeza y la taquicardia”, comenta Wolfberg en diálogo con Perfil.com. Además, “por la extenuación emocional termina habiendo una defensa espontánea que consiste en querer alejarse y, por lo tanto, la baja del rendimiento y la insatisfacción”. Así, la sobre exigencia termina siendo en vano.

Cómo evadir el surmenage. Para evitar llegar a una situación límite de estrés es necesario tomar conciencia de los riesgos que se corren y poder dar cuenta del nivel de sobrecarga al que la persona se somete una persona. “Regular la cuota de trabajo intelectual, graduarla, repartirla de una manera razonable. Revisar los ideales, que no sean muy tiránicos, y buscar momentos para despejarse”, son algunos de los consejos que ofrece Wolfberg. Además, es importante dedicar tiempo en medio del estudio para tomarse un recreo, distenderse y pensar en otra cosa.

Es fundamental también estar alerta y mantener el contacto con el propio cuerpo. “Generalmente uno esta tan absorbido por la meta que no advierte que va teniendo repercusión en el organismo por el exceso de actividad intelectual”, asegura la psiquiatra. La actividad física es siempre una buena opción para despejar la mente.

Fuente: Perfil.com
Autor: Silvina Fiszer Adler, redactora de Perfil.com

+ Leer más...
PETA en Espanol