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viernes, 17 de junio de 2011

Cómo manejar el estrés según la Biblia. Por Julián Melgosa

El estrés, también conocido como la reacción de “ataque o huida”, es la reacción del organismo ante demandas intensas o alarmas. Pero las alarmas no siempre llegan en la forma de amenazas físicas. A veces llegan como estímulos psicológicos, el recuerdo de eventos desagradables, sensaciones intensas de impotencia, sentido de culpa o los gritos de un bebé. Para la mayoría, el estrés está conectado con condiciones hostiles del trabajo, una conciencia culpable, problemas en las relaciones, finanzas limitadas y otras situaciones parecidas.

Cuando las personas perciben una situación alarmante, se activan una serie de mecanismos fisiológicos (neurales y hormonales) en el cuerpo. Los cambios más notorios incluyen la producción adicional de glucosa, aceleración de la frecuencia de la respiración y los latidos del corazón, tensión muscular, resequedad en la boca, entorpecimiento del proceso digestivo y la constricción de los vasos sanguíneos. Todos estos cambios en los procesos corporales aumentan la energía disponible para atacar el estímulo estresante o huir de él. Nuestro sistema de respuesta al estrés fue diseñado por nuestro Creador para ayudar a sus criaturas a sobrevivir ante el peligro.

El estrés moderado es bueno, porque la energía que produce nos permite terminar a tiempo los proyectos, correr para alcanzar el autobús o enfrentar la limpieza de la casa. Pero cuando la alarma se torna constante, pronto deja de producir resultados positivos, y puede causar enfermedades como la úlcera gástrica, el colon irritable, la hipertensión arterial, laarterosclerosis, el angina de pecho o el infarto de miocardio. Incluso puede afectar nuestro sistema inmunológico.

El poder de la oración

Quienes han experimentado una relación de fe con Jesús saben que la oración y la comunión con él ayudan a manejar el estrés de la vida con bastante éxito. De hecho, la oración parece mejorar nuestras defensas corporales. Un análisis de más de cincuenta investigaciones llevó a las siguientes conclusiones:

1. La meditación religiosa y la oración causan una actividad bidireccional entre el cerebro y el sistema circulatorio que baja la presión arterial y disminuye los latidos del corazón y el ritmo de la respiración. Estos cambios son incompatibles con el estrés, la ansiedad y el pánico.

2. La oración y la meditación producen un aumento en la actividad del hemisferio izquierdo del corazón. Este tipo de actividad está asociado con la respuesta inmunológica sana, como es la producción de anticuerpos que nos protegen contra las infecciones.

3. La oración y las prácticas religiosas también afectan el sistema nervioso central. Estimulan el lóbulo frontal del cerebro, lo que regula la actividad del sistema nervioso autónomo, el sistema límbico, el hipotálamo y la amígdala cerebral, y a su vez reduce el estrés.

4. La oración y las prácticas religiosas aumentan el nivel de los neurotransmisores melatonina y serotonina, que son sustancias secretadas por el cuerpo para inducir el relajamiento e inhibir el enojo y la agresión.

5. La afirmación pública de los valores y creencias de un individuo (algo que sucede cada semana en las iglesias) reduce el nivel de cortisol, que es la hormona del estrés. 1

Las estrategias anti estrés de Jesús

Jesús, por medio de sus palabras y ejemplo, nos ofrece consejos prácticos sobre cómo manejar nuestro estrés diario. El primer recurso notable que le permitía enfrentar las enormes presiones que experimentaba al sanar, predicar, alimentar a las multitudes y por ser objeto de persecución de parte de varios grupos, era su cercanía con su Padre. Jesús fortalecía su relación con su Padre por medio de la oración y la meditación. Por ejemplo, Marcos nos dice que “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (S. Marcos 1:35). A veces Jesús invitaba a sus discípulos a unírsele. Más de una vez les dijo: “Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco” (S. Marcos 6:31). Orar en la quietud de la mañana o la noche, puede que sea la única oportunidad que tengamos para ser impresionados por la voz de Dios y recibir la energía y la sabiduría para enfrentar los desafíos que la vida nos trae.

Jesús también encontró alivio en la comunión con las personas. A veces lo encontramos descansando en la casa de Lázaro, Marta y María. Y se aseguraba de que sus discípulos tuvieran alguna recreación. Él sabía que un periodo de descanso y recreación, apartados de la multitud, les daría nuevo vigor. Al pedirles periódicamente que se retiraran a descansar, les estaba enseñando cómo equilibrar el trabajo con el reposo.

También podemos reducir el estrés por medio del trabajo; y no cualquier trabajo, sino el trabajo que produce alivio a los demás. La vida de Jesús fue fundamentalmente desinteresada. Constantemente empleaba sus energías para servir a los demás. En un sermón, Pedro resumió la vida de Jesús con las palabras: “Éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hechos 10:38).

Las personas que se ocupan en trabajos voluntarios, proyectos comunitarios y de asistencia a los demás, sienten mayores niveles de bienestar y satisfacción que los que no lo hacen. Allan Luks y Peggy Payne estudiaron a 3.296 voluntarios en el programa de Big Brothers/Big Sisters en la ciudad de Nueva York y 95 por ciento reportó sensaciones generales de bienestar y un aumento en su estima propia. También declararon que tienden a percibir sus experiencias negativas como asuntos de menor importancia. 2

Si usted está sufriendo de mucho estrés, quizá le convenga poner a un lado los papeles, herramientas, preocupaciones, sea lo que fuere, y reflexionar sobre cómo Jesús manejaba el exceso de trabajo. Y recuerde su promesa: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (S. Mateo 11:28, 29).

Ir a Jesús sigue siendo un extraordinario antídoto contra el estrés. ¿Por qué no lo comprueba hoy mismo?





Fuente: El Centinela
Autor: Julián Melgosa. Decano de la Escuela de Educación y Psicología de la Universidad de Walla Walla, Washington. Tiene un doctorado en Psicología de la Educación y es autor de varios libros sobre la salud mental y espiritual.
Referencias: 1. Ver las páginas 25 al 33 del libro del mismo autor: Mental and Emotional Health [Salud mental y emocional], (Boise, Idaho: Pacific Press, 2010). 2. The Healing Power of Doing Good: The Health and Spiritual Benefits of Helping Others [El poder sanador del buen hacer: Los beneficios físicos y espirituales de ayudar a los demás], (New York: Ballantine, 1992).



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viernes, 20 de mayo de 2011

Infoxicación: atentos a todo... y a nada. Por Sergio Fanjul

'E-mails', redes sociales, el móvil... Recibimos una sobredosis de información que no es fácil procesar. La 'infoxicación' empeora la capacidad analítica, aumenta la ansiedad y conduce a decisiones erróneas
Recuerden cuando el mundo era (un poco) más tranquilo. Solo había un par de canales de televisión. Las cartas postales cuidadosamente manuscritas tardaban días o semanas en ir de una mano a otra. Los periódicos contaban lo que había pasado ayer. Y a los amigos los veíamos de tarde en tarde alrededor de la mesa de algún bar. Ahora, en cambio, vivimos en mitad de una avalancha. El acelerón de la tecnología ha provocado que la información nos bombardeé a discreción, sin piedad y en todas direcciones, y que el contacto con el prójimo se haga constante e instantáneo gracias al teléfono móvil, el e-mail y las redes sociales. Si antes mirábamos el mundo a través de la ventana, ahora miles de ventanas que se abren simultáneas y meten el mundo en nuestro ordenador. Esta nueva forma de existencia, hiperconectada e instantánea, tiene sus ventajas, claro está, pero también sus desventajas. El estrés, la ansiedad informativa, la confusión, la superficialidad o la falta de atención son algunos de ellos. "Infoxicación" lo llama el físico Alfons Cornellá, fundador de la consultora sobre nuevas tendencias Infonomía, "un neologismo que mezcla la información y la intoxicación. Se produce cuando la información recibida es mucho mayor que la que somos capaces de procesar, con consecuencias negativas".

"En el momento en que aun no has acabado de digerir algo, ya te está llegando otra cosa", dice Cornellá, "la entrada constante de información, en un mundo always on (siempre encendido), te lleva a no tratar ninguna información en profundidad. Cuando la información es demasiada todo es lectura interruptus. El fenómeno se desboca cuando todos pasamos a ser productores de información, y cuando los instrumentos para producirla son mejores que los instrumentos para organizarla y buscarla. Todos sabemos usar un procesador de texto, pero pocos saben buscar información de calidad con criterio". En efecto, hoy día la actividad es frenética: "Se calcula que entre el nacimiento de la escritura y el año 2003 se crearon cinco exaby­tes (billones de megabytes de información). Pues bien, esa cantidad de información se crea ahora cada dos días", informa el especialista en redes David de Ugarte. "La posibilidad de emitir información codificada se ha ido democratizando: primero como escritura, luego como imagen, etcétera. Piensa cuánta gente podía escribir un texto a principios del siglo XIX, o cuanta hacer una foto a principios del XX... Y compáralo con hoy".

Una información que, además, salta de un lugar a otro como pulgas en una sábana: en España se envían 563 millones de correos al día, según la consultora Contactlab, y cada español recibe, de media, unos 23 correos diarios que debe gestionar (en algunos casos llegan a cientos), y que ahora, además de en el ordenador, también recibimos en nuestros smart­phones (teléfonos inteligentes). Y eso sin contar lo que se cuela a través de redes sociales como Facebook y Twitter. Según la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC), el 37% de los españoles se conecta entre 10 y 30 horas semanales. El 9% lo hace más de sesenta horas. Cada vez pasamos más tiempo en este mundo de los unos y ceros y menos en el de la carne y los huesos: "Las horas dedicadas diariamente al uso de aparatos electrónicos prácticamente se ha duplicado desde 1987, mientas que la interacción cara a cara caía desde unas seis horas a poco más de dos", según explica José Antonio Redondo en su libro sobre redes sociales Socialnets (Península).

Y todo esto cansa a la mente. El psicólogo David Lewis creó el concepto de Síndrome de Fatiga Informativa (information fatigue syndrome), en su informe Dying for information? (¿Muriendo por la información?) elaborado para la agencia Reuters. Se da en personas que tienen que lidiar con toneladas de información procedente de libros, periódicos, faxes, correos electrónicos, etcétera, y que, según Lewis, provoca la parálisis de la capacidad analítica, ansiedad y dudas, y conduce a malas decisiones y conclusiones erróneas. Dos tercios de los 1.300 profesionales entrevistados por Reuters achacaron al estrés producido por manejar altos flujos de información daños en sus relaciones personales, baja satisfacción laboral y tensión con sus colegas. "El exceso es más perjudicial que provechoso", opina Jorge Franganillo, profesor de Información y Documentación de la Universidad de Barcelona.

"Durante siglos hemos asociado más información a más libertad. Sin embargo, hoy día, no por tener más donde elegir tenemos más libertad ni estamos más satisfechos. La información es imprescindible en la vida moderna, pero en exceso es asfixiante y resulta difícil de procesar. Al final, más es menos". Nos puede incluso hacer menos productivos, como observó el psicólogo británico Amir Khaki, de AK Consulting, estudiando el comportamiento de un grupo de ejecutivos: la consulta continua de la BlackBerry aumenta el estrés y reduce la productividad. Uno de los sujetos del estudio tardaba el triple de tiempo en rellenar impresos comunes por la constante distracción de su teléfono inteligente. "La presión que provoca la sobrecarga informativa retrasa decisiones importantes o hace que se tomen medidas sin la suficiente reflexión. Y causa también una fricción informativa que dispersa la atención y aumenta la fatiga. La energía física e intelectual que consumimos para obtener la información correcta se desperdicia si no hacemos algo útil con ella", dice Franganillo. Y, por mucho tiempo que invirtamos, siempre tenemos la impresión de que se nos está escapando algo. "Esta sobreabundancia hace que pocos elementos de entre todo ese mar resalten y queden fijados a nuestra memoria, que hoy se encuentra medio perdida al no poder atar datos con situaciones y lugares concretos.Muchas cosas pasan desapercibidas, miradas sin ser vista", dice Roberto Balaguer, psicólogo especialista en Internet.

Superficialidad

La superficialidad es otra de las posibles consecuencias del maremagno actual, como señala el autor Nicholas Carr en su libro Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus), de reciente aparición. Carr, licenciado en Literatura, advirtió que su capacidad de concentración en la lectura de textos largos era cada vez menor. La causa: su actividad multitarea, atento a la vez a la web, el Twitter, el teléfono, el Skype, el Facebook... "Internet nos incita a buscar lo breve y lo rápido y nos aleja de la posibilidad de concentrarnos en una sola cosa", declaró en una entrevista a Bárbara Celis en EL PAÍS. "La multitarea, instigada por el uso de Internet, nos aleja de formas de pensamiento que requieren reflexión y contemplación, nos convierte en seres más eficientes procesando información pero menos capaces para profundizar en esa información y al hacerlo no solo nos deshumanizan un poco sino que nos uniformizan". Por supuesto, Carr cerró sus perfiles en las redes sociales.

No todos son tan pesimistas. "Mi hijo juega mucho al Call of Duty (un frenético videojuego bélico). Puedo pensar que está perdiendo el tiempo, o incluso que está enganchado, o pensar que se está preparando para un nuevo mundo donde los estímulos serán mayores, y la información más cambiante. El mundo que viene probablemente sea más parecido a Call of Duty que a Guerra y paz", opina Xabier Carbonell, profesor de Psicología en la Universidad Ramón Llull. "No creo que sea un problema, sino cuestión de aprendizaje. Fíjate, mi madre me decía '¿cómo puedes estudiar con la radio puesta?'. Y compáralo con todo lo que hay ahora... La tecnología está produciendo un cambio cognitivo importante". Cada vez somos más multitarea y esto es irreversible. "Son las habilidades que, por otro lado, cada vez valora más el mercado laboral: empleados que tengan esa habilidad de gestionar en contextos de saturación de información", coincide Fernando Garrido, del Observatorio para la Cibersociedad. ¿Cómo gestionar esta cantidad ingente de información? La respuesta es obvia: tomándonoslo con calma. Desconectándonos un rato: apagar el ordenador, la televisión, silenciar el teléfono.

Ahondar en el trato humano y pausado. Adoptar un hobby alejado de los gadgets tecnológicos. Salir a la calle. "Algunos médicos han indicado las siestas como una manera de contrarrestar la neblina digital de la sobreinformación", sugiere Balaguer. "No dedicarse a leer y contestar el correo en cualquier momento, sino solo a determinadas horas de la jornada laboral, de manera que sea una parte de tu agenda y no te interrumpa constantemente", recomienda Redondo. Y eligiendo solo lo provechoso. "La avalancha de información que se puede gestionar mejor si establecemos prioridades. Hemos de tener claro qué temas nos interesan, centrar la atención en pocas áreas y procurar que sean lo bastante concretas. No se puede pretender estar al día de muchos temas o de temas demasiado amplios: ya en 1550 el teólogo Juan Calvino se quejaba de que había tantos libros que ni siquiera tenía tiempo de leer los títulos", dice Franganillo. Como apunta Cornellá: "Hay que escoger muy bien las fuentes de información. Dedicar parte del mejor tiempo del día a la información de calidad. Cuanta más de esta manejas, más capaz eres de discriminar que lo que tienes delante es pura basura. La buena información, la relevante, desinfoxica".




Fuente: ElPais.com
Autor: Sergio Fanjul


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domingo, 23 de enero de 2011

Pensar en Dios baja el estrés a los creyentes y lo sube a los ateos

Ayuda a los creyentes a reducir la respuesta emocional ante errores cometidos, pero tiene el efecto contrario en ateos.
Pensar en Dios puede ayudar a las personas religiosas a sentirse menos alteradas cuando comenten errores, pero tiene justo el efecto contrario en las personas ateas. Esto es lo que revela un estudio en el que se analizó la actividad neuronal de un área concreta del cerebro (la corteza cingulada anterior o ACC) como respuesta a errores cometidos. Este área estaría vinculada a los estados de atención o de alerta cuando algo va mal.

Pensar en Dios puede ayudar a las personas religiosas a sentirse menos alteradas cuando comenten errores, pero puede tener justo el efecto contrario en las personas ateas.

Esto es lo que revela un estudio reciente realizado por científicos de la Universidad de Toronto Scarborough, en Canadá, y cuyos resultados han aparecido publicados en la revista Psychological Science, editada por la Association for Psychological Science (APS), de Estados Unidos.

Comprender los efectos de la fe

Michael Inzlicht, investigador de la Universidad de Toronto Scarborough y uno de los autores del presente estudio, explica en un comunicado de dicha universidad que, dado que el 85% de la población mundial tiene algún tipo de creencia religiosa, para los psicólogos resulta importante comprender porqué la gente tiene estas creencias, explorar las funciones de la fe y, en definitiva, comprender para qué sirve.

Según los investigadores, la religión suele relacionarse con la posibilidad de darle una significación y un orden al mundo, pero aún no está claro si las creencias religiosas pueden realmente ayudar a las personas a sentir menos ansiedad y estrés.

Con la intención de aclarar estas cuestiones sobre religión y bienestar humano, los investigadores de la Universidad de Toronto realizaron ya en 2009 un estudio en el que analizaron la actividad de la amígdala cingulada anterior del cerebro en función de la religiosidad de los participantes.

En la presente investigación, los psicólogos han medido un tipo de ondas cerebrales relacionadas con las respuestas humanas de defensa ante errores (las señales de negatividad relacionada con error o error-related negativity (ERN), mientras los participantes en el estudio cometían fallos en una prueba.

De esta forma, pudo constatarse que aquellas personas que habían sido preparadas con pensamientos religiosos antes del test presentaron respuestas cerebrales menos acusadas ante sus propios errores que las personas que no habían sido condicionadas de esta manera previamente.

Estas respuestas neuronales menos acusadas permitieron a los participantes afrontar los contratiempos sin perder su equilibrio, y reaccionar con menos ansiedad a sus propios fallos, afirman los científicos.


Influencia consciente e inconsciente

En su experimento, los psicólogos pidieron a los participantes que escribieran sobre religión y, también, que realizaran una tarea de palabras revueltas, en la que se incluían términos relacionados con Dios.

Posteriormente, los investigadores registraron la actividad cerebral de los participantes, mientras éstos completaban una tarea informatizada, escogida porque proporcionaba una alta tasa de errores.

Los resultados de los registros demostraron que cuando se imprimía en la gente ideas sobre religión y Dios, consciente (escribir sobre Dios) o inconscientemente (tarea de palabras revueltas), su actividad cerebral al cometer errores se reducía en un área cerebral conocida como corteza cingulada anterior (ACC).
Este área del cerebro está asociada a diversas funciones, como la regulación de los estados de atención o de alerta cuando algo va mal, incluidos los fallos que cometemos.

Por ejemplo, un estudio realizado en 2005 por científicos de la Universidad de Washington en Saint Louis (Estados Unidos) demostró que la ACC advierte de los errores cometidos, antes incluso de que el sujeto haya tomado la decisión equivocada.

Por otro lado, la corteza cingulada anterior, que es la parte frontal de la corteza cingulada o córtex cingulado del cerebro, parece jugar un papel clave en la regulación de la presión sanguínea y de la frecuencia cardiaca, así como en otras funciones de tipo cognitivo racional, como la anticipación a la recompensa, la capacidad de tomar decisiones, la empatía o la emoción.

No reduce el estrés en ateos

Esta reducción de las señales neuronales procedentes de la corteza cingulada anterior no fue detectado, sin embargo, en el caso de los ateos, afirman los investigadores: cuando a éstos se les imprimieron de manera inconsciente ideas relacionadas con Dios, la corteza cingulada anterior de estos participantes incrementó su actividad en lugar de reducirla.

Los científicos sugieren que, para las personas religiosas, pensar en Dios puede suponer una forma de ordenación del mundo, que alivie la ansiedad que provoca la aparición de eventos aparentemente aleatorios en él. Por el contrario, para los ateos, los pensamientos sobre Dios pueden contradecir los esquemas de sentido con los que éstos viven, por lo que para ellos las ideas de Dios pueden ser una fuente de estrés.


Universos de sentido y salud

Inzlicht explica que: “pensar sobre Dios calma cuando se está bajo presión. Reduce el estrés que produce cometer errores. Creemos que este hecho puede ayudarnos a comprender algunos descubrimientos realmente interesantes sobre las personas que son religiosas. Aunque no sea de manera inequívoca, algunas evidencias sugieren que estas personas viven más y tienden a ser más felices y saludables”.

Una de estas evidencias la aportó un estudio realizado en 2006 con 192 personas por científicos del Departamento de Psicología del Albion College de Michigan (Estados Unidos), en el que se demostró que la religiosidad puede generar actitudes de satisfacción vital.

Por otro lado, un estudio realizado también en 2006 por científicos del Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh (UPMC) reveló que el aumento de la esperanza de vida que se deriva de una actividad religiosa semanal es comparable a los beneficios que genera para la salud el ejercicio físico regular o el consumo de medicamentos para reducir el colesterol.

Inzlicht señala, sin embargo, que los ateos pueden proporcionarse el mismo efecto positivo que supone para los creyentes pensar en Dios, simplemente reflexionando sobre su propio sistema de creencias. Según el científico: “creemos que esto puede ocurrir (la reducción del estrés) con cualquier universo de sentido que proporcione una estructura y ayude a la gente a comprender su mundo”.




Fuente: Tendencias21.com
Autor: Yaiza Martínez


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domingo, 15 de agosto de 2010

¿Soy adicto al sexo?

- El 6% de la población sufre un trastorno de hipersexualidad
- El tratamiento combina la terapia cognitiva con fármacos y asesoramiento sexológico
- Los afectados dedican cada vez más tiempo a planear sus encuentros sexuales

¿Existe la adicción al sexo o no es un problema real? Lo que hasta ahora era para muchos un mito o un cuento chino, la excusa perfecta en la que se escudaban famosos como el actor Michael Douglas o el golfista Tiger Woods para justificar sus infidelidades, es, desde este mes, una enfermedad reconocida por la literatura científica. La nueva edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM 5)1, la 'biblia' de la siquiatría mundial, ha incluido por primera vez en sus páginas la adicción al sexo, a la que denomina clínicamente como trastorno de la hipersexualidad2, y da las claves para identificarla.

Un reconocimiento que llevaban mucho tiempo esperando los afectados por este problema -aproximadamente un 6% de la población, según la cifra que manejan los sexólogos- que saben desde hace años que su adicción no es un invento, que la vergüenza que se dan a sí mismos por la búsqueda insaciable de placer, de tratar de satisfacer rápidamente sus continuos deseos a través de una conducta reprochable ante los ojos de la mayoría y los suyos propios, no es algo imaginario.

Lo que establece el manual psiquiátrico es que "se trata de un trastorno obsesivo compulsivo"3. Quienes lo padecen no pueden controlar sus pensamientos ni sus actos repetitivos", explica a ELMUNDO.es el psiquiatra Luis Rojas Marcos, afincado en Nueva York. "Cualquier tipo de obsesión que interfiera en la capacidad de la persona para llevar una vida normal, que le perjudique en sus relaciones personales y laborales, es una patología. En este caso la obsesión se canaliza a través del sexo de forma tan intensa que el propio afectado es consciente de que tiene un problema", añade este experto.

Esta definición de la hipersexualidad da la razón al doctor Patrick Carnes, uno de los mayores defensores de la adicción sexual como problema, que siempre ha mantenido que "al igual que un alcohólico es incapaz de dejar de beber, estas personas son incapaces de parar su comportamiento sexual autodestructivo". Propietario de la clínica Pine Grove Behavioural Centre de Misisipí (EEUU), donde Tiger Woods se está sometiendo a una terapia para curar su adicción y redimir sus pecados, Carnes afirma que "los sexoadictos pueden provenir de todas las clases sociales. Afecta tanto a políticos y empresarios como a los trabajadores de una fábrica".

Y no es algo solamente masculino. "También se da en las mujeres y acuden a consulta por ello, aunque en menor proporción que los varones", reconoce la doctora Rosario Castaño, psicóloga clínica y sexóloga del Instituto Palacios.

A pesar de su inclusión en el DSM 5, sigue sin haber consenso sobre el tema en la profesión. "Respecto a la adicción al sexo hay mucha más especulación que ciencia", confirma Rosa Abenoza, sexóloga del Instituto de Medicina Sexual. "Es muy difícil determinar cuánto es demasiado, cuándo una vida sexual muy activa puede considerarse una adicción", explica Iván Rotella, de la Asociación Española de Profesionales de Sexología. Opinión que comparte Vicent Bataller, del Instituto Valenciano de Sexología y Psicoterapia Analítica. "En cuestión de sexo, no hay límites. Si tienes muchas relaciones, pero te sientes bien contigo mismo y no sufres por ello, no hay problema", argumenta.

"Se trata de uno de los trastornos psiquiátricos más serios pero más olvidados", recoge el manual de referencia. Hace 200 años que la literatura médica habla de casos de sexoadictos. Según Rojas Marcos, "esto ha existido siempre, lo que ocurre es que hoy en día hay menos tabú al respecto".

Los síntomas

¿Cómo se distingue a un adicto al sexo? Aunque cada caso es particular, tienen características comunes. Necesitan satisfacer sus deseos carnales más que cualquier otra cosa, aunque después se sienten mal. Para dar rienda suelta a sus fantasías no dudan en masturbarse de forma compulsiva y consumir mucha pornografía -en revistas, televisión o internet-. Son promiscuos y aficionados a los encuentros de una sola noche, ya sea con personas a las que conocen en algún local o bien recurriendo a la prostitución. Y, en muchas ocasiones, no se protegen, por lo que tienen más riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual y de provocar un embarazo no deseado.

El exhibicionismo y el voyeurismo son otras de las aficiones de estos pacientes que, en último extremo, pueden incluso llegar a cometer una violación, aunque son los menos. Todas estas conductas tienen consecuencias negativas para el afectado, que van desde un divorcio hasta la pérdida del trabajo.

Existen algunos test para facilitar el diagnóstico. El manual psiquiátrico incluye uno, pero antes la prueba de referencia era el SAST (Test de la Adicción Sexual)4, una herramienta desarrollada por un consorcio de hospitales, terapeutas y voluntarios consistente en 45 preguntas para responder sí o no. Entre ellas figuran: ¿Tienen tus padres problemas con el sexo y la sexualidad? ¿Te ha creado tu actitud sexual algún problema familiar? ¿Ocultas a los demás tus actos sexuales? ¿Crees que controlas tu deseo? ¿Es el sexo lo más importante de tu vida? ¿Has utilizado internet para buscar citas? ¿Has pagado para tener sexo?, ¿Has mantenido varias relaciones amorosas al tiempo? ¿Después de una relación, reniegas del sexo algunos meses?

El tratamiento

Una vez reconocido el trastorno, que es el primer paso para curarlo, hay que buscar ayuda. Existen múltiples opciones, desde los centros privados y carísimos que abundan en Estados Unidos, la alternativa preferida por los famosos, hasta las asociaciones que dan apoyo de forma gratuita. Es el caso de Sexólicos Anónimos o Sexoadictos Anónimos (su homóloga en EEUU), creadas a imagen y semejanza de Alcohólicos Anónimos. "No hay cuotas ni honorarios. No fijamos un número fijo de personas que pueden acudir a las reuniones ni distinguimos por género. Tampoco analizamos las causas personales de la adicción. Lo único que ofrecemos es el programa de recuperación de los 12 pasos, el mismo que se emplea para dejar la bebida", explican a desde esta última, que se fundó en 1977.

¿En qué consiste el tratamiento? Aunque cada maestrillo tiene su librillo, lo más común es combinar la terapia cognitiva conductual, tanto individual como en grupo, para ayudar al paciente a controlar sus impulsos, con el asesoramiento sexológico y algunos fármacos, como los parches antitestosterona o pastillas para calmar la ansiedad.

No obstante, los especialistas admiten que todavía se conoce muy poco sobre cómo el cerebro reacciona ante un trastorno de hipersexualidad. "Parece que hay estudios neurobiológicos que apuntan a que podría haber algún tipo de disfunción de los neurotransmisores -dopamina y del sistema opiáceo- que daría lugar a algún tipo de síndrome de la recompensa insuficiente", indica la doctora Abenoza. Pero tal y como recuerda, se trata de un campo "históricamente controvertido", en el que apenas se está empezando a investigar.




Fuente: ElMundo.es
Autor: Isabel F. Lantigua / Madrid
Referencias: 1. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders 2. 'hypersexuality' 3. obsessive compulsive disorder 4. Auto Diagnóstico para la Adicción al Sexo, este es un test basico para calcular la severidad del problema de adicción sexual, ver en Adicciones.org

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miércoles, 4 de marzo de 2009

Un cigarrillo en la adolescencia puede conducir a la depresión en la vida adulta

  • Un estudio con roedores concluye que la nicotina consumida en la adolescencia tiene efectos neurobiológicos a largo plazo.
  • Las consecuencias son similares a las de una depresión, e incluyen bruscos cambios de humor.
  • Los efectos pueden producirse aunque el consumo sea esporádico.
Los adolescentes que fuman pueden estar trazando su camino hacia una depresión en la etapa adulta de su vida, según un estudio de la Florida State University dirigido por el profesor de Psicología Carlos Bolaños, que determina que la nicotina en los adolescentes induce a un estado parecido a la depresión caracterizado por una carencia de placer y aumento la sensibilidad en el futuro.

Se trata de un descubrimiento "único" ya que es el primer informe que se realiza que demuestra "que el consumo de nicotina en edades tempranas puede tener consecuencias neurobiológicas a largo plazo, como, por ejemplo, desórdenes de humor" dijo Bolaños.

Los investigadores han llegado a esta conclusión tras inyectar nicotina a un grupo de ratas adolescentes dos veces al día, mientras que a otro grupo le administraron la misma dosis de salina, a ambos durante 15 días.

Después de este período de tratamiento se sometió a los animales a varios experimentos diseñados para averiguar como reaccionarían a situaciones agotadoras y como responderían tras ofrecerles una recompensas. De este modo, los expertos encontraron cambios conductuales sintomáticos de depresión cuando había pasado una semana desde el cese de nicotina y -lo más sorprendente- que con que la exposición a la nicotina durante la adolescencia sea de un día, ésto ya puede tener efectos duraderos.

"Algunos animales de nuestro estudio fueron expuestos a la nicotina una sola vez" afirma Bolaños en un artículo publicado en Neuropsychopharmacology, en el que también añade que para su equipo "fue sorprendente descubrir que un día solo de exposición de nicotina potencialmente podría tener tales consecuencias negativas a largo plazo".

Así, las ratas que fueron expuestas a la nicotina desarrollaron comportamientos sintomáticos de depresión y ansiedad. Los investigadores fueron capaces de aliviar los síntomas de las ratas con medicamentos antidepresivos o, irónicamente, más nicotina. De modo interesante, los roedores adultos que fueron expuestos al mismo régimen de nicotina que los adolescentes no mostraron rasgos parecidos a una depresión.

"El mensaje a la gente joven desde luego es que no fumen y hasta que ni lo intenten" apuntó Bolaños. "Si ellos deciden comenzar a fumar, deberán ser conscientes de los efectos que tiene a largo plazo y que el fumador de un cigarrillo, incluso consumido de manera ocasional, puede tener efectos sobre su sistema cerebral", dijo.

Fuente: 20minutos.es

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martes, 11 de noviembre de 2008

Los pacientes con ansiedad creen tener más problemas fisiológicos de los que realmente padecen

Los pacientes que sufren una patología de ansiedad grave, como trastorno de pánico con y sin agorafobia, ansiedad social o ansiedad generalizada, creen tener más alteraciones fisiológicas de las que realmente presentan, según se desprende de una tesis doctoral realizada por la doctora María Isabel Viedma, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada (UGR).

Según este trabajo, entre los principales síntomas que los pacientes con ansiedad afirman sufrir se encuentran palpitaciones, sudoración, respiración irregular, temblor de manos y tensión muscular.

No obstante, esta investigación, realizada sobre 83 pacientes con ansiedad atendidos en el programa de 'Evaluación y Tratamiento de los Trastornos de Ansiedad' de la Facultad de Psicología, sostiene que la aplicación de pruebas psicofisiológicas sobre este grupo de personas ha demostrado que, en realidad, son menos intensos de lo que ellos experimentan subjetivamente.

Así, y a pesar de que muchos de estos pacientes manifiestan verbalmente síntomas fisiológicos de gran intensidad en entrevistas y cuestionarios, cuando se toman medidas reales de estos síntomas, a través de pruebas psicofisiológicas, resultan hiporreactivos.

Dicho trabajo también revela que los pacientes que sufren una patología de ansiedad menos grave, como puede ser un temor excesivo e irracional a un objeto, ciertos animales, espacios cerrados, a las alturas o a las tormentas, sí muestran una alta reactividad en las pruebas psicofisiológicas.

Sobre este punto, Viedma apunta en su tesis a la existencia de una relación entre la capacidad para reaccionar fisiológicamente y el pronóstico del éxito terapéutico, ya que son precisamente los pacientes con fobias específicas los que más se benefician del tratamiento cognitivo-conductual llevado a cabo.

Por ello, este trabajo afirma que la presencia de síntomas fisiológicos es un buen predictor de mejora en pacientes con trastornos de ansiedad.

PREVALENCIA

Según apunta esta investigadora, los trastornos de ansiedad representan el problema psicopatológico de mayor prevalencia entre los países industrializados. De hecho, la prevalencia de las fobias específicas oscila entre el 8,8 y el 12,5 por ciento de la población general, según estadísticas estadounidenses.

Aunque pocas personas que manifiestan temores específicos entran en la categoría de fóbicos, para casi el 11 por ciento de estas personas, sus temores son lo bastante graves como para afectar a sus vidas de una forma significativa.

La investigadora destaca que, a la luz de los resultados de su investigación, "queda demostrado" que en la evaluación clínica de la ansiedad patológica no sólo deben realizarse pruebas cognitivo-verbales y conductuales (compuestas tradicionalmente por entrevistas y cuestionarios), sino también pruebas psicofisiológicas.

"Nuestra investigación tiene importantes implicaciones clínicas en relación al diagnóstico y pronóstico del éxito terapéutico, así como en el diseño de estrategias de intervención más eficaces en el ámbito de los trastornos de ansiedad", señala esta experta en una nota.

Parte de las conclusiones de esta investigación han sido presentadas recientemente en congresos nacionales e internacionales como los organizados por la Sociedad Española de Psicofisiología (SEPF) y la Society for Psychophysiological Research (SPR), entre otros.

Esta investigación ha estado dirigida por los profesores Jaime Vila y María del Carmen Fernández-Santaella, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. Para llevarla a cabo, se trabajó con 83 pacientes diagnosticados de alguno de los siguientes trastornos de ansiedad: trastorno de pánico con y sin agorafobia, ansiedad social, ansiedad generalizada y fobias específicas.

Todos ellos fueron atendidos en el programa de 'Evaluación y Tratamiento de los Trastornos de Ansiedad' de la Unidad de Psicología Clínica de la Facultad de Psicología.

Fuente: EUROPA PRESS

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